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LA CONSPIRACION - con Mayusculas

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Extractos del libro 
"El Nuevo Orden Mundial"de Martín Lozano


Nos hemos permitido transcribir párrafos enteros (capítulo III) del excelente libro "El Nuevo Orden Mundial" de Martín Lozano, cuya lectura completa recomendamos, disponible on-line en http://members.tripod.com/~AlbaLonga/
© Alba Longa Editorial, 1996 - Marzo de 1998 -



EL EASTERN ESTABLISHMENT

Con la expresión Eastern Establishment se designa al entramado plutocrático del Big Banking y del Big Bussiness que domina la vida económica, política y social de los Estados Unidos.

El origen de los grandes capitales estadounidenses se sitúa en la Guerra de Secesión de 1861-65, con la confrontación entre la economía comercial e industrial del Norte y el viejo modelo latifundista y agrícola del Sur.


Un par de videos preliminares al tema:




ROCKEFELLER :    PERFIL PSICOLOGICO DE UN PSICOPATA
/...

El balance de aquella guerra, tan trágico para muchos como rentable para unos pocos, ofrece por tal motivo dos caras bien distintas. En una de ellas aparecen sus 600.000 víctimas y las cuantiosas pérdidas materiales causadas por la contienda.Y en la otra figura el gran desarrollo industrial que el esfuerzo bélico proporcionó a la zona Norte, así como el espectacular enriquecimiento que de ello se derivó para los especuladores y los proveedores del ejército. La transformación económica operada por el conflicto permitió la acumulación de enormes fortunas y dio paso al ulterior proceso de concentración mercantil e industrial en beneficio de los grandes trusts económicos.

El curso iniciado con la guerra de Secesión, durante la cual se gestaron los primeros imperios económicos (Vanderbilt, Carnegie, Morgan, Rockefeller), daría paso a la concentración monopolística que comenzó a desarrollarse a partir de aquel evento. Desde entonces cada nueva contienda bélica supondría un reforzamiento de esa dinámica. Así, la guerra hispano-norteamericana de 1898 abrió el camino a los oligopolios azucareros. A ésta le seguiría la 1ª Guerra Mundial, que consolidó la concentración de la industria pesada y consagró el ascenso de otros dos imperios económicos: el de la dinastía Pont de Nemours, de Detroit (Unites States Rubber, General Motors, National Bank of Detroit), y el del clan financiero Mellon, de Pittsburg (Aluminium Co. of America, Westinghouse, Mellon Bank).

De entre las grandes fortunas amasadas a partir de la guerra civil norteamericana, cuatro nombres sobresalen en especial: Cornelius Vanderbilt, Andrew Carnegie, John Pierpont Morgan y John Davison Rockefeller. El primer apellido prácticamente ha desaparecido del concierto plutocrático mundial y de las altas esferas de influencia política. Los dos últimos, por el contrario, se sitúan actualmente en su vértice más elevado. El hecho de que los Morgan y los Rockefeller ligaran el destino de sus grandes empresas a un potente complejo bancario habría de jugar, sin duda, un papel fundamental en su proyección futura.

Cornelius Vanderbilt era ya un próspero empresario en los comienzos de la guerra. También era, y con diferencia, el de más edad, 65 años, ya que el mayor de sus tres concurrentes no sobrepasaba la treintena. Las concepciones empresariales de Vanderbilt y su forma de gestionar los negocios estaban, por ello, más próximas a los viejos métodos que a las técnicas que demandaba el capitalismo avanzado. Tampoco en esto se asemejaba a los otros tres. Su imperio económico se articulaba en torno a varias compañías navieras subvencionadas por el Estado. Durante la guerra de Secesión, el "comodoro" Vanderbilt registró enormes beneficios proporcionando al Gobierno nordista la flota de guerra destinada a la toma de Nueva Orleans. Otro sector en el que desarrolló una notable actividad fue el del tendido ferroviario.

La escalada de Andrew Carnegie se fraguó a partir de su cargo como secretario del director de Transportes del Ministerio de la Guerra. Valiéndose de su ventajosa posición, este ambicioso inmigrante escocés montó una factoría de raíles a través de la cual suministraba al Departamento de Transportes todos los pedidos efectuados por éste. Los ingentes beneficios así obtenidos constituyeron la base de la futura Carnegie Steel Co.de New Jersey, uno de los más potentes complejos industriales estadounidenses hasta principios del siglo XX, en que pasaría a la órbita del grupo J.P.Morgan.

Pero vayamos ya con los dos grandes de aquel cuarteto. John Pierpont Morgan era hijo de un inmigrante inglés asociado a la banca británica Peabody&Co., cuyos negocios estaban estrechamente vinculados a los intereses nordistas. Su primera operación comercial, realizada precisamente a través de dicha entidad bancaria, consistió en suministrar cinco mil fusiles anticuados al ejército del Norte, embolsándose en la transacción la nada despreciable suma de 92.500 dólares, una fortuna por aquel entonces. Los sustanciosos beneficios obtenidos durante la guerra constituyeron el punto de partida de su futuro imperio económico. En 1901 fundó la United States Steel Corp., que con el tiempo se convertiría en uno de los mayores trusts acereros del mundo, y en 1903 creó, mediante la fusión de varias empresas navieras, otro gigante comercial, la International Mercantile Marine Co.. Tras su muerte, acaecida en 1913, fue su heredero, J.P.Morgan junior, quien consolidó el poderío del trust, dotándole de una potente institución financiera, la Banca Morgan and Co.

Un pequeño parentesis: /...

España se ha quedado sin "sus" multinacionales - un ejemplo

El Banco americano de Santander (Botin no es el dueño sino J.P. Morgan y afines) 

Durante la última década la entrada de capital estadounidense en el Banco Santander ha sido constante y creciente. Actualmente, siete grupos financieros de origen norteamericano poseen cerca del 50% de las acciones. 
Emilio Botín continúa al frente del Consejo de Administración del banco, pero ahora es más bien un testaferro de los intereses de estas grandes corporaciones.
En el momento actual, siete grupos financieros de origen estadounidense controlan el 45,3% de los títulos del banco: Chase Nominees Ltd. (12,51%) [1], State Street Bank (9,60) [2], EC Nominees (6,91%) [3], The Bank of New York Mellon (5,57%) [4], Capital Research and Management Company (4,87%) [5], Blackrock Investment (4,78%) [6] y Fidelity Internacional (1,06%) [7]. También hay grupos europeos con participaciones significativas, como BNP Paribas (3,18%) y Credit Suisse (2,87). El resto de los accionistas está muy disperso para tomarlos en consideración y el sindicado de acciones de la familia Botín apenas llega a un exiguo 1,7% del total de los valores del banco.

AHORA ENTENDEMOS LO QUE ES PRIVATIZAR ....

sigamos: 

La 2ª Guerra Mundial supuso para la casa Morgan una nueva oportunidad de incrementar su vasto imperio. Con motivo de dicha contienda, el gobierno norteamericano destinó 17.000 millones de dólares a la creación de modernas factorías para la fabricación de material bélico, ya que la demanda armamentista amenazaba con desbordar la capacidad productiva de la industria privada. Naturalmente, la mayor parte de esas nuevas instalaciones (un 80% aprox.) fueron puestas a disposición de las grandes compañías industriales, con todas las ventajas derivadas de ello, pero con la particularidad añadida de que, una vez finalizada la Gran Guerra, las factorías estatales, ya reconvertidas, pasaron a manos de los esos grandes trusts en virtud de una disposición de compra preferente ejecutada a precio de saldo. Uno de los mayores beneficiarios de aquellas transacciones fue el imperio Morgan, que a través de su macrocompañía United States Steel incorporó a su red comercial las imponentes acerías de Geneva (Utah).

Como ya se señalara, el centro neurálgico de este gigantesco trust es la Banca J.P. Morgan, que constituye el instrumento a través del cual se articula toda su red empresarial. No será preciso extenderse aquí sobre el decisivo papel desempeñado por las instituciones financieras como núcleo fundamental de los grandes complejos económicos . El hecho de que los más sobresalientes se articulen en torno a una poderosa banca no obedece precisamente a la casualidad, sino a razones tan sencillas como notorias, ya que los recursos financieros de que dispone un gran establecimiento bancario son inmensamente superiores a los del más acaudalado propietario. Como resulta evidente, el mecanismo operativo de las sociedades por acciones y de las instituciones bancarias no se basa en las fortunas personales de los plutócratas que las controlan, por cuantiosas que pudieran ser, sino en las gigantescas sumas aportadas por los millares de pequeños accionistas y depositantes de dichas entidades. El poder y la influencia de un magnate económico no se mide, pues, por el volumen de su patrimonio personal, sino en razón de los recursos que es capaz de movilizar y, lo que es más importante aún, por su emplazamiento en los centros decisorios de poder, esto es, en los organismos y cónclaves donde se decide el curso de los acontecimientos.Y éste es un asunto sobre el que conviene aclarar algunos conceptos.




Otra cuña que tiene relacion con la entrada del blog:

Rothschild dirigirá  la mayor privatización de la historia de españa: 



http://www.elconfidencial.com/en-exclusiva/2011/rothschild-dirigira-loterias-mayor-privatizacion-historia-20110525-79182.html


 
De Agustín Barruel, S. J.
Versión de Fray Raymundo Strauch i Vidal
Transcripción y prólogo de Vicente Blanquer
1ª edición, Barcelona, 2011          21×15 cms., 224 págs.
Cubierta a todo color, con solapas y plastificada brillo      PVP: 22 euros

Orientaciones:
Sobre los Iluminados es la tercera parte de la obra Mémoires pour servir à l’histoire du jacobinisme [1797], del abate francés Agustín Barruel, S.J., según la traducción al castellano de Fray Raymundo Strauch i Vidal, Obispo de Vich, O.F.M., publicada en 1813.

Agustín Barruel nació en Villeneuve-de-Berg, el 2 de octubre de 1741 y falleció en París el 5 de octubre de 1820. Fue un sacerdote jesuita, periodista y autor de una voluminosa obra enmarcada dentro de la tradición católica y abiertamente beligerante frente a las sectas anticristianas y, muy especialmente, frente a la Masonería v los Iluminados.

Fray Raymundo Strauch i Vidal nació el 7 de octubre de 1760, en Tarragona, de padre suizo y madre catalana. Profesó en la Orden de los Frailes Menores de San Francisco de Asís. Autor prolífico, Strauch fue, como Barruel, antiliberal y abiertamente antimasón. El 16 de abril de 1823, en Vallirana [Barcelona], fue asesinado por masones poco antes de acabar el llamado Trienio Negro liberal.

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Esta mecánica, que constituye el denominador común de todos los círculos oligárquicos, se manifiesta de idéntica forma en el ámbito político, donde las rivalidades y los golpes bajos entre las diversas facciones que conforman el cotarro se convierten en sólida alianza desde el mismo instante en que algún elemento ajeno a la farsa pseudodemocrática pone en tela de juicio la validez del Sistema del que todas ellas son tributarias. Exactamente la misma línea seguida por los grandes medios de comunicación, otro de los pilares del Establishment y su más eficiente herramienta, pues no en vano el poder económico y el aparato mediático se encuentran en las mismas manos. De ahí que, más allá de sus sórdidas disputas de intereses y de su adscripción a banderías políticas diversas, todos los grandes medios compartan idénticos planteamientos en lo tocante a la validez incuestionable del Sistema vigente. Unos y otros, partidos políticos y medios de comunicación, no hacen sino interpretar con diferentes matices una misma partitura, y es en los centros de poder plutocrático donde se compone esa partitura y desde donde se dirige la orquesta.

Volviendo el tema central de este análisis, el otro gran protagonista empresarial de la escena decimonónica estadounidense fue John Davison Rockefeller, fundador de una dinastía financiera que, junto con la casa Morgan y el grupo bancario Warburg-Lehman-Kuhn&Loeb, constituyó el triunvirato plutocrático sobre el que habría de cimentarse el Eastern Establishment. Por el momento, y a la espera del análisis más detallado que se dedicará al clan Rockefeller en el próximo epígrafe, bastará con adelantar aquí que su imperio económico, gestado también durante los años de la guerra de Secesión, se articuló en sus inicios en torno a una gran empresa, la Standard Oil, afianzándose posteriormente sobre la base de una poderosa institución financiera, el Chase Manhattan Bank.

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Carroll Quigley sitúa la génesis del sistema financiero occidental en el vuelco de las relaciones de poder producido por las revoluciones capitalistas o burguesas. Como consecuencia de la instauración del sistema capitalista como modelo, el poder efectivo pasó de las instituciones aristocráticas defenestradas a las oligarquías burguesas, plenamente conscientes de que, una vez implantado dicho modelo, el dinero habría de erigirse en el factor determinante del acontecer moderno.

Seguidamente, Quigley describe el proceso a través del cual las grandes dinastías bancarias (Rothschild, Baring, Lazard, Warburg, Schiff, Seligman, Malet, Erlanger etc.) conformaron un sistema de alianzas financieras de alcance internacional. El procedimiento seguido desde el primer tercio del siglo XIX consistió en incorporar a su órbita de dominio un creciente número de bancos provinciales, sociedades aseguradoras y complejos industriales, para desarrollar a continuación, y a nivel internacional, un mecanismo de control del dinero y de su circulación. De esta forma, tanto la economía en desarrollo como las altas esferas políticas entraron en una situación de absoluta dependencia.

Durante el apogeo del imperialismo inglés, el centro operativo desde donde actuó la alta finanza internacional fue el Banco de Inglaterra, el más eficiente de sus instrumentos de dominio por entonces. Posteriormente, con el declive del Imperio Británico y la transferencia de su papel hegemónico a los Estados Unidos, el principal núcleo operativo pasó a ser la Reserva Federal o Banco Central estadounidense, como veremos más adelante.

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En los Estados Unidos, la configuración del Eastern Establishment se desarrolló siguiendo los mismos cauces, y transcurrió de la mano de los dos grandes de la economía norteamericana, Morgan y Rockefeller, a quienes se sumaría en las postrimerías del siglo XIX otro poderoso grupo financiero del que en breve se hablará.

/... Quigley:

"La estructura de los controles financieros que crearon los magnates del Big Banking y del Big Business en el período 1880-1933 era de una extraordinaria complejidad. Una empresa feudo era erigida sobre otra, ambas eran ligadas con firmas semi-independientes, y el todo creció hasta formar dos cimas de poder económico y financiero, de las cuales, una, con centro en Nueva York, era comandada por J.P. Morgan, y la otra, en Ohio, por la familia Rockefeller. Cuando ambas trabajaban en común, como por lo general hacían, podían influenciar la vida económica del país en alto grado, y casi controlar su vida política, al menos a nivel federal"

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Finalmente, el tercer bloque financiero que, junto con los trusts Morgan y Rockefeller, compuso la cima del poder plutocrático en los albores del Eastern Establishment, fue el grupo Warburg-Lehman-Kuhn&Loeb. Este potente complejo bancario se había configurado a través de las alianzas familiares de varios financieros judío-alemanes que, en las últimas décadas del siglo XIX., se instalaron en territorio estadounidense.

Entre los forjadores de dicho imperio económico, muchos de los cuales ya salieron a relucir en páginas anteriores, figuran los nombres de Jacob Schiff, máximo dirigente de la banca Kuhn&Loeb hasta su fallecimiento en 1920, Isaac Seligman, cuya firma bancaria ligó sus intereses a la casa Kuhn&Loeb tras su matrimonio con la segunda hija de Loeb, Felix Warburg, casado, a su vez, con una hija de Schiff, lo que estrechó los vínculos entre la banca Warburg y la firma Kuhn&Loeb, Herbert Lehman, presidente de la banca Lehman Brothers, antiguo gobernador de Arkansas y vicepresidente honorario del American Jewish Committee, y por último, Lewis L. Strauss, consejero de la familia Rockefeller, asociado de la firma Kuhn&Loeb, almirante de la armada estadounidense durante la 2ª Guerra Mundial y, posteriormente, presidente de la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos.

Este complejo bancario ha sido tradicionalmente el alma mater del American Jewish Committee, así como de la Organización Sionista Americana y de la United Jewish Appeal, organismos a través de los cuales se han canalizado los fondos para el patrocinio de la causa sionista y los empréstitos de la Administración norteamericana al Estado de Israel.

Entre los diversos instrumentos articulados por la plutocracia del Eastern Establishment para dominar la vida pública estadounidense merecen destacarse dos: el Council on Foreign Relations, o Consejo de Relaciones Exteriores, y la Reserva Federal. Del primero, que es un club oligárquico de carácter privado, han salido a lo largo de los últimos setenta años la práctica totalidad de los altos cargos políticos de la Administración norteamericana, con independencia de cuál haya sido el partido político gobernante en cada momento. Más adelante se dedicará a esta poderosa entidad la atención que indudablemente merece. Por lo que se refiere a la Reserva Federal, esto es, al Banco Central estadounidense, se trata de una institución de importancia crucial que, en contra de lo que pudiera suponerse a tenor de su carácter público, está gestionada y dirigida por la Alta Finanza privada.

La creación de este organismo se gestó durante una reunión restringida convocada al efecto porNelson Aldrich (abuelo de Nelson Rockefeller) el 22 de noviembre de 1910 en Jekyl Island (Georgia), y en la que participaron :
Benjamín Strong, en representación del Bankers Trust Company, adscrito a la órbita de la casa Morgan,
Henry Davison, alto ejecutivo igualmente de J.P.Morgan,
Frank Vanderlip, presidente del National City Bank, de Rockefeller,
Paul Warburg, director de la Banca Warburg, y
Piatt Andrew, secretario de Hacienda estadounidense. En dicha reunión se redactaron los informes que poco después recogería con puntualidad el Decreto del Federal Board System, refrendado oficialmente el 20 de diciembre de 1913.


En virtud de aquella disposición legal, que establecía el sistema de la Reserva Federal vigente desde entonces, el Estado otorgó a un grupo bancario privado la facultad de acuñar moneda y el derecho exclusivo a la emisión de billetes, o dicho de otro modo, el control absoluto de la circulación monetaria en todo el país. Desde que dicho sistema fuera adoptado, el gobierno estadounidense se limita a emitir bonos estatales, que son respaldados por la Reserva Federal gestionada por la banca privada. Como consecuencia de ello, la banca privada titular del Board System percibe anualmente en concepto de intereses miles de millones de dólares, que son pagados, naturalmente, por el contribuyente norteamericano.

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Efectivamente, desde que ese sistema fuera implantado de forma generalizada, los gobernadores de los Bancos Centrales se reúnen con periodicidad, aunque por encima de los encuentros de quienes a la postre no son sino meros subalternos del Gran Capital, se sitúan los contactos entre los financieros rectores del Establishment mundial, que, en palabras de Quigley:"conforman un sistema de dominación nacional y de cooperación internacional más potente y más discreto que el de los agentes de los Bancos Centrales".

El elemento sobre el que habría de basarse este proceso, iniciado en el siglo XVIII, no fue otro que el papel moneda o billete bancario, cuya emisión y control circulatorio fueron pronto prerrogativas exclusivas de los Bancos Centrales, gestionados y dominados por la banca privada. Las ventajas que para la Alta Finanza supondría la instauración de un sistema económico basado en la moneda fiduciaria, aparecen reflejadas sin tapujos en una carta enviada por los Rothschild de Londres a un banquero neoyorquino el 25 de junio de 1863. Dicha carta, recogida en el documento nº 23 del National Economy and the Banking System of the United States, dice así: "Las escasas personas que puedan comprender el sistema -cheques y créditos- mostrarán tanto interés por sus beneficios o dependerán en tal manera de sus ventajas que no se debe esperar de ellas ninguna oposición, mientras que, de otro lado, la gran masa de público, mentalmente incapaz de comprender las enormes ventajas que el capital saca de ese sistema, soportará los costes sin oponerse e, incluso, sin sospechar siquiera que ese sistema es contrario a sus intereses".

El modelo de los Bancos centrales fue adoptado en los principales países europeos a lo largo del siglo XIX, con la única excepción sobresaliente de la Rusia zarista. Por lo que a los Estados Unidos se refiere, uno de los más solventes especialistas en esta materia, Gustavus Myers, describió en su obra "History of the Great American Fortunes" el modo en que varios banqueros europeos, y muy especialmente los Rothschild, ejercieron su poderosa influencia para la adopción de las leyes financieras norteamericanas. Los archivos legislativos, señala Myers, muestran claramente el poder de los Rothschild en la antigua Banca de los Estados Unidos, suprimida por el presidente Jacksonen 1836.

Sin embargo, el financiamiento de de la guerra de Secesión ( la guerra es uno de los elementos clave sobre los que ha pivotado el progresivo endeudamiento de los Estados modernos) empujó al presidente Lincoln a recurrir a los grandes bancos internacionales, que en 1863 le impusieron la adopción de la National Bank Act, en virtud de la cual dichas entidades compraban los bonos emitidos por el Estado para sufragar los gastos de guerra, con los correspondientes intereses en su favor, obteniendo como contrapartida la facultad de emitir billetes bancarios sin interés; es decir, beneficios a dos bandas para la Alta finanza. Ése sería el régimen bancario vigente en los Estados Unidos hasta que fuera adoptado el Federal Board System, que no hizo sino completar el modelo anterior y garantizar todavía mejor los intereses de sus beneficiarios.

/...

Ese mismo sistema sería posteriormente adoptado como modelo inspirador del Fondo Monetario Internacional, a través del cual la Alta Finanza privada ejercita sus mecanismos de control del dinero y del crédito a nivel mundial. Y es también el que sirve de marco al Banco Mundial, otra institución financiera gestionada por la banca privada, aunque sus fondos procedan de las aportaciones de los Estados, es decir, de los ciudadanos. Una institución cuyas concesiones crediticias a los países tercermundistas van invariablemente acompañadas de las directrices económico-políticas que deben seguir. Ambas entidades fueron creadas en el curso de la Conferencia de Bretton Woods (julio 1944), un foro promovido y auspiciado por el Grupo Económico y Financiero del Consejo de Relaciones Exteriores estadounidense.

EL CLAN ROCKEFELLER

 J. D. Rockefeller

El forjador de la saga, John Davison Rockefeller, nació en 1839 en Richford (New York), en el seno de una familia descendiente de inmigrantes judío-alemanes llegados a Estados Unidos en 1733.

Durante sus modestos inicios como contable de la firma Hewit and Tuttle, el joven John Davison emprendió la redacción de una especie de diario económico al que tituló "Libro Mayor A". Aquel curioso registro, que todavía se conserva actualmente, y las anotaciones contenidas en su libro autobiográfico "Random Reminiscences", ofrecen un esbozo magistral de su personalidad, en la que se combinaban, a partes iguales y en una suerte de simbiosis perfecta, la austera cicatería del buhonero y la ambición ilimitada del empresario predador.

En 1858 abandonó su primer empleo para asociarse con un negociante inglés llamado Maurice Clark, con quien fundó la compañía Clark and Rockefeller. A la habilidad para los negocios del joven Rockefeller vino a sumarse muy pronto un acontecimiento crucial: la guerra de Secesión. Tal suceso multiplicó los pedidos y el volumen comercial de la firma, aunque ése no fue más que el primer capítulo de su dilatada carrera empresarial. El segundo y más importante comenzaría el 10 de enero de 1870, cuando, después de una experiencia de varios años en el sector petrolífero, fundara ya en solitario la Standard Oil.

A partir de ese momento se inició una ascensión imparable que acabaría desembocando en el dominio prácticamente absoluto del trust Rockefeller en la industria del petróleo. Por el camino quedaron sus competidores y un largo rosario de artimañas, extorsiones, sobornos e irregularidades de toda índole. Nada, por otra parte, que no fuera la propia lógica del capitalismo llevada a sus naturales consecuencias. Desde entonces, la jaculatoria preferida del fundador de la dinastía sería"Dios bendiga a la Standard Oil", y la divisa de su imperio económico, perpetuada en el tiempo por sus descendientes, dice así: "Por el bien de la Humanidad".

Entre las prácticas habituales de la Standard Oil figuraban:
los sobornos a los empleados de otras compañías,
las coacciones a los clientes de sus competidores, amenazándoles para que cancelasen sus pedidos, y
la compra de parlamentarios, mediante la cual paralizó en numerosas ocasiones diversas proyectos legales tendentes a poner coto a sus desmanes.

A todo esto se añadiría la extraordinaria complejidad jurídica de su estructura, lo que, unido a la absoluta laxitud e inoperancia de las leyes federales antimonopolísticas, garantizaba a la Standard una amplia impunidad. Tanto es así que, desde su creación en 1870, la Standard pasó de una producción inicial equivalente al 4% del mercado petrolífero americano, al control en 1876 del 95% de dicho mercado. En el corto espacio de seis años la compañía de Rockefeller había laminado o absorbido prácticamente a todos sus competidores.

Con el transcurso del tiempo, el nivel de organización y eficacia del Trust se iría ampliando de acuerdo con las exigencias del capitalismo en expansión. /.... En 1923, Junior incorporó al trust familiar una nueva categoría de colaboradores: los asociados, una especie de consultores con rango oficial que en poco tiempo conformaron una amplia red de influencia cuyas ramificaciones abarcaban todos los sectores de la sociedad norteamericana. Además de velar por los intereses de la casa Rockefeller, uno de los más importantes cometidos de sus asociados consistía en contactar con personas bien situadas y relacionadas e incorporarlas a la firma, extendiendo así el peso y la influencia de ésta.

/...

En 1911, John D. Rockefeller adquirió un grueso paquete de participaciones de la Equitable Trust Company, convirtiéndose así en su accionista mayoritario. Nueve años después esa entidad financiera manejaba ya un volumen de depósitos superior a los 250 millones de dólares y se había situado en el octavo lugar del escalafón bancario estadounidense.

 Chase Manhattan Bank

El siguiente paso tuvo lugar en 1930, cuando John Davison Junior ultimó la fusión de la Equitable Trust Company con el Chase National Bank, que pasó a convertirse de ese modo en el mayor banco del país.

No habían transcurrido aún tres años desde la fusión cuando el clan Rockefeller lograba situar a uno de sus miembros (Winthrop Aldrich) en la presidencia del Consejo de Administración de la entidad. El proceso de consolidación financiera culminaría finalmente en 1955, con la fusión del Chase National Bank y el Bank of the Manhattan Company, ligado al grupo Warburg, fusión de la que resultó el Chase Manhattan Bank, presidido desde 1969 por David Rockefeller, nieto del fundador de la dinastía y cabeza de la misma en la actualidad.

/...

Por lo que se refiere a la evolución del trust Rockefeller, pueden mencionarse dos simulacros jurídicos de impedimento a sus prácticas monopolísticas, que se saldaron, como no podía ser de otra forma, con sendos fiascos. Considerando cuál es la dinámica propia y connatural del sistema capitalista, esperar otra cosa habría sido absurdo.

El primero de tales intentos tuvo lugar en 1887, a raíz de una resolución adoptada por el Congreso (Inter State Commerce Act) en contra de los consorcios comerciales interestatales y de las rebajas discriminatorias practicadas por las compañías ferroviarias en favor de los grandes trusts. La Standard Oil, que vulneraba dichas disposiciones, fue emplazada ante los Tribunales y condenada en juicio a su disolución. Pero la sentencia no fue ejecutada.

Poco después, en 1889, el Estado de Ohio demandaba de nuevo a la Standard, apoyándose en una ley que prohibía toda asociación económica cuya red comercial se extendiese por varios Estados de la Unión. El fallo de los Tribunales volvió a ser condenatorio, conminando a los responsables de la Compañía a disolverla. Como respuesta, John D. Rockefeller, que en esa ocasión simuló acatar formalmente la resolución judicial, estableció con los administradores y fideicomisarios de sus empresas un "gentlemen agreement", es decir, un acuerdo tácito entre "hombres de honor" por medio del cual se mantuvo de facto la vinculación orgánica de todas las compañías del Trust. Todo siguió, por tanto, igual que antes.

Veinte años más tarde, tras un largo paréntesis de calma, se desencadenaba la segunda y última tentativa. Por aquellas fechas, el juzgado federal móvil de Missouri emprendía un proceso contra el trust Rockefeller bajo la acusación de complot contra el libre mercado, iniciándose así un dilatado proceso a lo largo del cual fueron acumulándose las resoluciones condenatorias y los consiguientes recursos. Finalmente la causa llegó a la Corte Suprema, que en marzo de 1911 decretó la desmembración de la Standard en 39 compañías diferentes, cada una de las cuales debería operar independientemente y en competencia con las demás. Aquello no fue más que un nuevo espejismo, ya que las participaciones de la Standard siguieron, lógicamente, en manos de los mismos accionistas, de tal modo que el único cambio que se produjo consistió en que el Trust dejó de operar con un solo nombre para hacerlo bajo varios distintos. Fue así como nacieron La Standard Oil of New Jersey, la Standard Oil of Ohio, la Standard Oil Company of New York (SOCONY), la Vacuum Oil, la Humble Company, etc.

 William Taft

Por su parte, John D. Rockefeller, que seguía siendo el accionista mayoritario, eludió cualquier sospecha de intentar reconstruir el consorcio creando una serie de fundaciones filantrópicas a las que transfirió buena parte de sus acciones. A título de muestra, sólo una de ellas, la Rockefeller Fundation, recibió cuatro millones de acciones de la Standard de New Jersey y dos millones de títulos de la Standard de Indiana. Un tema del que convendrá ocuparse a continuación, no sin antes consignar que el único resultado efectivo de aquella "desmembración" fue la espectacular subida experimentada por las acciones de la Standard en la bolsa neoyorquina, al punto que, en el breve plazo de cinco meses, el valor de las mismas aumentó en 200 millones de dólares, una cifra nada despreciable para la época. Poco después de aquel evento era elegido nuevo presidente de los Estados Unidos William Taft, quien manifestaría públicamente sus escasas simpatías por la legislación antitrust, calificándola de insensata e inoperante.

Por lo que se refiere a las Fundaciones filantrópicas, el primero que supo vislumbrar sus polifacéticas utilidades fue Andrew Carnegie, quien, por otra parte, era un decidido entusiasta del darwinismo social ; una contradicción que, a la luz de la realidad que se enmascara tras esas instituciones, no es más que aparente. Pero serían los Rockefeller quienes mejor partido iban a sacar a este valioso instrumento, que en sus manos se reveló como un recurso de efectividad inigualable. Y es que tales entidades no sólo sirvieron para convertir la animosidad social hacia el clan de los primeros momentos en creciente simpatía, derivada de su nuevo papel "benefactor", sino también como un útil de primer orden para burlar la reglamentación antitrust.

Con todo, no se agotan ahí los múltiples usos de las Fundaciones, toda vez que éstas se han mostrado también como un vehículo inmejorable de penetración e influencia en todos los ámbitos de la sociedad.

Si nos ceñimos al terreno estrictamente económico, las prerrogativas que la legislación norteamericana concede a este tipo de instituciones hablan por sí mismas:
los fondos transferidos a una Fundación son deducibles en la declaración de la renta,
y todos los bienes que le son entregados están exentos de derechos sucesorios.
Por lo demás, las donaciones pueden ser efectuadas tanto por personas físicas como por cualquier tipo de sociedad, sea o no de carácter lucrativo.
Asimismo, las fundaciones están exentas a perpetuidad del pago de impuestos, lo que no impide que puedan poseer, comprar o vender todo tipo de bienes inmuebles y de valores mobiliarios, así como conceder préstamos a sus donantes.


Todo ello hace que los miembros de sus Consejos Directivos dispongan de una plataforma óptima para actuar en beneficio propio al amparo de los privilegios de que goza la Fundación.

En el ámbito político, las diversas Fundaciones del clan Rockefeller le rindieron igualmente un valioso servicio a éste. A través de ellas, y de otros eficaces instrumentos, como el Consejo de Relaciones Exteriores, el clan Rockefeller ha mantenido durante las últimas cinco décadas una considerable influencia en las altas esferas del poder político. De hecho, buena parte de los personajes que han determinado la política norteamericana a lo largo de ese período, estuvieron vinculados a las entidades del trust Rockefeller, cuando no procedían directamente de los órganos directivos de las mismas.

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No menos importante ha sido y es la presencia de las diversas Fundaciones Rockefeller en la vida social estadounidense, acerca de cuyo alcance tan solo podrán ofrecerse aquí algunas muestras, ya que la actividad de esa maquinaria fundacional se extiende por campos tan diversos como la demografía, la religión o la enseñanza académica, si bien su orientación ideológica es la misma en todos los casos.

Uno de los campos en el que la Fundación Rockefeller fue pionera es el del control de la natalidad, al punto que ya en 1934 comenzó a desarrollar su labor en ese terreno uno de los miembros del clan, John D. Rockefeller III, si bien los condicionantes mentales de la época no eran aún lo suficientemente propicios para tales planteamientos. Pero ese inicial inconveniente no habría de suponer un gran obstáculo. Todo era cuestión de tiempo y del adecuado despliegue propagandístico para que la mentalidad occidental fuera adaptándose a las necesidades del capitalismo moderno. A medida que el asunto se fue divulgando, el rechazo de los primeros momentos a las tesis anticonceptivas fue dando paso a una acogida más favorable, de tal modo que ya a finales de los cincuenta el control de la natalidad se había convertido en una de las prioridades de la política exterior norteamericana. Tanto es así que, en 1958, el Departamento de Estado adoptó como tesis oficial que el crecimiento demográfico constituía el mayor obstáculo para el desarrollo económico y social y para el mantenimiento de la estabilidad política en los países del Tercer Mundo. Una tesis que ha venido manteniéndose desde entonces, y mediante la cual se han soslayado sistemáticamente las razones de fondo de la postración tercermundista. No será ocioso significar que buena parte del presupuesto dedicado por la Administración norteamericana al control de la natalidad en las regiones subdesarrolladas ha corrido tradicionalmente a cargo de las Fundaciones Ford y Rockefeller, cuyo proverbial altruismo se manifiesta igualmente en el ámbito occidental a través de sus aportaciones millonarias a la causa proabortista.

También en el terreno académico las inversiones del trust Rockefeller han sido cuantiosas. Figura entre sus principales logros la Universidad Rockefeller, cuyo antecedente embrionario fue el Instituto de Investigación Médica. Otro importante centro cultural financiado por las Fundaciones Rockefeller ha sido el complejo de Morningside Heights, una especie de emporio académico del que forman parte la Universidad de Columbia, el Teachers College, el Barnard College, la International House, la Iglesia Riverside, el Seminario de la Unión Teológica y el Seminario Teológico Hebreo.

También el ámbito religioso, por llamarlo de alguna manera, ha suscitado la atención de la filantropía rockefelleriana. El primer impulsor de semejante labor fue John D. Rockefeller junior, que ya a principios de los años treinta comenzó a significarse como el principal promotor financiero del protestantismo liberal. Título al que se hizo acreedor mediante sus cuantiosos aportaciones y su entrega personal a la causa promovida por instituciones como el Movimiento Mundial Interiglesias, el Consejo Federal de Iglesias y el Instituto de Investigaciones Sociales y Religiosas, cuyos postulados ideológicos se basaban en una especie de ecumenismo pseudorreligioso y en un cambio de las instituciones eclesiásticas al objeto de que éstas se incorporasen a las tesis ideológicas propugnadas por el capitalismo expansivo y progresista. Todo ello, naturalmente, sobre la base de la preponderancia internacional estadounidense, un concepto que estaba presente en la raíz misma del entramado filantrópico creado por el fundador de la dinastía.

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Con el discurrir del tiempo la orientación de los programas "religiosos" financiados por las Fundaciones Rockefeller ha corrido en paralelo con la de las más avanzadas corrientes pseudoespirituales modernas, cuyo trasfondo se sitúa en la línea de los postulados comentados en el párrafo anterior. A ello obedecen las ayudas financieras de dichas Fundaciones a numerosas sectas (Hare Krisna entre ellas) divulgadoras de un orientalismo burdo y adulterado a la medida del vacuo esnobismo occidental. Como militante de alto grado de la francmasonería, el actual cabecilla de la dinastía, David Rockefeller, patrocina también varias sociedades pseudoiniciáticas que se dicen representantes de la tradición perdida, como es el caso de la denominada AMORC (Antiquae et Misticae Ordo Rosae Crucis).

Con todo, las diversas Fundaciones Rockefeller no son sino un instrumento más, ciertamente importante, aunque no exclusivo, de la intervención del clan en la vida pública. Intervención que se ha venido articulando a través de otros conductos, como son ciertos organismos privados de crucial influencia política entre los que figuran el Consejo de Relaciones Exteriores, la Comisión Trilateral y el Bilderberg Group, entidades, todas ellas, financiadas por los grandes oligopolios económicos, cuyos intereses representan.

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Téngase en cuenta, por otra parte, el hecho de que, desde hace largo tiempo, las campañas electorales de todos los candidatos políticos estadounidenses son costeadas con los fondos aportados por los magnates económicos de aquel país. Dada la magnitud de las cifras necesarias para afrontar dichas campañas, resulta claro que las posibilidades de cualquier candidato que no cuente con tales ayudas son totalmente nulas; y no hará falta decir que los dueños de la economía suelen saber muy bien en quién invierten.

Ya en la década de los cincuenta, fue uno de los candidatos a la Casa Blanca, Robert Taft, quien manifestó que "desde 1936, todos los candidatos republicanos a la presidencia de los Estados Unidos han sido nominados por el Chase Manhattan Bank". Aparentemente, el punto álgido de la intervención del clan en la vida pública iba a producirse durante los años en que Nelson Rockefeller se convirtió en uno de los principales protagonistas de la política norteamericana. Pero ese capítulo no debe considerarse sino como una anécdota circunstancial, ya que las oligarquías económicas han demostrado sobradamente su inclinación a ejercitar su dominio de forma indirecta y sin estridencias, sirviéndose para ello de sus correspondientes peones políticos. El caso de Nelson Rockefeller, pues, obedeció menos a los manejos hegemónicos de la plutocracia, mejor ejercitados por otros conductos, que al afán de notoriedad del personaje en cuestión.

La trayectoria de David Rockefeller, por el contrario, se sitúa en el extremo opuesto a la de su hermano Nelson, y responde bastante mejor a las coordenadas clásicas del poder plutocrático ejercido más allá y muy por encima de las contingencias políticas de cada momento. Un poder que, en el caso de David Rockefeller, ha venido basándose en una amplia red de influencias y relaciones sociales tejida a lo largo de decenios por las Fundaciones del Trust, así como en los puestos de primer rango detentados en organismos tales como la Round Table, el Consejo de Relaciones Exteriores, la Comisión Trilateral o el Bilderberg Group, sin contar la presidencia del Chase Manhattan Bank. Y no es en los estamentos políticos, sino en los organismos de ese tipo, donde reside el auténtico poder.

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Si, como en el primer caso, nos remontamos a los principios de la dinastía, podremos comprobar que, ya en la época de su fundador, la Standard Oil contó para su expansión exterior con la estrecha colaboración de las instituciones políticas estadounidenses. El propio John D. Rockefeller anotaría en su libro autobiográfico "Random Reminiscences" que "una de las entidades que más nos ha ayudado ha sido el Departamento de Estado", aunque se le olvidara añadir que, para hacer más grata esa ayuda, muchos de los embajadores y cónsules norteamericanos figuraban en la nómina de la Standard, percibiendo a cambio de sus servicios las oportunas compensaciones económicas.

Uno los capítulos más lucrativos de las actividades comerciales de la Standard en el exterior se sitúa en el ámbito de los conflictos bélicos. En la década de los veinte, la Standard de Nueva Jersey formó un consorcio con la corporación petroquímica alemana I.G. Farben. Las relaciones comerciales entre ambas compañías continuaron después de la subida de Hitler al poder, e incluso se prolongaron durante los primeros años de la guerra. Y es que los buenos negocios no entienden de otras desavenencias que no sean las económicas.

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Posteriormente, tanto la guerra del Vietnam, como la árabe-israelí de 1973, dieron lugar a numerosas denuncias acusando a los trusts petroleros (la EXON y la SOCONY de Rockefeller entre ellos) de lucrarse con la primera y, más aún, de promover la segunda con el propósito de provocar el alza de los precios del crudo. En tal sentido se manifestaron el rotativo Washington Observer y, muy especialmente, una documentada obra publicada en 1974 por C.Baker bajo el título "The Great Rockefeller Energy Hoax".

En los países sudamericanos, las actividades económicas del trust Rockefeller y de las restantes macrocompañías norteamericanas se beneficiarían de la política oficial diseñada por el Departamento de Estado para esa región, política basada en el principio de la prioridad de los intereses privados estadounidenses sobre cualquier consideración de carácter político.

Otro de los principios que han regido la política exterior de los Estado Unidos en el Tercer Mundo, y que sirvió de cobertura a la actuación de los grandes trusts, fue formulado precisamente por Nelson Rockefeller a comienzos de la década de los cincuenta, cuando señalara la importancia que tendrían en el futuro los recursos de los países tercermundistas, así como la necesidad de asegurarse su control. Tesis que, obviamente, serían adoptadas con puntualidad por el Departamento de Estado.

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LA COMISIÓN TRILATERAL

 Zbigniew Brzezinski

Tras año y medio de intensos tanteos y reuniones preparatorias auspiciadas por el Chase Manhattan Bank, en julio de 1973 hacía su presentación oficial la Comisión Trilateral, un organismo de carácter privado que su más destacado ideólogo, Zbigniew Brzezinski, iba a definir como "el conjunto de potencias financieras e intelectuales mayor que el mundo haya conocido nunca".

Después de varias reuniones del Comité Ejecutivo, en las que se estableció una declaración de principios y se trazaron las líneas maestras de la organización, en mayo de 1975 tuvo lugar en la localidad japonesa de Kyoto la primera sesión plenaria de la Trilateral. Los delegados asistentes a la misma representaban en su conjunto alrededor del 65% de las firmas bancarias, comerciales e industriales más poderosas del planeta. Figuraban entre ellos los máximos dirigentes de las bancas Rothschild y Lehmann, del Chase Manhattan Bank, de las multinacionales Unilever, Shell, Exon, Fiat, Caterpillar, Coca Cola, Saint-Gobain, Gibbs, Hewlett-Packard, Cummins, Bechtel, Mitsubishi, Sumitono, Sony, Nippon Steel, etc., así como los mandatarios de varias Compañías públicas nacionalizadas de proyección multinacional. En definitiva, los mayores productores mundiales de petróleo, de acero, de automóviles y de radiotelevisión, y los principales grupos financieros del planeta estaban en manos de miembros activos de la recién creada Comisión Trilateral. Con el transcurso del tiempo y las sucesivas incorporaciones, la concentración de grandes firmas en el seno de la Comisión iría a más. Los dos temas que constituyeron el objeto central de aquel encuentro no podían llevar títulos más expresivos: "La distribución global del Poder" y "Perspectivas y asuntos claves de la Comisión Trilateral".

El organigrama de la Comisión se articula atendiendo a las tres regiones hiperdesarrolladas del globo para las que fue concebida, esto es, América del Norte (EEUU y Canadá), Europa y Japón..Cada una de estas tres zonas dispone de un Comité Ejecutivo que, entre otras cosas, se encarga de elaborar la relación de empresarios, políticos, sindicalistas, académicos y dirigentes de medios de comunicación considerados idóneos para su incorporación a la entidad; todos ellos constituyen la base sobre la que se levanta la estructura piramidal de la Comisión. El órgano supremo trilateralista es el Comité Directivo Mundial, presidido por David Rockefeller e integrado por los presidentes, los diputados presidentes y los directores de cada una de las tres grandes zonas en que está implantada la organización. /... entre sus integrantes se encuentran indistintamente individuos adscritos tanto a la derecha como a la izquierda política, por emplear una terminología que, si bien carece de significado en lo esencial de los planteamientos de unos y otros y en la práctica de los hechos, resulta de uso obligado en el terreno de lo convencional.

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En cuanto a los objetivos de la Comisión, éstos se componen de una amalgama de enunciados teóricos y de planteamientos prácticos sin ninguna relación entre sí. Se trata, pues, de separar la retórica de la realidad, cosa que tampoco reviste excesiva dificultad.

Entre los primeros figuran los consabidos estereotipos característicos de la demagogia oficial. La declaración trilateralista enunciada en el World Affairs Council de Filadelfia (24-10-1975) ofrece una buena muestra de lo dicho: "Todos los pueblos forman parte de una comunidad mundial, dependiendo de un conjunto de recursos. Están unidos por los lazos de una sola humanidad y se encuentran asociados en la aventura común del planeta tierra....La remodelación de la economía mundial exige nuevas formas de cooperación internacional para la gestión de los recursos mundiales en beneficio tanto de los países desarrollados como de los que están en vías de desarrollo"

Efectivamente, desde que fuera creada la Comisión Trilateral, y después de veinte años de "distribución" de los recursos mundiales, éstos son acaparados en más de un 80% por los países pertenecientes a la órbita de la Comisión, países que apenas representan en su conjunto el 10% de la población mundial.

Prescindiendo de las declamaciones altisonantes y de los efectismos hipócritas, lo cierto es que uno de los objetivos para los que fue creada la Comisión se basa justamente en lo contrario, esto es, en consolidar la hegemonía del bloque desarrollado sobre los países del Tercer Mundo y en impedir que éstos puedan obstaculizar el futuro de ese predominio. De ahí que una de las primeras propuestas del ideólogo trilateralista Z. Brzezinski, consistiese en "el establecimientos de un sistema internacional que no pueda verse afectado por los "chantajes" del Tercer Mundo". En ese mismo sentido se manifestaría durante la cumbre de Kyoto de 1975, donde señaló explícitamente que "el eje esencial de los conflictos ya no se sitúa entre el mundo occidental y el mundo comunista, sino entre los países desarrollados y los que aún no lo están", una declaración que reflejaba adicionalmente la doctrina desarrollada por la Comisión Trilateral en sus relaciones con el bloque marxista.

En efecto, las reuniones plenarias de la Trilateral contaron desde el principio con la asistencia de una delegación soviética, habida cuenta que los analistas de la Comisión estimaban que, en su conjunto, la situación reinante en la URSS no suponía el menor impedimento para una mutua comprensión. Muy al contrario, los expertos trilateralistas calificaron como "óptimo" para los objetivos de la Comisión "el gran conjunto económico soviético, donde se afirma la concentración de fuertes unidades de producción que, aunque todavía nacionales, operan con fundamentos y capacidad de acción multinacional".

Ignorando, pues, la situación interna de la Unión Soviética y sus violaciones sistemáticas de los cacareados derechos humanos, ya que lo contrario, según Brzezinski, no haría sino obstaculizar una futura y más estrecha colaboración, y bajo el eslógan "el comercio es la paz", los diversos trusts económicos integrados en la Trilateral mantuvieron un lucrativo negocio con la extinta URSS y sus satélites, procurándoles todo tipo de equipamientos industriales, sistemas electrónicos, productos petroquímicos, cereales, etc. La magnitud de esas operaciones crediticias y comerciales implicaba, como consecuencia adicional, una dependencia casi absoluta del régimen soviético respecto del área de implantación de la Comisión Trilateral , sumamente interesada, a su vez, en no malograr con humanitarismos extemporáneos tan importante mercado.

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Pero el caballo de batalla de la Comisión Trilateral, y aquí ya entramos de lleno en sus motivaciones esenciales, es la interdependencia, un concepto que, en la práctica, no es sino el elemento básico en torno al cual se articula la tesis y el propósito fundamental de la organización, a saber, el Gobierno Mundial.

La idea según la cual los Estados nacionales deben renunciar a su soberanía en aras de un proyecto supranacional, controlado e instrumentalizado, naturalmente, por los cónclaves plutocrático-tecnocráticos, aparecía ya esbozada en un comunicado emitido por el Comité Directivo de la Trilateral a raíz de la cumbre de 1975: "La comisión Trilateral espera que, como feliz resultado de la Conferencia, todos los gobiernos participantes pondrán las necesidades de interdependencia por encima de los mezquinos intereses nacionales o regionales".

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Todos estos planteamientos, que conforman el eje de la actuación de la Trilateral, constituyeron el leiv motiv de su nacimiento, justificado en razón de la necesidad de que los problemas de Norteamérica, Europa y Japón se resolviesen en común a través de su interdependencia económica y tecnológica. Planteamientos que, como será fácil advertir, son los mismos que han inspirado el alumbramiento de otros foros de ámbito multinacional (Fondo Monetario Internacional, GATT, Maastricht, etc.) dominados por los poderes económicos y gestionados por sus peones político-burocráticos. El principio básico, que es el mismo en todos los casos, sería perfectamente enunciado por David Rockefeller con estas palabras: "De lo que se trata es de sustituir la autodeterminación nacional que se ha practicado durante siglos en el pasado por la soberanía de una élite de técnicos y de financieros mundiales".

Para conocer el exacto significado de esa interdependencia, perfectamente claro por otra parte, basta con prescindir de la retórica practicada por dichos foros supranacionales y acudir a las conclusiones que adoptan en sus cumbres periódicas. La Conferencia de Davos de 1971 ofrece una buena muestra al respecto: "En los próximos treinta años, alrededor de trescientas multinacionales geocéntricas regularán a nivel mundial el mercado de los productos de consumo, y no subsistirán más que algunas pequeñas firmas para abastecer mercados marginales. El objetivo deberá alcanzarse en dos etapas: primeramente, diversas firmas y entidades bancarias se reagruparán en el marco multinacional; después, hacia finales de la década, esas multinacionales se acoplarán al objeto de controlar, cada una en su especialidad, el mercado mundial". Si nos situamos en la más inmediata actualidad, la última reunión de Davos tenía lugar entre el 26 y el 31 de enero de 1995, con la asistencia de los dirigentes de las más poderosas Multinacionales del planeta y de un nutrido elenco de tecnócratas y líderes políticos.

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A la vista de todo esto, no resulta complicado conocer las claves de esa "benéfica" interdependencia. Traducida a la práctica, y a medida que avanza el proceso de cesión de las soberanías nacionales a los organismos supranacionales, no significa otra cosa que la sumisión progresiva a las directrices de estos últimos, o lo que es lo mismo, a los dictados de la Alta Finanza. La globalización de la economía bajo la férula del Gran Capital supone igualmente la garantía más eficaz para que ningún país se salga del redil, so pena de verse abocado a una debacle económica. Todo lo cual no impide que las tesis mundialistas vayan acompañadas de la vitola del progresismo (aunque gozan del beneplácito general, nadie las propaga con más ahínco que los medios de izquierdas), ni que cualquier tentativa por desenmascarar su trasfondo totalitario sea tachada de reaccionaria.

 Jacques Delors

En el ámbito europeo, la instancia oficial que mejor encarna todo lo apuntado es el Tratado de Maastricht. Tratado que no es producto de la improvisación sino que obedece a los designios trazados desde tiempo atrás por los núcleos oligárquicos de poder. Con arreglo a tales directrices, esbozadas públicamente en más de una ocasión (ver El País de 19-11-89) por el ex-presidente de la Unión Europea, Jacques Delors, el territorio europeo habrá de ajustarse a un modelo supranacional basado en la delegación progresiva de las soberanías estatales a través de acuerdos comunitarios cada vez más estrechos; un modelo en cuyo núcleo se situaría una red de empresas multinacionales conectadas entre sí a nivel mundial. Otro de los elementos tácticos de ese diseño ha sido el fomento de las aspiraciones regionalistas, algo que en no pocos casos constituye un factor más de desestabilización y debilitamiento de las estructuras estatales, y que no responde sino al viejo aforismo del "divide y vencerás". No se necesitan grandes dosis de perspicacia para constatar que los fenómenos independentistas debilitan la estructura de los Estados europeos donde se manifiestan, lo que redunda en beneficio de las superestructuras de alcance multinacional.

Si, a título de ejemplo, nos detenemos en el caso español, tampoco resultará difícil reparar en la actitud de los nacionalismos más recalcitrantes (vasco y catalán), cuyos líderes políticos se muestran tan contrariados por la falacia del yugo españolista como entusiastas del dogal europeísta. Y no deja de ser significativo que los mismos sujetos que abominan del pretendido centralismo de Madrid sean fervientes partidarios del centralismo plutocrático-tecnocrático consagrado por los acuerdos de Maastricht.

Por lo demás, ese mecanismo soterrado de disolución tampoco ha sido ajeno al desencadenamiento del conflicto yugoslavo, en cuyos inicios jugaría un papel crucial el reconocimiento de las repúblicas secesionistas por parte de varias cancillerías occidentales.

Por lo que se refiere al ámbito político, las intervenciones directas en el mismo por parte de laComisión Trilateral comenzaron a producirse al poco de su creación, al punto que ya en 1977, con motivo de las elecciones que llevaron a Jimmy Carter a la presidencia de los Estados Unidos, salió a la luz una de sus muestras más flagrantes. En efecto, una vez constituida la Administración Carter pudo comprobarse que, además del presidente, varios de los altos cargos del nuevo gobierno estaban vinculados a la Comisión. Figuraban entre ellos :
Walter Mondale, vicepresidente del gabinete,
Cyrus Vance, titular de la secretaría de Estado,
Harold Brown, secretario de Defensa, y
Zbigniew Brzezinski, en la jefatura del Consejo Nacional de Seguridad.

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Zbigniew Brzezinski, modelo de tecnócratas, nació el año 1928 en Varsovia, ciudad desde su familia se trasladó a Canadá a raíz de la implantación en territorio polaco del régimen comunista. Poco antes de afincarse en los Estados Unidos, Zbigniew contrajo matrimonio con una sobrina del que fuera Presidente de la República Checoslovaca y gran maestre de la masonería de aquel país, Eduard Benes, un personaje cuya entrada triunfal en Praga al término de la 2ª Guerra Mundial constituye un episodio digno de mención: con motivo del recibimiento dispensado por sus acólitos a tan ilustre filántropo el 13 de mayo de 1945, centenares de alemanes, adultos y niños, ardieron a modo de antorchas humanas, rociados de gasolina y colgados boca abajo de los árboles de la Avenida de San Wenceslao.

Una vez instalado en los Estados Unidos, Z.Brzezinski se matriculó en Harvard, donde obtuvo el doctorado en Ciencias Políticas con una tesis sobre las purgas estalinistas. Fue en los inicios de los años cincuenta, con la nacionalidad norteamericana ya conseguida, cuando Brzezinski comenzó a destacar en los círculos académicos y políticos estadounidenses por sus trabajos sobre los regímenes marxistas, no tardando en labrarse una gran reputación como experto en asuntos soviéticos. Esto posibilitaría su salto definitivo a las altas esferas del Poder a comienzos de la década de los setenta.

En diciembre de 1971, Zbigniew organizó un seminario para el estudio de los problemas comunes a las tres grandes zonas desarrolladas del planeta. Aquel foro, convocado para becarios de la Brookings Institution, reputado feudo de la izquierda liberal norteamericana, suscitó la atención deDavid Rockefeller, quien a la vista de las especiales aptitudes del tecnócrata polaco se apresuró a reclutarlo para su causa. De tal modo que, cuando en julio de 1972 tuvo lugar en Pocantico Hills (residencia familiar de los Rockefeller) el encuentro tripartito en el que se ultimó la creación de la Comisión Trilateral, Z.Brzezinski se hallaba ya entre los miembros de la delegación americana destacada en dicha reunión, al lado del propio David Rockefeller, George Franklin, Fred Bergsten y George Bundy. Como colofón, en el otoño de ese mismo año fueron designados los tres presidentes territoriales de la recién nacida Trilateral, recayendo en Brzezinski el nombramiento de Director Coordinador. Poco después pasó a desempeñar la dirección de la sección norteamericana de dicha entidad, cargo en el que permanecería hasta su designación por Jimmy Carter para la presidencia del Consejo Nacional de Seguridad.

En su calidad de iniciado en las altas esferas del Poder, Z.Brzezinski es colaborador habitual de las publicaciones oficiales editadas por diversas organizaciones de corte mundialista:
Trialogue (órgano de la comisión Trilateral),
Foreign Affairs (revista del Consejo de Relaciones Exteriores),
International Affairs y
The World Today (publicaciones del Real Instituto de Asuntos Internacionales, homólogo británico del CFR), etc.


Prescindiendo de sus colaboraciones puntuales en los citados medios de expresión, el grueso de la doctrina de Brzezinski puede encontrarse en "La Era Tecnotrónica" y en "Entre dos Eras: el papel de América en la Era Tecnotrónica", dos obras a través de las cuales el tecnócrata polaco expone sus análisis y "previsiones" de futuro.

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Entre los planteamientos básicos de las susodichas obras figura igualmente la supresión progresiva de las soberanías nacionales, que en aras de un nuevo orden de "paz y progreso" deberán ser transferidas a instituciones supranacionales dirigidas por una "élite" científica y financiera mundial.Brzezinski preconiza asimismo "el ocaso de las ideologías y de las creencias religiosas tradicionales, pues sólo los elementos suministrados por la tecnología y la electrónica podrán permitir a las sociedades humanas avanzar hacia el bienestar y el progreso", los dos grandes pilares de la Era Tecnotrónica.

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Y no hay duda de que los "pronósticos" que hiciera Brzezinski son una realidad cada día más consolidada gracias al desarrollo progresivo de las técnicas de control social desarrollados por los modernos regímenes policíacos de "derecho". A este respecto conviene destacar el papel crucial desempeñado por el terrorismo, cuyas acciones le han servido al Sistema de inmejorable pretexto para ampliar y reforzar sus mecanismos de dominio.

El repertorio de los mecanismos de control social que se han ido implantando es amplio, y comprende, desde la adopción de disposiciones legales que introducen una suerte de estado de excepción permanente, hasta el uso de técnicas diversas. Entre estas últimas figuran los documentos de identificación provistos de una banda magnética donde consta una completa ficha de su titular, las cámaras de vídeo instaladas ya en la vía pública de numerosas urbes, y las grandes computadoras centralizadas donde se archivan los datos personales de toda la población. Aunque tales técnicas podrían hasta calificarse de rudimentarias si se comparan con otras más sofisticadas que sólo están a la espera de la oportuna razón "democrática" que aconseje su implantación. Así, la compañía estadounidense Nielsen Media Research, en colaboración con el Centro de Investigación David Sarnoff (organismo controlado por el CFR y la Pilgrims Society), han desarrollado desde hace tiempo un dispositivo que, una vez instalado en el televisor, permite observar e identificar desde una estación de seguimiento a los espectadores sentados frente a la pequeña pantalla. No menos digno de mención es el necio alborozo con el que los medios occidentales celebraron durante la Guerra del Golfo el hecho de que los satélites norteamericanos filmasen y transmitiesen con detalle todo lo que ocurría en cada palmo del territorio iraquí.; un "adelanto" técnico que, conociendo la catadura de quienes lo manejan, sólo puede constituir motivo de alegría para los desalmados y los imbéciles.

Las iniciativas en pro de la seguridad "democrática" desarrolladas por la socialdemocracia alemana no tardaron en hacerse extensivas a otros países europeos, entre los que España no iba a ser una excepción. En nuestro país, esa gran computadora central mencionada líneas atrás está ubicada en El Escorial , y su planificación contó con el asesoramiento de un grupo de expertos del Departamento Informativo de la policía federal alemana. El banco de datos de dicho ordenador dispone de doscientas terminales distribuidas por toda la geografía española, y el personal que lo atiende está integrado en su totalidad por funcionarios policiales. Todos y cada uno de los ciudadanos españoles tienen allí su correspondiente ficha magnética, en la que figura un amplio historial elaborado a partir de la información suministrada por múltiples fuentes fragmentarias; un historial compuesto por innumerables datos, muchos de ellos ya olvidados e incluso desconocidos por los propios afectados.

A la vista de la concatenación sistemática que se lleva a cabo desde las altas instancias políticas, utilizando la lucha antiterrorista como medio para la adopción de medidas excepcionales de aplicación global y discrecional, nada tiene de sorprendente el hecho de que detrás de no pocas acciones terroristas haya algo más que un atajo de violentos y de oligofrénicos, dos especímenes, por lo demás, nada difíciles de reclutar y menos aún de manipular. Después, sus matanzas indiscriminadas las sufrirá la población y las rentabilizará el Poder.

Acerca de las turbias tramas que se mueven en el submundo del terrorismo, existen trabajos rigurosos y harto ilustrativos de los sórdidos manejos y de los intereses supuestamente antagónicos que aparecen entrecruzados en algunas de ellas.

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 Henry Kissinger

Por lo que se refiere al otro gran estratega de la Trilateral, Abraham ben Elazar, más conocido como Henry Kissinger, nació el año 1923 en la localidad alemana de Fürth (Baviera), desde donde emigró en 1939, junto con su familia, a los Estados Unidos, país cuya nacionalidad adoptaría en 1943. En 1947 obtuvo una beca del Fondo Rockefeller merced a la cual cursó estudios y se graduó en Ciencias Políticas en la Universidad de Harvard, reputado centro fabiano del Establishment en el que posteriormente desempeñaría varios cargos docentes y directivos.

Su participación en la vida pública estadounidense comenzó a principios de los años sesenta, desempeñando desde entonces e ininterrumpidamente a lo largo del mandato de cuatro presidentes norteamericanos diversos cometidos políticos de alto nivel. Fue asesor de la Oficina de Coordinación Gubernamental, del Consejo Nacional de Seguridad, de la Agencia de Control de Armamento y del Departamento de Estado, todo ello durante las Administraciones Kennedy y Johnson, hasta que en 1969 Richard Nixon le nombró su consejero personal, empleo que simultaneó con la presidencia del Consejo Nacional de Seguridad. Cuatro años después fue designado por Nixon Secretario de Estado, cargo en el que sería ratificado por el siguiente inquilino de la Casa Blanca, Gerald Ford.

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Experto como Brzezinski, en política internacional y en asuntos soviéticos, el profesor Kissinger no tardó en concitar el interés del Consejo de Relaciones Exteriores, que ya en 1955 le encomendó la dirección de una investigación para el análisis de las posibles respuestas a la amenaza soviética. Este poderoso club, a cuya presidencia accedería Kissinger años después, fue una de sus catapultas políticas. La Fundación Rockefeller Brothers habría de ser la otra. En efecto, la dirección del Programa Especial de Estudios de dicha entidad, que le fuera confiada en 1956, no constituyó más que el primer episodio de una estrecha e ininterrumpida colaboración entre Henry Kissinger y el clan Rockefeller. Desde finales de los años cincuenta, el profesor Kissinger se convirtió en el principal asesor de las campañas políticas de Nelson Rockefeller, puesto que ocuparía hasta el momento mismo en que ambos se incorporaron a la Administración Ford, el primero como Secretario de Estado y el segundo en calidad de Vicepresidente de los Estados Unidos. Paralelamente a todo ello discurrieron las actividades compartidas por Kissinger y David Rockefeller en el seno del Consejo de Relaciones Exteriores, colaboración que se estrecharía todavía más cuando el plutócrata fichó al tecnócrata para la Comisión Trilateral.

No será necesario exponer las tesis de Henry Kissinger en materia de política internacional y en asuntos soviéticos, toda vez que, en lo esencial, son las mismas que ya viéramos al hablar de Brzezinski. Lo que sí es digno de reseñarse son las actividades que desarrolló nuestro protagonista en aplicación de tales planteamientos, así como las controversias que suscitó como consecuencia de todo ello. Y no solamente fue la curiosa política de distensión aplicada por Kissinger lo que provocó la perplejidad de los más diversos círculos políticos, sino también los nombramientos que efectuara desde su puesto como secretario personal de Nixon y, posteriormente, desde la jefatura del Consejo Nacional de Seguridad y la dirección del Departamento de Estado. Nombramientos entre los que figuraron varios personajes conocidos por su filiación pro-marxista, como sería el caso deHelmuth Sonnenfeld, James Sutterlin, Boris Closson, William Hall y Arnold Wiesner.

La perplejidad de los primeros momentos acabó dando paso a la sospecha abierta, que terminaría concretándose en una serie de informes, tanto privados como oficiales, que iban a desvelar con pruebas contundentes el origen de tan extraños hechos.



 Gunter Guillaume


El primero de ellos fue elaborado por Frank Capell, experto en cuestiones de espionaje y analista de varias revistas políticas estadounidenses, una de las cuales, The Herald of Freedom, lo publicó íntegramente en octubre de 1971. Dicho informe fue posteriormente leído en el Congreso por el diputado John Rarick, y recogido en el tomo 117 de losInformes Oficiales de Sesiones del Congreso de 28-10-71. Con arreglo al mismo, las relaciones de HenryKissinger con varios de sus colaboradores y subordinados en el Consejo Nacional de Seguridad y en el Departamento de Estado se remontaban al período 1943-1946,durante el cual Kissinger permaneció en Alemania como integrante de las fuerzas de ocupación norteamericanas, que le nombraron, pese a su escasa graduación militar (sargento), administrador de la ciudad de Bensheim. Fue en ese período cuando Kissinger entró en contacto con sus correligionarios Helmuth Sonnenfeld, Gunter Guillaume, agente de los servicios secretos de la Alemania del Este y más tarde secretario de Willy Brandt, y Egon Bahr, colaborador de la inteligencia soviética y futuro artífice de la Ostpolitik. Todos ellos se integrarían en una célula de espionaje en favor de la URSS, en la que el sargento Kissinger operaba bajo el seudónimo de Bor.

 Goleniewski

Tales imputaciones, que la Administración norteamericana se limitó a negar sin más, fueron posteriormente confirmadas por dos ex-oficiales del KGB, Golitsin yGoleniewski, así como por un completo dossier elaborado por un equipo de agentes de la CIA, en el que se revelaban todos los lazos existentes entre Kissinger y la Inteligencia soviética. El contenido de dicho dossier, archivado en su día por Stansfield Turner, director de la Agencia norteamericana y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores, ha visto la luz recientemente gracias a un trabajo publicado por tres expertos en asuntos de espionaje, William Corsony los esposos John y Susan Trenton ("Four american Spies, the wives they left behind and the KGB's crippling of American Intelligence").

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 Stansfield Turner

Por lo demás, el contenido de los informes mencionados no empañó en lo más mínimo la carrera política de Henry Kissinger, que sólo se vio momentáneamente truncada cuando la Suprema Corte Rabínica de Estados Unidos decretó en 1976 su excomunión, a raíz de las maniobras desplegadas por el entonces Secretario de Estado para maquillar las conquistas de Israel durante la Guerra del Yon Kippur. Un conflicto a cuyo desencadenamiento "preventivo" no fue ajeno el propio Kissinger, y que reportó a las arcas de sus patrocinadores, losRockefeller, y a las multinacionales petrolíferas en general, enormes beneficios.

Con todo, el ostracismo de Kissinger, aunque severo mientras pesó sobre él la excomunión, se iba a prolongar durante poco tiempo, ya que la Corte Rabínica no tardaría en rehabilitarle en atención a las nuevas contribuciones del penado a la causa sionista. La doctrina sugerida por Kissinger, consistente en la fragmentación del Líbano en varios compartimentos político-confesionales como la mejor fórmula para garantizar la seguridad de Israel, se resumiría en su célebre sentencia: "Si queréis la paz en Oriente Medio, entregad el Líbano a Siria".

Desde que abandonara la política activa, al menos de forma oficial, la actividad de Kissinger se ha desplegado a través de sus continuos desplazamientos de un extremo a otro del planeta, como comisionado y embajador de proyectos e intereses equivalentes a los que ya representó en su época anterior. Tal actividad no se reduce al terreno de lo político, aunque frecuentemente ejerza labores de emisario especial de la Administración norteamericana, sino que, de acuerdo con su posición en la Comisión Trilateral, se desarrolla fundamentalmente en el ámbito económico, que es el esencial y el que determina el curso de todos los demás. Ése es el terreno en el que se desenvuelve actualmente Henry Kissinger, a quien la Alta Finanza suele encomendar diversos asuntos relacionados con la deuda pública, asuntos que el eficiente tecnócrata solventa sin estridencias públicas y con pingües beneficios para sus arcas a través de su compañía de consultores Kissinger Associates, cuyos clientes son, lógicamente, los Estados deudores y las Multinacionales acreedoras.

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En la órbita de la Comisión Trilateral e íntimamente vinculada a la misma, compartiendo programas y proyectos, se desenvuelven una serie de entidades entre los que sobresalen dos: el Instituto Aspen y el Club de Roma.



El Instituto Aspen de Estudios Humanísticos fue fundado en 1949 por iniciativa de varios miembros del Real Instituto de Asuntos Internacionales británico y de su equivalente norteamericano, el omnipresente Consejo de Relaciones Exteriores. El objetivo de este organismo se centra en llevar a cabo un vasto análisis de los elementos que han configurado el curso de las sociedades humanas, para poder así, una vez conocidos éstos y sometidos al oportuno control, planificar el venturoso futuro de la humanidad

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A tal efecto, el benemérito Instituto no sólo explora el pensamiento de los grandes maestros y pensadores del pasado, sino que también promueve foros de reflexión en los que reúne a los grandes maestros tecnocráticos del presente: ejecutivos de empresas multinacionales, políticos, académicos, científicos, líderes sindicales, etc. El propósito fundamental de dichas reuniones, en las que oligarcas y pseudocontestatarios de izquierdas confraternizan y hacen causa común, se centra en lograr que aquellas posiciones que en principio pudieran ser divergentes confluyan finalmente en un punto básico de entendimiento común, cosa, por lo demás, nada difícil de conseguir entre individuos que, en lo esencial, comparten una misma mentalidad.

 Aurelio Peccei






Por derroteros similares se desenvuelve el Club de Roma, nacido en abril de 1968 a instancias de AurelioPeccei, miembro destacado del Bilderberg Group, del comité directivo de la empresa FIAT y del consejo de administración del Chase Manhattan Bank; el perfil característico, como se podrá comprobar, del filántropo benefactor.

 Alfred Sauvy

Desde que fuera creado, este organismo se ha distinguido por sus informes apocalípticos sobre el crecimiento demográfico, informes elaborados en la línea del más puro fabianismo malthusiano y en los que se aboga por un drástico control de la natalidad, en estrecha conexión con las campañas proabortistas promovidas por las Fundaciones Ford y Rockefeller. Lo malo es que los artificiosos planteamientos y los errores de bulto del programa elaborado por el Club en "Los Límites al Crecimiento", han sido contundentemente refutados por varios especialistas (Alfred Sauvy entre ellos) ajenos a los abrevaderos oficiales. Después, varios de esos errores de bulto han sido reconocidos por el propio Club de Roma, aduciendo que tan solo se trataba de elementos de provocación.

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Entre los postulados ideológicos sostenidos por el Club de Roma para alumbrar esa "nueva sociedad" figura, cómo no, la necesidad de implantar un Gobierno supranacional. En ese sentido se han manifestado reiteradamente sus más destacados dirigentes, desde el ya fallecido Aurelio Peccei, quien en su momento significó que "uno de los mayores obstáculos para el progreso de la humanidad es el concepto de la soberanía de cada nación", hasta su discípulo y sucesor en la jefatura del Club, Alexander King, según el cual "la sociedad mundial requiere una única dirección, un gran capitán que guíe la tierra hacia un destino común". Ni el Gran Hermano de la pesadilla orwelliana se habría expresado mejor.

Entre los miembros más relevantes del Club figuran individuos como :



Daniel Jensen (Trilateral, Bilderberg),

Sol Linowitz (Trilateral, CFR),

Edgar Pisani (Instituto Aspen, Bilderberg),

Jimmy Carter (Trilateral, CFR) y

Kurt Rothschild.


Por lo que se refiere a sus socios españoles cabe citar dentro de los más conocidos a:



José Luis Cerón,
Carlos Robles Piquer,
Federico Mayor Zaragoza,
Joaquín Ruiz Jiménez Cortés,
Fernando Morán,
Javier Solana y
Mercedes Sala.

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Al igual que ocurre con otras entidades afines de carácter mundialista, la Comisión Trilateral cuenta con una serie de émulos surgidos en diversos países a modo de prolongación o réplica a escala regional del modelo trilateralista. Uno de tales organismos, con sede en Francia, ya fue citado por el rotativo L'Humanité en 1977, aunque hubo que esperar hasta 1991 para que la indiscreción de una colaboradora del mismo permitiera conocer su relación de integrantes. El grupo en cuestión se denomina Le Siècle, y en su seno confraternizan y hacen proyectos de futuro la oligarquía plutocrática y la vanguardia "proletaria".

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EL GRUPO BILDERBERG

 Bernardo de Holanda

El Grupo Bilderberg nació oficialmente en mayo de 1954, fecha en la que tuvo lugar en la localidad holandesa de Oosterbeek la primera Conferencia de esta entidad con la participación de un centenar de destacadas figuras del mundo económico, político, académico y mediático. El anfitrión de aquella sesión inaugural, celebrada en los salones del hotel Bilderberg, de donde procede el nombre del grupo, fue el príncipe Bernardo de Holanda, un personaje estrechamente vinculado a los altos círculos financieros y políticos occidentales. Desde que echara a andar, el mensaje difundido por los mentores del Bilderberg Group fue el característico de este tipo de organismos: se trataba, según el comunicado oficial, de una entidad destinada a fortalecer la unidad atlántica, a frenar el expansionismo soviético y a fomentar la cooperación y el desarrollo económico de los países del área occidental. Todo lo cual no era más que una forma eufemística de describir los objetivos reales de la organización, perfectamente conocidos a tenor del contenido de sus reuniones. Y es que, a pesar del hermetismo en el que se desarrollan éstas, nunca han faltado las filtraciones reveladoras sobre el particular.

En el seguimiento de las reuniones y andanzas de esta emérita cofradía merece destacarse la labor que, desde hace tiempo, viene realizando el rotativo estadounidense The Spotlight, cuyas valiosas informaciones han sido fundamentales para saber que tales objetivos se resumen en uno, cual es el cercenamiento progresivo de las soberanías nacionales y su transferencia a instituciones de carácter oligárquico y supranacional.

Pero antes de seguir adelante convendrá escudriñar en los orígenes de esta entidad, en los que aparece como eminencia gris e instigador un personaje de escasa resonancia pública, pero de enorme peso en los más discretos y selectos círculos del Poder. Se trata de Joseph Retinger, un sujeto a quien el propio Bernardo de Holanda rendiría homenaje fúnebre con estas palabras: "La historia conoce numerosos personajes notables sobre los cuales se concitó durante su vida la atención general. Ellos fueron admirados y festejados por todos, y nadie ignoró su nombre.... Existen, sin embargo, otros hombres cuya influencia es todavía mayor, incidiendo con su personalidad en el tiempo en que vivieron, aunque no son conocidos, pese a todo, más que por un círculo de iniciados muy restringido. Joseph Retinger fue uno de éstos". (Bulletin nº 5 du Centre de Culture Europeèn).

 Joseph Retinger

Joseph Retinger nació en Cracovia el año 1887 en el seno de una prestigiosa familia de origen judío-austríaco. A la edad de 18 años marchó a París, donde se doctoró en Letras y entabló sus primeros contactos en las altas esferas sociales occidentales. Acto seguido se iniciaría su azarosa y agitada existencia, caracterizada por sus múltiples cambios de residencia y constantes desplazamientos, así como por su presencia en la mayor parte de los escenarios político-diplomáticos donde se ventilaron los conflictos europeos de la primera mitad de este siglo. Una frenética actividad, en suma, que guarda un curioso paralelismo con las andanzas de los célebres agentes itinerantes de la francmasonería iluminista.

Después de cursar estudios en la Escuela de Ciencias Políticas parisina se trasladó a Munich, donde siguió un curso de psicología. Posteriormente, en 1914, se dirigió a Londres para inscribirse en la London School of Economics, centro en el que entabló estrechos contactos con los círculos fabianos británicos aglutinados en torno a esa influyente institución. Tras iniciarse en la francmasonería sueca, se desplazó a los Estados Unidos, país en el que ampliaría sus relaciones de alto nivel y protagonizaría un sinfín de peripecias. Finalmente, una vez concluida la 2ª Guerra Mundial, Joseph Retinger se entregó de lleno a la tarea de construir los cimientos del movimiento europeísta.

En mayo de 1946, junto con Paul von Zeeland, crea la Liga Europea de Colaboración Económica, un organismo en el que, contrariamente a lo podría deducirse por su nombre, participaron activamente varios miembros destacados de la nomenclatura oligárquica estadounidense, como:
John McCloy (CFR, Bilderberg, Chase Manhattan Bank),
Averell Harriman (CFR, Bilderberg, Pilgrims, The Order),
George Franklin (CFR, Bilderberg, Trilateral),
John Foster Dulles (CFR, Bilderberg),
William Wiseman (socio de la Banca Khun&Loeb),
M. Leffingwelle (socio de la Banca Morgan),
Nelson y David Rockefeller, etc.


El 7 de mayo de 1948 veía la luz otra elaboración de Retinger, el Congreso de Europa, una entidad en la que se integraron varias organizaciones afines del momento, y de la que surgiría un año después el Consejo de Europa. No menos digno de mención es el decisivo papel desempeñado por Retinger en el alumbramiento del Movimiento Europeo, una institución que tiene como objetivo fundamental la implantación de un gobierno europeo supranacional, y cuya secretaría general ocuparía su fundador durante varios años. Obvio es decir que esta clase de organismos no son otra cosa que emanaciones de las altas esferas plutocrático-oligárquicas, por lo que nada tiene de sorprendente el contenido de un informe confidencial elaborado por uno de ellos, la Comisión Europea, durante el mandato de Jacques Delors, informe con arreglo al cual quince multinacionales se repartirán el famoso "mercado único" europeo:


Allianz A.G.,
Mediobanca,
Lazard Partners,
S.G.Warburg,
Lambert Group,
Swiss Re.,
Credit Suisse,
Shearson,
Credit Lyonnais,
Deutche Bank,
National Nederlandem,
Barklays Bank,
Assicurazioni Generale y
Zurich Insurance.


El cometido desarrollado por Retinger en la cristalización del entramado europeísta sería valorado por el Boletín nº 5 del Centro de Cultura Europea con estas palabras: "Sin él, la Liga Europea de Cooperación Económica, el Movimiento Europeo y nuestro Centro de Cultura Europea no habrían visto nunca la luz. El Congreso de Europa de la Haya fue su obra, y el Consejo de Europa su resultado. Posteriormente fue él quien concibió y dio vida al Bilderberg Group, consagrado a la comprensión y la unión atlántica".

Tal y como indicaba el citado boletín, el Grupo Bilderberg fue, en efecto, otro de los grandes proyectos puestos en marcha por Joseph Retinger, que desempeñó la Secretaría permanente de dicho organismo hasta su fallecimiento en 1960. Debe quedar claro, no obstante, que el nacimiento del Bilderberg Group se gestó siguiendo la norma habitual en estos casos, de igual modo que ha ocurrido con todas las entidades paralelas descritas a lo largo de estas páginas, y en las que detrás del tecnócrata operador siempre ha habido un plutócrata patrocinador. Sin el sufragio económico de la casa Rothschild nunca habrían tomado cuerpo los planes de Cecil Rhodes ni la Round Table, como tampoco se habría hecho realidad la London School of Economics sin los fondos aportados para su creación por el Trust Huntington y la Banca Rothschild. Del mismo modo que el Consejo de Relaciones Exteriores y su principal artífice, el siniestro "coronel" House, contaron con el patrocinio de la Banca Morgan, o los oficios de Brzezinski y el proyecto trilateralista tuvieron como patrón a David Rockefeller, así también las labores de Retinger para el alumbramiento del Bilderberg Group respondieron a la iniciativa estratégica y a los fondos aportados por el plutócrata de turno, en ese caso Víctor Rothschild. Y es que a la sombra de toda empresa de semejante envergadura, y más allá de sus promotores inmediatos, siempre subyace una instigación oligárquica y una poderosa plataforma financiera.

 Víctor Rothschild

Hasta 1976, el Grupo Bilderberg estuvo presidido por el príncipe Bernardo de Holanda. Los lazos de la casa real holandesa (titular de una de las mayores fortunas del planeta) con la Alta Finanza son viejos y bien conocidos, lo que hace innecesario detallarlos aquí. A raíz del escándalo suscitado por los sobornos de la Compañía Lockheed, en los que se vio envuelto como principal implicado el príncipe Bernardo, éste dejó la presidencia del Grupo, siendo sustituido por Douglas Home, ministro de Exteriores británico, que permaneció en el cargo hasta 1980. A Home le sucedió Walter Scheel, ministro de Asuntos Exteriores y, posteriormente, presidente de la República Federal Alemana, que asumió la jefatura hasta 1985, año en que fue relevado por el británico Eric Roll, presidente del grupo bancario S.G.Warburg. Este último dejó paso en 1989 al actual presidente, Peter Rupert, más conocido como lord Carrington, ex-secretario general de la OTAN, ex-ministro de varios gobiernos británicos y miembro destacado de la Fabian Society y del Real Instituto de Asuntos Internacionales.

Entre los más destacados integrantes de la sección europea del Bilderberg Group es habitual la pertenencia simultánea a la Comisión Trilateral, pertenencia que se extiende al Consejo de Relaciones Exteriores en el caso de los miembros más relevantes de la sección norteamericana del Grupo. De estos últimos podría reseñarse una breve relación de nombres que militan en los tres organismos, como son:

David Rockefeller,
George Bush,
Zbigniew Brzezinski,
Robert McNamara,
Henry Kissinger,
Caspar Weinberger,
Bill Clinton, ninguno de los cuales necesita presentación,
George Ball, asociado de la banca Lehmann Brothers,
Cyrus Sulzberger, editorialista del New York Times, y
Heddy Donovan, redactor jefe de la revista Time.


Por lo que se refiere a la estructura interna del Grupo Bilderberg, ésta se articula siguiendo el esquema característico de los círculos concéntricos, que es el organigrama adoptado tanto por el entramado oligárquico-mundialista en su conjunto, como por cada una de las entidades que se integran en el mismo. En el caso del Bilderberg Group, el círculo más externo está representado por los miembros asistentes a las conferencias periódicas organizadas por este organismo, una parte de los cuales son afiliados permanentes, y la otra invitados ocasionales o en vías de reclutamiento. El primer círculo interior es el Steering Committee, compuesto por 39 miembros permanentes del Grupo. Una restringida camarilla de estos últimos constituye, a su vez, el segundo círculo interno y el más hermético. Se trata del Bilderberg Advisory Committee, cuyos integrantes norteamericanos son todos miembros del Consejo de Relaciones Exteriores. No en vano el coronel Curtis B.Dall, ex-yerno del presidente Franklin D.Roosevelt y personaje bien introducido en los medios financieros y políticos estadounidenses, definió al Grupo Bilderberg como "la fase mundialista del Consejo de Relaciones Exteriores norteamericano y del Real Instituto de Asuntos Internacionales británico".

Los objetivos del Grupo Bilderberg, nada difíciles de suponer por otra parte, han sido expuestos más de una vez con meridiana claridad en los discretos cónclaves que celebra este organismo en medio de imponentes medidas de seguridad. Si bien es lo cierto que de poco ha servido hasta ahora el sigilo que rodea tales reuniones, sobre las que raramente han faltado las filtraciones, e incluso las delaciones internas que permitieran conocer gran parte de sus conclusiones. Buena prueba de ello son las declaraciones realizadas en los preámbulos de la Conferencia Bilderberg de 1991 por CharlesMuller, un alto funcionario de la entidad, quien se quejaba de que "cada año, alguien que representa a una organización o periódico dispuesto a oponerse a nuestros objetivos acaba, de algún modo, infiltrándose" (el periódico al que hacía referencia Muller no es otro que The Spotlight).

Pese a tratarse, como ya se apuntara anteriormente, del círculo más externo de esta entidad, lo tratado en sus cumbres periódicas ofrece una clara idea de sus objetivos. Así, en la Conferencia celebrada en junio de 1991 en la localidad alemana de Baden-Baden, sus más conspicuos militantes celebraron el desarrollo de la Guerra del Golfo, cuyo desenlace estaba entonces reciente, como "un paso importante para sacar a los americanos del nacionalismo". Sobre este particular se pronunció Henry Kissinger, uno de los ponentes, haciendo notar "el avance de años" que había supuesto el hecho de que la intervención norteamericana en el conflicto hubiera sido acordada en la ONU antes de obtener el refrendo del Congreso norteamericano, único órgano facultado para declarar la guerra según lo dispuesto por la Constitución de ese país, añadiendo que "si los americanos pueden ser persuadidos de traspasar las decisiones bélicas a la ONU, los nacionalismos de vía estrecha de Francia, Gran Bretaña o cualquier otro país desaparecerán". El júbilo de Kissinger y de sus ilustres cofrades estaba plenamente justificado si se considera que la ONU no es sino uno de sus organismos títere.

Como colofón de este rápido repaso bueno será dedicar algunas palabras a uno de los "pasatiempos" predilectos de los bilderberger. Se trata de lo que, en la jerga de la organización, es conocido como"juegos de guerra", un significativo eufemismo mediante el que se designan ciertas prácticas que ya desde tiempo antes venía desarrollando el Consejo de Relaciones Exteriores. Básicamente, los llamados juegos de guerra consisten en la escenificación de situaciones de crisis extrema sobre asuntos de política internacional, a fin de tener previstas todas las posibles contingencias que pudieran representar un obstáculo para el desenlace deseado.

Los seminarios o foros de reflexión donde se desenvuelven estos "juegos" suelen celebrarse en lugares apartados bajo los auspicios de instituciones académicas tales como el Instituto Averell Harriman, el Consejo de Yale sobre Estudios Internacionales o la Academia para el Desarrollo de la Educación, todas ellas vinculados a la sociedad The Order, de la que se hablará más adelante. Los participantes en estos seminarios son, por lo regular, expertos reclutados en las altas esfera científicas y académicas y vinculados a las figuras clave de la política exterior de sus respectivos países.

Paralelamente a los "juegos de guerra" se desarrollan los "juegos políticos", complementándose ambos mutuamente. En realidad, el juego de guerra se pone en marcha cuando sobrevienen o son introducidos en un juego político acontecimientos críticos, como golpes de Estado, graves disturbios sociales, magnicidios, invasiones, etc. Y si bien los juegos de guerra están concebidos para tener previstas todas las eventualidades posibles y las soluciones más adecuadas a cada una de ellas, a veces ocurre que el acontecimiento real (ya sea espontáneo, ya provocado) se desarrolla de forma distinta a la prevista en el "juego", en cuyo caso se hace preciso intervenir, si es necesario directamente, para corregir los desvíos y reconducir el proceso hacia el desenlace adecuado.

EL REAL INSTITUTO DE ASUNTOS INTERNACIONALES Y EL CONSEJO DE RELACIONES EXTERIORES

Con arreglo a la versión oficial, el Instituto de Asuntos Internacionales fue constituido en 1920 como resultado de las conversaciones mantenidas por varios delegados británicos y norteamericanos asistentes a la Conferencia de Paz de 1919, celebrada en París al término de la 1ª Guerra Mundial. Más tarde, en 1926, el Instituto recibía el título de "Real" en virtud de una Carta de la Corona británica que le encomendaba la tarea de promover y sufragar medios de información sobre cuestiones internacionales, pero de forma que los análisis vertidos en los mismos no fuesen en ningún caso asumidos oficialmente por la institución. La entidad debería financiarse con las aportaciones de sus miembros individuales, con sus propias inversiones y con las donaciones recibidas para labores de investigación. Hasta aquí llega la información que el susodicho Instituto difunde sobre sí mismo. De lo que ahora se trata, pues, es de penetrar en su verdadera génesis y en los resortes que impulsaron su constitución.

 E. Mendel House


 Woodrow Wilson


El 19 de mayo de 1919, Edward Mendel House, alias "coronel" House, convocó a una reunión de trabajo en el hotel Majestic a un reducido grupo de delegados norteamericanos y británicos participantes en la Conferencia de Versalles. De este sujeto, cuyo decisivo papel en la adopción del Federal Board System norteamericano ya fue significado páginas atrás, podría escribirse en términos muy similares a los empleados cuando se describiera la trayectoria de Joseph Retinger, pues se trata de otro de esos singulares personajes cuyo papel en la historia reciente, siempre desarrollado en la sombra, ha sido incomparablemente superior al de innumerables figurones políticos que han gozado de gran notoriedad. Además de eminencia gris de Woodrow Wilson, el "coronel" House ejerció como peón de lujo del Establishment financiero estadounidense, circunstancias que compaginaba con su condición de iniciado en la logia iluminista Maestros de la Sabiduría y con su pertenencia a la sociedad The Order.

Por parte americana, los asistentes a dicha reunión fueron:
John Foster Dulles, futuro secretario de Estado, y
su hermano Allen Dulles, tiempo después director de la CIA, ambos perteneciente a un bufete de abogados ligado a los trusts Morgan y Rockefeller,
Christian Herter, que también ocuparía años después la Secretaría de Estado,
Jerome Greene, asesor del Instituto Rockefeller,
W.Shepardson, miembro de la sociedad The Order,
Robert Lansing,
James Shotwell,
Archibald Carey Coolidge y
el general Tasker Bliss, todos ellos vinculados a instituciones dominadas por la sección norteamericana de la Round Table.

 En la delegación británica figuraban :
lord Robert Cecil,
lord Eustace Percy,
sir Valentine Chirol,
Lionel Curtis,
Harold Temperly y
Edward Grigg,


miembros todos ellos de la Round Table y de la Fabian Society.

 Lionel Curtis

El 30 de mayo tuvo lugar un segundo encuentro, y el 12 de junio, en la tercera reunión, fueron designados Lionel Curtis y Whitney Shepardson, respectivamente, como secretarios de las ramas inglesa y americana de la organización. /.... Su sede social se estableció en un inmueble conocido como Chatam House (10 de Saint-James Square), donde también tenía sus dependencias la Round Table.

Siguiendo los mismos designios, la sección norteamericana se constituía oficialmente en 1921 con el nombre de Council on Foreign Relations(CFR) o Consejo de Relaciones Exteriores. Ni que decir tiene que la dirección del nuevo organismo recayó en el ínclito House, cuyas especiales relaciones con los magnates de la banca neoyorquina explican el hecho de que se rodease en la plana mayor del Consejo de elementos reclutados entre los asociados de la banca J.P.Morgan, en los despachos jurídicos que trabajaban para dicha firma, y en los círculos tecnocráticos vinculados a la Alta Finanza. Figuraban entre ellos los ya mencionados John y Allen Dulles, Otto Khan, Isaías Bowman, Norman Davis, Paul Crawath, Whitney Shepardson, Philip Jessup y Charles Seymur.

Desde entonces hasta hoy, el CFR ha venido siendo uno de los más eficientes instrumentos del Establishment, que a través de este organismo determina el curso de la vida pública estadounidense en todos los ámbitos, y muy especialmente en el relativo a la política exterior, como iremos viendo a lo largo de las páginas sucesivas.

Entre la firmas multinacionales y Fundaciones "filantrópicas" que contribuyen a costear los ingentes gastos de este poderoso club figuran :


la Carnegie Corporation of New York,

IBM World Trade Corporation,

General Motors Corporation,

Morgan Guaranty Trust Company,

Citybank,

Chemical Bank,

Citicorp,

International Minerals and Chemical Corporation,

Association of Radio and Television News Analysts,

The Ford Fundation,

The Rockefeller Fundation,

Rockefeller Brothers Fundation,

The Andrew Mellon Fundation y

The Commonwealth Fundation.


Eso no impide, más bien todo lo contrario, que el CFR sea el organismo donde mejor se ha operado la síntesis fabiana entre el capitalismo y uno de sus hijos bastardos, el marxismo, que de esta forma, una vez ultimada la labor de disolución cultural y espiritual para la que fue diseñado, se reintegra a la matriz burguesa de la que surgió. Dicho de otro modo, el CFR ofrece el más preclaro exponente de la dialéctica hegeliana, y en su seno los dos supuestos antagonistas se funden en la síntesis deseada

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No tiene nada de extraño, por tanto, que este Club oligárquico patrocinado por el Gran Capital haya servido de tribuna para la difusión de la "cultura" izquierdista y contado entre sus miembros con innumerables gentlemen filomarxistas. Además del ya citado Henry Kissinger (presidente en su día de este organismo) y de su equipo de colaboradores pro-soviéticos, son abundantes los ejemplos de oligarcas progresistas que han destacado en sus filas. Entre algunos de los más conocidos figuranAlger Hiss, Herbert Matthews, John Fairbank y Harry Dexter White, todos ellos agentes activos de la Inteligencia soviética durante la época de la "confrontación".
El caso de Alger Hiss merece especial significación, entre otras razones porque ilustra bastante bien la naturaleza del régimen de Franklin Delano Roosevelt y de su equipo de colaboradores íntimos (Baruch,Morgenthau, Lehman, Frankfurter, Hopkins, Rosenmann, Bloch, Cullmann), todos ellos miembros del CFR y de la Round Table, todos ellos acaudalados plutócratas, y todos ellos simpatizantes y benefactores del régimen estalinista. Pues bien, entre esos colaboradores de Roosevelt figuraba también Alger Hiss, cuya importancia viene dada por el decisivo papel que, en su calidad de asesor especial del Departamento de Estado, desempeñó en los acuerdos de Yalta, tan provechosos para la Rusia soviética.

 Alger Hiss

 Nacido en el seno de una familia de la alta burguesía, Alger Hisscursó estudios en Harvard, feudo fabiano donde fue captado para su equipo de cerebros por el financiero Frankfurter, uno de los ideólogos del New Deal. Tras prestar servicios como abogado en una firma de Wall Streett, entró en contacto con otro destacado militante de la izquierda del New Deal, Lee Pressmann, quien le introdujo en la organización WARE, una red de espionaje al servicio del Komitern. Aunque la trayectoria de Hiss suscitó frecuentes sospechas, no sería hasta tiempo después, con motivo de las imputaciones formuladas contra él por un ex-camarada de la red WARE, WhittakerChambers, cuando quedaron al descubierto sus vínculos con los servicios secretos soviéticos y su intensa labor de penetración y reclutamiento en las altas esferas de la Administración estadounidense. Pero lo más esperpéntico de este asunto sería su desenlace, ya que, una vez desenmascarado, Alger Hiss fue retirado del servicio estatal, recibiendo por toda sanción la presidencia del Carnegie Endowment for Peace, una de las principales entidades patrocinadoras de las Conferencias Bilderberg.

 Averell Harriman

Otro de los "camaradas" americanos que desempeñó un importante papel en los acuerdos de Yalta fue Averell Harriman, embajador especial de Roosevelt en la Conferencia, miembro de una poderosa saga de banqueros y socio del CFR. Este sujeto, conocido tanto por su pertenencia a todos los círculos oligárquico-mundialistas como por sus deferencias hacia la antigua URSS, fue señalado por Anatoli Golitsin, ex-agente del KGB, como uno de los más activos integrantes de la red filomarxista de la Administración estadounidense.

Naturalmente, el CFR no es el único espacio en el que se ha operado la síntesis ideológica señalada, aunque sí el más notorio. Los núcleos iluministas radicados en las Universidades de Oxford y Yale, de los que se hablará más adelante, se han mostrado igualmente activos en esa misma labor, si bien dentro del más absoluto hermetismo. Igualmente digna de mención a este respecto es la Universidad de Cambridge, bastión fabiano del que salieron los dandis británicos Philby, McLean, Blunt, Burgess y Cairncross, cuyos eficientes servicios al régimen estalinista han sido minuciosamente recogidos en una obra escrita por el que fuera su enlace soviético, el oficial del KGB Yuri Modin.



El órgano oficial del CFR es la revista Foreign Affairs, una publicación trimestral abierta a todos las opiniones "progresistas" en la que vierten sus análisis los iniciados en los discretos círculos del Poder. Dado su carácter "abierto", la revista reitera en cada uno de sus números que no asume oficialmente ninguna de las tesis expuestas en ella por sus colaboradores, añadiendo que tan sólo se ofrece como un foro de reflexión en el que confluyan ideas "divergentes", por estimar que de esa forma se facilita a sus lectores una mejor información que adscribiéndose a una sola escuela de pensamiento (sic).

A pesar de esa "disparidad" de criterios que se observa leyendo las opiniones de individuos de la misma cuerda oligárquica (el Poder es su denominador común) e ideológica (todos ellos participan en lo esencial de una misma mentalidad), resulta sumamente instructivo ojear las páginas de esa publicación. Y es que leyéndola resulta fácil prever el curso que van a seguir ciertos acontecimientos, especialmente cuando las colaboraciones literarias llevan la rúbrica de un capitoste del CFR o de algún iniciado en los círculos más influyentes del Establishment. Así, en el número correspondiente a julio de 1990, uno de los analistas del CFR, Barry Rubin, exponía la necesidad de"tomar medidas especiales y urgentes para acabar con el poder militar y nuclear de ciertos Estados", indicando a continuación que tales medidas "debían aplicarse a las ambiciones de Irak". Unos meses después se desencadenaría la guerra del Golfo Pérsico. No menos ilustrativos fueron los análisis realizados en 1982 sobre la evolución interna de los regímenes marxistas de Polonia y la URSS por William Hyland, editor del Foreign Affairs, ex-analista de la CIA y miembro del Bilderberg Group, de la Comisión Trilateral, de la Pilgrims Society y de la Round Table. Análisis que, cuando menos, pusieron de manifiesto las portentosas dotes "proféticas" del susodicho Hyland, ya que todas sus previsiones se han ido cumpliendo con asombrosa precisión.

Pero el vehículo idóneo para hacer llegar a la gran masa de la población las opciones decididas en los laboratorios del CFR no es el órgano oficial de éste, de carácter y alcance restringidos, sino los grandes medios de comunicación estadounidenses. Después, los diversos tributarios mediáticos del Sistema esparcidos por las provincias del Imperio se aprestarán a desempeñar su papel habitual de caja de resonancia de las consignas elaboradas en el centro emisor, que es donde se decide qué asuntos deben pudrirse en el silencio y cuáles otros han de convertirse en temas de candente actualidad, marcando asimismo las pautas del modo en que deben tratarse éstos.

Para hacerse una idea de la presencia del Consejo de Relaciones Exteriores en los más influyentes medios de comunicación estadounidenses, he aquí una breve relación de algunos de los capitostes de tales medios adscritos a dicho organismo:
New York Times: Richard Gelb, William Scranton, John F. Akers, Louis Gerstner, George Munroe, Donald Stewart, Cyrus Vance, A.M.Rosenthal, Seymur Topping, James Greenfield, Max Frankel, Jack Rosenthal, John Oakes, Harrison Salisbury, H.L.Smith, Steven Rattner, Richard Burt.
Washington Post/Newsweek: Katherine Graham, N.Katzenbach, Robert Christopher, Osborne Elliot, Philipp Geyelin, Murry Marder, Maynard Parker, George Will, Robert Kaiser, Meg Greenfield, Walter Pincus, Murray Gart, Peter Osnos, Don Oberdorfer.
Time Inc.: Ralph Davison, Donald Wilson, Henry Grunwald, Alexander Heard, Sol Linowitz, Thomas Watson.
Public Broadcast Service: Robert McNeil, Jim Leher, C.Hunter Gault, Hodding Carter, Daniel Schorr.
Associated Press: Stanley Swinton, Harold anderson, Katherine Graham.
Wall Streett Journal: Richard Wood, Robert Bartley, Karen House.
ABC: Thomas Murphy, Barbara Walters, John Connor, Diane Sawyer, John Scall.
NBC/RCA: John Welch, Jane Pfeiffer, Lester Crystal, R.Sonnenfeldt, John Petty, Tom Brokaw, David Brinkley, John Chancellor, Marvin Kalb, Irving Levine, Herbert Schosser, P.G.Peterson, John Sawhill.
CBS: Laurence Tisch, Roswell Gilpatric, James Houghton, Henry Schacht, Dan Rather, Richard Hottelet, Frank Stanton.
CNN: W.T.Johnson, Daniel Schorr.


 Winston Lord

Todo esto no es más que una pequeña muestra de la incidencia del CFR en la vida pública norteamericana; y no será necesario explicar el peso de ese país en el escenario internacional. De ahí las declaraciones efectuadas en el W Magazine (4-8-78, Fairchild Publications) por Winston Lord, presidente por entonces del CFR y miembro de la sociedad The Order: "La Comisión Trilateral no dirige el mundo entre bastidores; es el Consejo de Relaciones Exteriores quien lo hace". Palabras que, siendo certeras, no reflejaron sino una parte de la realidad, ya que este organismo no es la la última instancia o el núcleo central del organigrama oligárquico-mundialista, como más adelante podremos comprobar.

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Antes de pasar a ver las relaciones que ha venido manteniendo la izquierda occidental con el CFR, no estará de más dedicar una breve reseña al papel desempeñado por este poderoso club en el alumbramiento de la ONU, de la que últimamente se ha puesto de moda deplorar su inoperancia, lo que no deja de ser una maniobra más de intoxicación, ya que este organismo ha dado buenas muestras de su eficacia cuando los intereses de quienes lo manejan lo han exigido así. Recuérdese, si no, la Guerra del Golfo y todo lo que ha sobrevenido después, entre otras cosas el embargo criminal decretado por tan humanitaria institución contra la población iraquí, que es la que está pagando sus consecuencias.

Pues bien, los avances preparatorios para la constitución de las Naciones Unidas, cuyo edificio, dicho sea de paso, se levantó en unos terrenos cedidos al efecto por el clan Rockefeller (tan filantrópica donación se vería largamente compensada por la revalorización del suelo colindante propiedad de la familia), fueron elaborados por un Comité Secreto (Secret Steering Committee) instituído en 1943 por el Secretario de Estado norteamericano, Cordell Hull.

Dicho Comité estaba formado, además del citado Hull, por cinco asesores del presidente Roosevelt:Taylor, Davis, Bowman, Pasvolski y Welles, todos ellos miembros del CFR.

 Edward Stettinius

En diciembre de 1943 se incorporó al grupo Edward Stettinius, recién nombrado Subsecretario de Estado y miembro también del CFR. Hijo de un asociado de la banca Morgan, y antiguo ejecutivo de la United States Steel, este sujeto había gestionado, antes de acceder a su nuevo cargo, la Ley de Préstamo y Arriendo dictada al final de 2ª Guerra Mundial por el gobierno estadounidense. Una ley cuyos beneficiarios no sólo fueron los grandes consorcios industriales norteamericanos, que recibieron a precio de saldo las modernas instalaciones construidas por el Estado durante la guerra, sino también la Unión Soviética, a la que el susodicho Stettinius entregó, a fondo perdido, equipamientos por valor de 10.000 millones de dólares que, por supuesto, nunca fueron pagados.

Posteriormente se irían añadiendo al Comité en cuestión nuevos miembros, la inmensa mayoría procedentes del CFR: Green, Cohen, Hornbeck, Hackworth y Dunn entre ellos. Finalmente, el borrador definitivo para la constitución de la ONU fue redactado por un equipo de juristas socios en su mayoría del CFR (Hughes, Taylor, Davis y Miller entre ellos).

Pero vayamos ya con el tema apuntado líneas atrás, esto es, las relaciones mantenidas por la izquierda occidental y su foro más prestigioso, la Internacional Socialista, con ese sólido baluarte del poder plutocrático que es el CFR.

Antes de nada convendrá recordar que el proyecto de crear una Internacional Socialista se planteó por primera vez en la Conferencia de Claton-on-Sea de 1946, a propuesta de los ministros fabianos del gabinete británico. Dicho proyecto no respondía sino a la doctrina formulada por el CFR para el escenario post-bélico europeo, doctrina que se basó en la conveniencia de crear un frente de contención al comunismo que, al mismo tiempo, no fuera anticomunista. Se trataba, pues, de frenar el expansionismo político y territorial de la URSS, pero sin cercenar la expansión ideológica del marxismo y de las tesis izquierdistas. Un planteamiento, como podrá verse, en la línea de la más pura dialéctica hegeliana, y sin duda el más idóneo para alcanzar la síntesis ya comentada.

La idea esbozada en Claton-on-Sea no tardó en fructificar. Poco después se constituía en Londres el Comité Socialista Internacional, integrado por socialistas alemanes y británicos; y éstos fueron quienes, a su vez, se encargaron de preparar el Congreso Internacional de 1951 celebrado en Frankfurt con la participación de treinta y cuatro delegaciones socialistas, la mayoría de las cuales procedían de los países integrados en la OTAN. La Internacional Socialista nacía así como el instrumento más idóneo para lograr los objetivos marcados.

En las postrimerías de la década de los setenta surgieron dos nuevos organismos que vinieron a completar la estructura de la Internacional Socialista:, de la que bien podrían considerarse como una prolongación: La Comisión Palme y la Comisión Brandt.

Entre los integrantes de la primera en el momento de su creación figuraban, además del propio :
Olof Palme, socio del Bilderberg Group, individuos como
David Owen (Trilateral),
Egon Bahr (Bilderberg),
Cyrus Vance (Trilateral, Bilderberg, CFR, Pilgrims),
Georgi Arbatov (director del Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú, equivalente soviético del CFR) y
Emma Rothschild.


De parecido corte era la nómina de miembros de la Comisión Brandt, nacida a finales de 1977 bajo los auspicios de :
Robert McNamara (Trilateral, Bilderberg, CFR, presidente del Banco Mundial).


La presidencia de la Comisión recayó, lógicamente, en:
Herbert Karl Frahm, más conocido como Willy Brandt, al lado del cual figuraban
Edward Heath (Bilderberg),
Peter Peterson (director de la banca Lehman-Kuhn&Loeb),
Edgard Pisani (Bilderberg),
Eduardo Frei (líder democristiano chileno),
Katherine Graham (Trilateral, Bilderberg, CFR, propietaria del Washington Post y de la revistaNewweek) y
algún que otro sindicalista de relleno, incluído en la lista para conferir el oportuno toque proletario a la comisión.


A esta distinguida organización Internacional y Socialista pertenece el Partido Socialista Obrero Español, uno más de los muchos clubs de izquierdistas incendiarios, devenidos en férvidos apagafuegos, tan pronto como sus ambiciones de pequeño-burgueses resentidos encontraron la debida satisfacción. Veamos, pues, sin más preámbulos, algunas de las peregrinaciones efectuadas por sus más destacados dirigentes a las dependencias del CFR y a otros santuarios del Gran Capital.

Tales peregrinaciones, iniciadas ya en la época en que los líderes socialistas vestían de pana progre, comenzaron en agosto de 1975, con la visita de una delegación del PSOE a Israel, donde la poderosa socialdemocracia judía, entonces en el poder, y su organización sindical, la no menos poderosa Histadrut, brindaron a sus homólogos españoles ayuda económica y formación de cuadros a cambio de silenciar o poner sordina a las tropelías israelíes en la zona.

Dos años después, en noviembre de 1977, Felipe González viajaba a los Estados Unidos para entrevistarse con Walter Mondale, vicepresidente norteamericano, Cyrus Vance, secretario de Estado, y otros altos cargos gubernamentales, encuentros que serían ampliamente reflejados en los medios de comunicación. Lo que, sin embargo, no obtuvo el menor comentario fue su visita a la sede del CFR, donde el líder socialista pronunció una conferencia que, de acuerdo con los hábitos de ese organismo, fue seguida del correspondiente coloquio-interrogatorio, cuyos resultados debieron ser plenamente satisfactorios para los cancerberos del Gran Capital a juzgar por la ulterior trayectoria política de su invitado. Acto seguido el futuro presidente acudió a una cena organizada por otro feudo del Establishment, el Carnegie Endowment for International Peace, donde también puso de manifiesto que estaba en condiciones de satisfacer las expectativas de sus distinguidos anfitriones. La primera romería a la meca plutocrática, que concluyó con una visita a David Rockefeller, no pudo ser, por tanto, más satisfactoria para ambas partes, y de ella regresó Isidoro el revolucionario con el placet de los patrones y una pequeña donación de doce millones de dólares para las arcas del partido.

En marzo de 1978 eran Enrique Múgica, entonces presidente de la Comisión de Defensa del Congreso, y Luis Solana, futuro cacique de las comunicaciones, quienes viajaban a Nueva York. En su agenda oficial figuraban entrevistas con Harold Brown, secretario de Defensa, con altos cargos del Consejo Nacional de Seguridad y con los rectores de la multinacional ITT. De todo ello se hicieron eco los medios. Nada se publicó acerca de su asistencia al correspondiente desayuno-sondeo celebrado en los despachos del CFR.


Michel Blumenthal


Por aquellas mismas fechas viajó también a la metrópoli el entonces ministro socialdemócrata de la UCD, y futuro ministro del PSOE, Francisco Fernández Ordóñez. Oficialmente, el objetivo de su visita, ya elocuente de por sí, era contrastar con las autoridades norteamericanas la idoneidad de la política económica del Gobierno español. A tal efecto se entrevistó con Michel Blumenthal, secretario del Tesoro y miembro del CFR, Artur Burns, presidente de la Reserva Federal y miembro del CFR, William Dale, vicepresidente del Fondo Monetario Internacional y militante del CFR, y Robert McNamara, presidente del Banco Mundial y asimismo socio destacado del CFR. La visita de Fernández Ordóñez finalizó, según la norma, con una sesión a puerta cerrada en las oficinas del CFR, de la que tampoco se informó.

Mientras tanto, el profesor Tierno Galván multiplicaba sus esfuerzos para recabar el apoyo de personalidades influyentes (Brandt, Schell, Hoffman) que le permitieran ingresar en la Comisión Trilateral, cosa que no logró debido a que sus gestiones en ese sentido fueron sistemáticamente saboteadas por Felipe González, quien por aquellas fechas estimaba inconveniente para la buena imagen del PSOE el ingreso de uno de sus dirigentes en esa entidad. Tales remilgos no tardarían mucho en disiparse, y en 1985 el presidente de la Compañía Telefónica y militante del PSOE, LuisSolana, ingresaba en la Trilateral, siendo seguido un año después por Julio Feo, entonces fontanero mayor de la Presidencia del Gobierno y miembro en la actualidad del Comité Ejecutivo de la sección europea de dicha organización plutocrática.

En marzo de 1981, Felipe González emprendía otra gira, esta vez a Gran Bretaña, invitado por el Instituto de Estudios Europeos, una especie de apéndice del Saint-Anthony College de la Universidad de Oxford. Ese centro escolar, dominado por la Round Table y la Fabian Society, ha sido objeto de frecuentes peregrinaciones por parte de diversos líderes socialistas, entre los que se encuentran Fernando Morán, Narcís Serra, Alfonso Guerra, Pascual Maragall y José Borrell. El viaje de González concluyó con una comida de trabajo en la sede de la Fabian Society.

En diciembre de 1982, con el sonado triunfo electoral del PSOE aún caliente, Alfonso Guerra asistía a una reunión convocada por el European Management Forum, un organismo en la órbita de Davos. Allí manifestaría públicamente la disposición del Gobierno socialista a colaborar con las empresas multinacionales "por la confianza en el futuro de España que han demostrado en los tiempos difíciles".

Una vez en el poder, los contactos socialistas con los centros de dominio plutocrático se prodigaron aún más. En abril de 1983, David Rockefeller giraba una visita a España de regreso de una cumbre de la Comisión Trilateral, siendo recibido en la Moncloa por González y Boyer, dada su condición de"miembro de primera fila del mundo económico internacional", según palabras del comunicado emitido al respecto por el Gabinete de Prensa de la Presidencia.



En mayo de ese mismo año Miguel Boyer, Fernández Ordóñez y Guillermo de la Dehesa, máximos representantes del equipo económico gubernamental, emprendían un viaje a Nueva York para entrevistarse con varios dirigentes de la banca estadounidense. En el curso de esa gira Miguel Boyer asistió a una cena convocada por el Metropolitan Club neoyorquino durante la cual se dirigió a los presidentes y directores de los principales bancos comerciales estadounidenses para transmitirles "el mensaje del Gobierno español, que es un gobierno socialista, pero moderado y pragmático, en la línea de la tradición socialdemócrata y fabiana".

Poco después, en junio de 1983, Miguel Boyer se desplazaba de nuevo a los Estados Unidos, pero esta vez como segundo del jefe de la comitiva, el presidente González. En el curso de esa importante gira la delegación española se entrevistó con las más altas instancias politicas y económicas estadounidenses, actuando David Rockefeller como introductor de González en la entidad más representativa del capitalismo nortemericano, la Century Association. En aquel viaje se ultimaron, entre otras cosas, los últimos retoques y el visto bueno definitivo del Gran Capital al proyecto económico socialista, todo ello dentro del mejor ambiente, dada la disposición del presidente español, reiteradamente expresada por éste, de "fomentar ante todo la inversión del capital extranjero en España como la mejor vía para su desarrollo económico". También fue sometido a un último examen el plan cuatrienal de Boyer, cuyo elemento básico, la reconversión industrial, respondía a los designios de la CEE y, en última instancia, a los esquemas económicos trazados por la Comisión Trilateral. En virtud de tales directrices, España entraba en la calificación de nación semiperiférica, lo que suponía el desmantelamiento de su industria pesada y la consideración de apta únicamente para el desarrollo de industrias auxiliares y subsidiarias de las grandes multinacionales.

Tras aquella visita crucial, de la que el órgano oficial del PSOE no se dio por enterado, resulta perfectamente lógico que otros viajes más discretos pasasen desapercibidos. Así, en septiembre de 1983, Fernado Morán acudía a la sede del CFR para contrastar con ese organismo la política exterior del Gobierno socialista, viaje que repetiría exactamente un año después. Durante los años sucesivos habrían de prodigarse las visitas al CFR y a otros foros mundialistas de los dos principales asesores de González, Roberto Dorado y Juan Antonio Yáñez, que de esa forma le mantenían al corriente de los últimos designios trazados por los árbitros de la economía y la política internacional.


Giovanni Agnelli


En marzo de 1987 David Rockefeller giraba una nueva visita a España, en el curso de la cual se entrevistó con el subgobernador del Banco de España, con el jefe del Estado y con el presidente del Gobierno, sin que nada de ello mereciera la más breve reseña en los medios de comunicación. En noviembre de 1988 Felipe González recibía a una delegación de la European Round Table encabezada por Giovanni Agnelli, patrón de la multinacional FIAT y figura de primera fila de la Comisión Trilateral. Y así ininterrumpidamente hasta hoy.

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Antonio Garrigues Walker


A modo de colofón, bien podría cerrarse este asunto con las andanzas por los mismos circuitos oligárquicos de otra celebridad de la izquierda española, Santiago Carrillo, quien también protagonizó una singular peregrinación a la meca del capitalismo atendiendo los requerimientos de la Universidad de Yale, centro del iluminismo yanqui y feudo de la logia The Order. Antes de partir, el camarada Carrillo se reunió a cenar con Antonio Garrigues Walker, principal asociado en España del trust Rockefeller, quien le instruyó acerca del modo en que debía comportarse ante sus distinguidos anfitriones. En su gira americana, el dirigente comunista pronunció una conferencia en Yale, donde adelantó la renuncia del PCE al leninismo, acudiendo a continuación a una cena convocada en su honor por la revista Time, uno de los medios emblemáticos de la plutocracia norteamericana. En el curso del ágape, Santiago Carrillo realizó una serie de declaraciones que luego serían ampliamente difundidas por Radio Europa Libre y Radio Libertad, dos emisoras controladas por la CIA. Pero entre los numerosos actos a los que asistió el incalificable personaje, todos ellos organizados por entidades vinculadas a los núcleos oligárquicos norteamericanos, merecen destacarse las entrevistas a puerta cerrada que mantuvo en las dependencias del Institute for International Affairs y en la sede neoyorquina del CFR. También en esta ocasión el mutismo de los medios fue absoluto.

LA LOGIA B'NAÏ B'RITH

/... la logia B'naï B'rith es una organización paralela a la masonería regular cuya afiliación está exclusivamente reservada a los ciudadanos de origen judío.

Esta entidad, fundada en 1843, tiene su sede central en Washington (1640 Rhode Island Avenue, NW), justo al lado de la Casa Blanca, proximidad que no es solamente física. Actualmente cuenta con algo más de 600.000 afiliados distribuídos por 47 países del globo, y en su cúspide se aglutina lo más selecto de la oligarquía judía mundial.

Al igual que la masonería regular, la B'naï B'rith se presenta como una organización filosófica y filantrópica dedicada a la consecución de los consabidos enunciados humanistas, y también al igual que la primera su labor fundamental se desarrolla en el campo de la influencia política y social. El hecho de que esta logia haya sido desde su creación el más eficiente puntal del movimiento sionista constituye una buena muestra de esa actividad.

La B'naï B'rith International cuenta con varias sociedades filiales, así como con una pléyade de organizaciones afines que se mueven en su órbita. Entre las primeras figuran las sociedades:
The Career and Counseling Services,
The Klutznick Museum, responsable del mantenimiento de los archivos de la logia,
The Hillels Foundations, dirigida a los medios estudiantiles,
The B'naï B'rith Youth Organization, enfocada al campo cultural,
The B'naï B'rith Women, que agrupa a las mujeres afiliadas a la Orden, y
The Anti-Defamation League Jewish o Liga Antidifamatoria Judía, cuyo cometido oficial es la lucha contra el antisemitismo, aunque el real sea la lucha contra el antisionismo, lo que es algo muy distinto, como no pocos sionistas antisemitas deben saber muy bien. Y esto último no ha sido escrito a la ligera, sino con pleno conocimiento de una realidad sobradamente avalada por los hechos.


Aparte de la marginación social y de la discriminación racial que padecen los judíos sefarditas de Israel, existen multitud de manifestaciones realizadas por diversas figuras de la oligarquía ashkenazi que avalan con creces lo dicho con anterioridad. Actitudes y posturas especialmente deleznables si se tiene en cuenta que los judíos sefarditas son precisamente los genuinos hebreos semitas, en tanto que los judíos ashkenazim de origen europeo, que constituyen la casta dominante en aquel país, no pertenecen a ese tronco racial. Por otro lado, han sido precisamente estos últimos los fundadores y principales promotores del sionismo moderno, cuyo carácter ultrarracista no puede sorprender viniendo de individuos que aplican a los sefarditas, esto es, a sus propios correligionarios, el calificativo despectivo de "negros". Entre tales manifestaciones,sin duda más elocuentes que cualquier otra explicación, figuran algunas especialmente significativas.


Golda Meir




Golda Meir, por ejemplo, no tuvo pudor en afirmar que "todo judío leal debe aprender el yiddish (lengua de los ashkenazim europeos), porque sin yiddish no hay judío".


Ben Gurion


Ben Gurion fue más explícito aún: "No queremos que los israelíes se levantinicen. Debemos luchar contra el espíritu levantino (esto es, semita) que corrompe a los hombres y a las sociedades" (Le Monde, 9-3-66; en parecidos términos se manifestó también M.Dayan en Le Monde de 30-4-66).


Haïm Cohen




Otro hebreo ilustre, Haïm Cohen, se refirió a la inspiración racial del Estado judío con estas palabras: "La amarga ironía de la suerte ha querido que las mismas tesis biológicas y racistas propagadas por los nazis sirvan de base para la definición oficial de la judaicidad en el seno del Estado de Israel".

La pertenencia a la logia B'naï B'rith no excluye el que sus miembros militen simultáneamente en otras logias masónicas, cosa frecuente por lo demás. De hecho, son numerosos los casos de miembros de dicha logia que han ostentado el grado de Gran Maestre en otras logias americanas o europeas adscritas al rito escocés. Sin embargo, la doble militancia en sentido contrario no es posible. Bien puede decirse por tanto que la logia B'naï B'rith constituye una Orden específica dentro de la masonería regular.

Algo parecido podría afirmarse en lo concerniente a los diversos organismos plutocrático-oligárquicos descritos a lo largo de estas páginas, y en el seno de los cuales los jerarcas de la B'naï B'rith forman un grupo particular. De tal modo que la influencia de la oligarquía judía en la vida pública no se articula exclusivamente a través de las estructuras específicas de dicha logia, sino también por medio de otros organismos que, como el CFR, cuentan entre sus filas con numerosos miembros adscritos a la misma. Son las pequeñas ventajas que proporciona el hecho de estar en varios sitios a la vez.

La logia B'naï B'rith constituye el núcleo central de una vasta red de sociedades afines que se mueven en su órbita y que confluyen en ella. Entre las más relevantes figuran:
el American Jewish Committee,
el American Jewish Congress y
la Conference of Presidents of Mayor American Jewish, que agrupa, a su vez, a unas cuarenta asociaciones judío-americanas. Mención aparte merecen
el World Jewish Congress y
el American Israel Public Affairs Committee, sin duda las más poderosos e influyentes sociedades de toda esa red.





Michel Ovitz


El World Jewish Congress, o Congreso Judío Mundial, tiene su sede central en Nueva York, y cuenta con delegaciones en setenta países del mundo. Solamente en Estados Unidos su red organizativa aglutina a treinta y dos organizaciones anexas y publica siete diarios. Esta poderosa entidad está presidida en el presente por EdgarBronfman, magnate del sector vitivinícola y de la industria cinematográfica. El trust Bronfman posee el 15% de la Time Warner y es accionista mayoritario de la MCA-Universal, la más importante productora cinematográfica y televisiva estadounidense del momento. Por otro lado, el consejero especial de Edgar Bronfman en la MCA es Michel Ovitz, miembro también del Congreso Judío Mundial y director de la Creative Artist Agency, primera agencia de contratación artística de Hollywood.

En cuanto al American Israel Public Affairs Committee, se trata de uno de los grupos de presión más poderosos y discretos de los Estados Unidos. Así lo reflejaba sin ambages en su número 407 (junio 1991) la revista L'Arche, órgano oficial del Frente Nacional Judío Unificado: "El American Israel Public Affairs Committee es un lobby extraordinariamente potente, literalmente capaz de destruir la carrera pública de cualquier político anti-israelí". Conviene decir que este tipo de lenguaje directo y explícito sobre el tema tabú que ahora nos ocupa es prácticamente privativo de las publicaciones judías.

Estos son, a grandes rasgos, los más descollantes engranajes de una poderosa maquinaria cuya presencia en las altas esferas políticas estadounidenses veremos a continuación. Y una vez más, ante la imposibilidad material de efectuar un recorrido exhaustivo en el tiempo, lo más apropiado será ceñirse al momento presente. Centrándonos, pues, en la actual Admistración Clinton, he aquí un breve resumen de dicha presencia.

De los doce integrantes del Consejo Nacional de Seguridad, organismo sobre cuya importancia no será preciso extenderse, seis proceden de la oligarquía judía estadounidense:
Samuel Berger, vicepresidente del Consejo,
Martin Indik, responsable del área de Oriente Medio,
Don Steinberg, director del área africana,
Richard Feinbert, al frente del departamento de Hispanoamérica,
Stanley Ross, jefe del departamento de Asia, y
Dan Schifte, director del departamento de Europa Occidental.


En los servicios de asistencia y asesoramiento a la Presidencia del gobierno figuran
Abner Mikve, en calidad de Attorney (Fiscal) General,
Ricky Seidman, como responsable de la agenda presidencial,
Phil Leida, jefe adjunto del Estado Mayor,
Robert Rubin, consejero de Economía, y
David Heiser, director del servicio de Prensa.


En el Departamento de Estado la lista es numerosísima, pudiendo subrayarse los nombres de
Peter Tarnoff, subsecretario de Estado,
Lawrence Summers,
Mans Kurtzer,
Dennis Ross,
Jehuda Mirski y
Tom Miller.


Otros altos cargos dignos de mención son
Rehm Emmanuel, consejero personal y eminencia gris de Clinton,
Miky Kantor, ministro de Comercio,
Robert Reich, ministro de Trabajo,
Cotie Stuart Eizenstat, embajador ante la CEE,
Louis French, director del FBI,
Madeleine Albright, embajadora en la ONU, y
Laura Tyson, al frente del Consejo Económico.


A la vista de esta realidad, y en su calidad de buen conocedor de los entresijos de la política estadounidense, éstos eran los comentarios vertidos sobre el particular por un destacado analista político en cierto medio informativo:

"Hace algunas semanas, el rabino de la sinagoga Adath Yisraël, de Washington, pronunciaba un sermón en el Centro Cultural y Político judío en el curso del cual celebró el hecho de que los judíos norteamericanos tomen parte en las decisiones políticas a todos los niveles de la Administración Clinton, señalando textualmente que los Estados Unidos no son un Gobierno de goim (no-judíos), sino una Administración donde los judíos participan enteramente en las decisiones políticas a todos los niveles".

Tras pasar revista al panorama político estadounidense y subrayar explícitamente la influencia en el mismo del lobby judío, el citado analista añadía: "La influencia sionista no sólo se manifiesta en el ámbito político. También es considerable en los medios de comunicación, donde un gran número de responsables de programas televisivos, así como la mayor parte de los redactores jefes, corresponsales y comentaristas son judíos....La misma preeminencia se encuentra en las instituciones universitarias, en los centros de investigación, en los servicios de seguridad, en la industria cinematográfica y en los medios artísticos y literarios".




Bar Yosef


Naturalmente, todos estos comentarios no pueden ser más que infundios malintencionados de algún elemento fascistoide y antijudaico, como diría cualquier "bien-pensante" de pesebre al uso.

En efecto, el autor de los mismos fue el analista hebreo Bar Yosef, colaborador del rotativo israelí Maariv, en cuyo número del 2-9-1994 apareció su artículo.

LOS CÍRCULOS HERMÉTICOS

Con la descripción de los organismos vistos en el epígrafe anterior (RIAI, CFR) concluye el análisis de los círculos más discretos e internos de lo que podría calificarse como la parte visible del iceberg. Entre aquéllos y el núcleo central del entramado se sitúan las entidades ya descritas al comienzo de este capítulo (Club Ruskin, Rhodes House, Round Table, Milner Group, Pilgrims Society, Fabian Society), que, a su vez, no serían sino conexiones o emanaciones directas del nivel más profundo y hermético del que se tiene noticia, constituído por los círculos iluministas.

Después de su disolución oficial, que en la práctica habría de tener un carácter meramente formal, la logia de los Illuminati se perpetuó a través de dos vías: una, mediante la creación de logias clandestinas; y la otra, merced a la penetración en la francmasonería regular, a la que los iniciados iluministas se incorporaron formando de esa forma una suerte de núcleo específico dentro de la misma. Como se recordará, cuando se analizaron los acontecimientos que dieron paso a la Revolución Francesa, ya se dio cuenta de la pertenencia de varios francmasones jacobinos (Mirabeau, Marat, Robespierre, Danton) a una célula del iluminismo galo denominada Comité Secreto de los Amigos Reunidos. Y fue en los años que precedieron a la Revolución cuando unos de los lugartenientes de Weishaupt, el judío-portugués Martínez de Pascualis, organizó varios grupos iluministas en la Francia pre-revolucionaria.


Weishaupt




De hecho, tan pronto como se produjo su proscripción oficial, la Orden de los Iluminados inició un proceso de implantación en diversos países occidentales, donde sus iniciados de alto rango penetraron en las logias masónicas y crearon varias sociedades adscritas a la disciplina de Weishaupt. Por lo que a los Estados Unidos se refiere, el primer grupo del que se tiene conocimiento data de 1785, año en que fue constituída la logia Columbia de la Orden de los Iluminados de Nueva York, entre cuyos miembros fundadores figuraron ClintonRoosevelt, antepasado de Franklin D.Roosevelt, M. de Witt, gobernador del Estado de Nueva York, Horace Greeley, director del rotativo Tribune, que más tarde se convertiría en el actual International Herald Tribune, y Thomas Jefferson, futuro presidente de la nación.

Actualmente, y desde hace largo tiempo, los dos principales focos iluministas del mundo anglosajón tienen su centro en las Universidades de Oxford (G.Bretaña) y Yale (EEUU).

En Inglaterra, el núcleo en torno al cual se han aglutinado las diversas células iluministas radicadas allí es la sociedad The Group, cuyos principales patrocinadores fueron los Astor y los Rothschild, en estrecha colaboración con la oligarquía británica ligada a la Round Table. Uno de los mejores conocedores de los cículos iluministas británicos fue el historiador Carroll Quigley, cuya vinculación a los mismos le permitió el acceso a fuentes documentales vedadas a cualquier otro investigador. Fueron, en efecto, sus indagaciones en los archivos reservados de la Universidad de Oxford lo que le permitió conocer y desvelar algunas de las actividades de los diversos cenáculos iluministas (The Rhodes Crowd, The Times Crowd, Cliveden Set, Chatham House Crowd y Alls Souls Group) que convergen en la sociedad The Group.


George Bush


En los Estados Unidos, el foco principal se localiza en la Universidad de Yale, feudo de la sociedad The Order, fundada en 1832 con el propósito de coordinar las actividades de las quince logias iluministas existentes por entonces en territorio norteamericano. Desde su nacimiento, esta poderosa entidad viene nutriendo sus filas de individuos pertenecientes a la oligarquía pilgrim, a los cuales se irían sumando progresivamente diversos elementos procedentes de la plutocracia estadounidense. En su seno convergen, pues, los apellidos más acreditados de los clanes dominantes de aquel país, clanes a menudo emparentados entre sí. Junto a los Whitney, los Adams, los Allen, los Wadsworth, los Lord o los Bundy, cuya genealogía se remonta al Brewster transportado por el Mayflower a las costas del Nuevo Mundo, nos encontramos a los Davison, los Harriman, los Rockefeller, los Khun Loeb, los Lazard, los Schiff o losWarburg, entre otros representantes de la Alta Finanza. A esta hermandad pertenece desde 1947 el ex-presidente norteamericano George Bush, descendiente de una de las más rancias dinastías de Nueva Inglaterra.


Giusepe Mazzini


El método operativo de The Order se ajusta fielmente a las directrices marcadas por los protocolos de la Orden de los Illuminati, cuyo contenido es perfectamente conocido desde que cayeran en manos de la policía bávara hace dos siglos. Pero, además de los citados protocolos, existen otras fuentes de información sobre la secta iluminista harto ilustrativas de su metodología y objetivos; objetivos que se resumen en la consecución del Poder y en el control absoluto de la sociedad, todo ello, claro está, bajo la carpa de los consabidos estereotipos humanistas característicos del progresismo francmasón. Un capítulo notable de dicho caudal informativo lo constituye la correspondencia mantenida por Giusepe Mazzini y su cofrade iluminista Albert Picke, correspondencia que reposa desde el pasado siglo en los archivos del Museo Británico, y en la que aparecen claramente previstas la revolución bolchevique y las dos grandes guerras del siglo XX, como pasos necesarios para la implantación de un Gobierno Mundial.

Básicamente, el modus operandi de la logia The Order consiste en la penetración de sus iniciados en los organismos y centros decisorios de poder, lo que adicionalmente puede ir acompañado de la cooptación de nuevos adeptos reclutados en las altas esferas institucionales; "pocos y bien situados", como rezaba una de las máximas del maestro Weishaupt. De esta forma, una vez ocupado el núcleo de los centros de dominio e influencia, basta con dar el primer impulso hacia el objetivo deseado para que toda la maquinaria se ponga en marcha. Dado ese primer impulso, el engranaje funcionará de forma automática, siguiendo un curso equiparable al efecto dominó. Dicho de otro modo, el hecho de constituir el núcleo central de los círculos concéntricos permite que las decisiones adoptadas por las cabezas rectoras de The Order y The Group se propaguen de la misma manera que lo hacen las hondas producidas por la piedra arrojada al agua de un estanque.

Sin ninguna discusión, la máxima autoridad en esta materia y el mejor conocedor de los entresijos y métodos operativos de la sociedad The Order, es el profesor de la Universidad de Stanford Antony C.Sutton, que ha escrito sobre el particular cuatro obras de obligada recomendación: "An Introduction to The Order", "How The Order controls Education", "How The Order creates War and Revolution" y "The Secret Cult of The Order". (www.wealth4freedom.com/ truth/3/skullandbones.htm)

Todo lo expuesto a lo largo de este capítulo no es el resultado de ninguna desviación del concepto de democracia instaurado por las revoluciones burguesas, sino, muy al contrario, su más fiel y exacta materialización. Se trata de la rigurosa puesta en práctica del ejercicio del Poder tal y como éste fuera entendido desde los mismos comienzos por los artífices del sistema vigente en la actualidad; un hecho que se ha venido produciendo sin solución de continuidad desde el nacimiento de los regímenes burgueses hasta el más inmediato presente.


Harold Lasswel


Si nos situamos en épocas más recientes, las manifestaciones en ese mismo sentido tampoco han escaseado, e incluso diríase que expresadas de forma aún más contundente. En la década de los treinta, Harold Lasswelexponía en su Enciclopedia of the Social Sciences todo un recital de ciencia democrática, señalando, entre otras cosas, la necesidad de no caer en "ese dogmatismo democrático según el cual los hombres son los mejores jueces de sus propios intereses", para concluir que sólo las "élites" están en condiciones de disponer cuál ha de ser lo mejor para el bien de la comunidad. Por ello, añadía Lasswell, las corrientes sociales que discrepen del recto juicio de esas "élites" y pongan en tela de juicio su autoridad deben ser reconducidas al buen camino "mediante una técnica de control completamente nueva basada sobre todo en la propaganda, dada la ignorancia y superstición de las masas".

Huelga decir que esa técnica entonces nueva es la que constituye hoy la herramienta fundamental del Sistema y de su maquinaria propagandística, los grandes medios de comunicación, cuya labor consiste en procurar que el engranaje funcione sin estridencias, cosa que se consigue haciendo que sean los propios siervos del régimen oligárquico quienes asuman con entusiasmo las falacias pseudodemocráticas de éste. Y ése es un logro que sólo está al alcance de los Mass Media, cuya tarea de intoxicación y adulteración sistemática resulta mucho más eficaz que las coacciones drásticas, a las que sólo se recurre cuando la manipulación no es suficiente para obtener el consenso de las masas, una circunstancia, por lo demás, harto infrecuente.

/...

En definitiva, nada de lo que ha venido ocurriendo a lo largo de los dos últimos siglos obedece a la casualidad, sino que se ajusta estrictamente a las necesidades y exigencias de uns sistema de Poder diseñado por y para el dominio de una reducida oligarquía, y en el que la población deberá limitarse a refrendar las "filantrópicas"

decisiones adoptadas para su bien desde las alturas oligárquicas.




"Los grandes bandidajes solamente pueden darse en naciones democráticas en las que el gobierno está concentrado en pocas manos".
Alexis de Tocqueville

"Guste o no, tendremos un Gobierno Mundial. La única cuestión es si será por concesión o por imposición"
James P.Warburg

"Si de los gobiernos quitamos la justicia, ¿en qué se convierten sino en bandas de criminales a gran escala? Y esas bandas ¿qué son sino reinos en pequeño? Son un grupo de hombres, se rigen por un jefe, se comprometen en pacto mutuo, reparten el botín según la ley por ellos aceptada. Supongamos que a esta cuadrilla se le van sumando nuevos grupos de bandidos y llega a crecer hasta ocupar posiciones, establecer cuarteles, tomar ciudades y someter pueblos. Abiertamente se autodenominan entonces reino, título que a todas luces les confiere no la ambición depuesta, sino la impunidad lograda. Con toda profundidad le respondió al célebre Alejandro un pirata caido prisionero, cuando el rey en persona le preguntó: ¿qué te parece tener el mar sometido a pillaje? Lo mismo que a tí, le respondió, el tener al mundo entero. Solamente que a mí, que trabajo en una ruin galera, me llaman bandido, y a tí, por hacerlo con toda una flota, te llaman emperador".
Agustín de Hipona



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El siniestro banquero Rothschild y Karl Marx, fumándose un puro. Lionel Nathan Rothschild, de la dinastía Rothschild, fué el super financiador y protector de Karl Marx.

Karl Marx no se llamaba así; su verdadero nombre era Kissel Mordekay, en honor a Mardoqueo, un personaje bíblico judío, relacionado con la Reina Ester; nació en Alemania en 1818 y murió en el Reino Unido, el país que le protegió siempre, en 1883.

Marx era un masón intelectual, de origen judío, que dominaba muchas materias en relación con la Sociología, y escribió sus obras políticas, acerca de la revolución socialista y comunista, con la colaboración del también masón Engels, por encargo del banquero ocultista Illuminati Lionel Nathan Rothschild y de la familia Rothschild, para construir el brazo izquierdo del Sionismo mundial.

Lionel Nathan Rothschild era miembro de la Cámara de Londres, una de las mayores fortunas de Inglaterra, y dueño de los principales bancos. Este sionista illuminati era un personaje oscuro y enigmático, del cual siempre se sospechó que podía haber estado detrás de la obra illuminati "Los Protocolos de los Sabios de Sión". No sólo era el financiador del marxismo sino además su verdadero jefe en la sombra.

El Padre de Lionel Nathan Rothschild era Nathan Mayer Rothschild ( 1777 - 1836) el cual había fundado en 1808 el banco N.M. Rothschild & Sons en Londres, que sigue operando hoy en día. En 1815 este banquero illuminati se forró en Bolsa especulando con la Batalla de Waterloo; Rothwort, un correo especial del banquero Rothschild, que estaba expresamente en el campo de batalla, viajó día y noche hasta Londres, antes que nadie, para informarle del resultado de la batalla.

Después, gracias a esta información privilegiada, difundiendo rumores contrarios y especulando en bolsa, el magnate illuminati hizo unas ganancias descomunales, haciéndose con el control de la economía inglesa.

Así se hacen las grandes fortunas de la Tierra, mintiendo, lanzando rumores falsos, engañando, aprovechándose de la gente, explotando las guerras, y especulando con sus víctimas en la Bolsa. Trabajando diariamente a pié de obra y pagando impuestos nadie se hace rico.

La familia Rothschild descendía de Amschel Moses Bauer, orfebre y cambista de Francfort, en Alemania, y era de origen judío.

El ascenso a la prominencia europea de la familia comenzó con Mayer Amschel Rothschild, fundador de esta dinastía, el hijo de Amschel Moses Bauer. En la década de 1760, el joven Mayer Amschel estableció sus actividades en Fráncfort, negociando con monedas y billetes. Mayer Amschel Rothschild financió al jesuita Adam Weishaupt, fundador de los Illuminati; ambos tramaron un plan para fundar una orden más poderosa, que se introdujera en todas las logias y controlar así toda la masonería.

Fué Nathan Mayer Rothschild, el padre de Lionel, quien decidió instalarse en Inglaterra en 1798. El apellido de Rothschild viene de "Red Shield", escudo rojo, y éste fué el cometido de esta peculiar familia, proteger el movimiento socialista y bolchevique. Curiosamente, además, Karl Marx y Lionel Rothschild tenían parentesco familiar, a través de parientes comunes anteriores.



La familia Rothschild, financió a Kissel Mordekay, el camarada "Marx", con miles y miles de libras esterlinas.

Precisamente un cheque de Rothschild, y cobrado por Marx, por un monto importante de miles de libras, fué expuesto en el British Museum por cortesía de Lord Lionel Walter Rothschild, hijo de Nathan Rothschild, el cual lo donó a ese museo!..

Según el Instituto de estudios marxistas-leninistas de Moscú, Karl Marx, recibió de parte de su amigo y colaborador Engels, diversas cantidades de ayuda, al menos unos 6 millones de francos franceses.

La familia Rothschild también donó ingentes cantidades de dinero a Leon Bronstein, más conocido como el camarada "Trotski", para financiar la revolución bolchevique. Los cheques de los pagos efectuados se conservan en el Museo Británico de la Biblioteca Nacional de Londres.

También Karl Marx recibía donaciones de dinero por parte de sociedades secretas masónicas, como la "Liga de los Justos", una sociedad secreta muy relacionada con la "Societé des Saisons", la Sociedad de las Estaciones, una sociedad secreta francesa, muy activa en aquél tiempo, y todas esas sociedades ocultistas trabajaban inspirando las revueltas de las masas y los movimientos revolucionarios, obreros y sindicales.

Los masones Marx y Engels fueron miembros, entre otras sociedades, de la "hermandad obrera" denominada "The Fraternal Democrats". Las sociedades secretas masónicas encendieron los movimientos de izquierda, obreros y sindicales en Europa, Estados Unidos y Argentina, pereciendo miles de ellos en barricadas y enfrentamientos contra las autoridades.

Todos estos movimientos de agitación social obrera, de inspiración masónica, desembocaron en la organización de la Primera Internacional Socialista, aglutinando de modo global a todo el mundo marxista socialista, y así tenerlo controlado desde arriba.




En la obra "Codex Magica", una Enciclopedia que desvela los signos secretos de los Illuminati, se habla de "la señal del maestro del segundo velo", denominada también la señal de la mano oculta de los hombres de Jahbulon. Es el típico gesto de mano en el pecho, tan realizado por personajes famosos como Napoleón y muchos otros.



Y aquí tenemos a estos dos elementos, el camarada Lenin y el camarada Marx, haciendo el gesto ritual masónico del maestro del segundo velo o de mano en pecho, como fieles masones ocultistas que eran, metidos en el ocultismo hasta los ojos.



Marx, Engels, Lenin y Stalin, todos ellos eran masones, miembros de sociedades secretas herméticas y ocultistas, y al parecer todos ellos eran de ascendencia judía. Trotsky y Bakunin, el ideólogo del Anarquismo también eran masones y judíos. Todos ellos fueron unos genocidas criminales, unos intelectualmente y otros materialmente.



Bajo el slogan de "Proletarios de todo el mundo, uníos", y el Manifiesto Comunista, el movimiento revolucionario y socialista, inspirado por Marx y Engels, comenzó a utilizar la estrella roja de 5 puntas como símbolo de su ideal socialista, curiosamente igual que el pentagrama, el emblema ocultista y de las órdenes satánicas.


51TiwEOMwhL The Global Manipulators

Publicado en el Reino Unido por Libros de Pentacle en 1980

Los Manipuladores Globales era el primer libro que exponía el Grupo Bilderberg y la Comisión Trilateral. Este detalla cómo Eringer investigó a estos grupos de poder encubiertos, y lo que él destapó.



Fuente: X Files

Las guerras, las crisis económicas y el genocidio en el siglo XX no fueron accidentales o inevitables, sino el resultado de malévolos diseños.

Una evidencia sorprendente es el interrogatorio que la policía estalinista (NKVD) hizo a uno de los fundadores de la Internacional Comunista en 1938, Christian G. Rakovsky, cuando tenía 65 años y se enfrentaba a la pena de muerte por conspiración para derrocar a Stalin.

La transcripción de su interrogatorio de 50 páginas, conocida como “La Sinfonía Roja”, no se esperaba que fuese hecha pública alguna vez. Confirma que los Rothschild-Illuminati planearon utilizar el comunismo para establecer una dictadura mundial de los súper-ricos.

Ésta es tal vez el más explosivo documento político de la historia moderna. Se revela por qué los Illuminati crearon a Hitler y luego lo destruyeron y por qué Stalin hizo un pacto con Hitler en 1939.

Christian Rakovsky era un veterano comunista con información privilegiada. Nació con el nombre de Chaim Rakeover en 1873, estudió medicina en Francia antes de convertirse en un revolucionario. Fue el líder de un grupo terrorista que atacó a los funcionarios del Gobierno.

En 1919, Lenin lo puso a cargo del gobierno soviético de Ucrania. Consiguió mantener la zona de parte de los bolcheviques durante la Guerra Civil. Stalin le nombró embajador de Rusia en París en 1925.

Rakovsky pertenecía a la poderosa facción trotskista que seguía las órdenes de los Rothschilds. Muchos de este grupo fueron fusilados por Stalin en 1937 en la purgas del Partido Comunista.



INTERROGATORIOS A MEDIA NOCHE

Las circunstancias de los interrogatorios en la madrugada del 26 de enero de 1938 fueron muy dramáticas.

¿Qué podría haber dicho Rakovsky para salvar su vida?

Rakovsky parece utilizar la táctica de “engañar con la verdad”. Se gana la confianza al revelar la verdad, pero no toda la verdad. Trata de impresionar a sus interrogadores diciendo que él y Trotsky representan una fuerza invencible que él llama la “Internacional Financiera Capitalista-Comunista”.

Asegura que el “movimiento revolucionario” fue diseñado para recabar apoyos fingiendo servir a la moral humanitaria y a los ideales colectivos. Sin embargo, el verdadero objetivo era dar poder mundial total a los banqueros, dividiendo a la sociedad y socavando la autoridad establecida.

“Revolución” realmente significa, “subversión” de la civilización occidental.
“El cristianismo es nuestro único enemigo real, ya que todos los fenómenos políticos y económicos de los Estados burgueses son sólo sus consecuencias”, según Rakovsky.
(Griffin, pág 264)
La paz es algo “contra-revolucionario”, ya que es la guerra la que allana el camino para la revolución.

Rakovsky, cuya lengua fue aflojada por un leve narcótico en su vino, se refiere a los Illuminati como “ellos”. Era miembro, aunque no formaba parte del círculo interno.

Explica que los “Illuminati” constituyen una sociedad secreta masónica que promueve el comunismo. Significativamente, su fundador, Adam Weishaupt tomó el nombre de “la segunda conspiración contra el cristianismo de la época: el agnosticismo”. (249)

Cómo salió a la luz este apasionante asunto.

El interrogador fue uno de los agentes de Stalin más inteligentes, Gavriil Kus’min conocido como “Gabriel”.

Aparte de él y un técnico de sonido, un médico, Jose Landowsky, eran las únicas personas presentes.

Reclutado por la NKVD para ayudar a “aflojar las lenguas de los detenidos,” el Dr. Landowsky estaba enfermo por las muchas torturas que había presenciado.
El interrogatorio de Rakovsky, sin embargo, fue cordial. El Dr. Landowsky dudó si el narcótico que puso en la bebida de Rakovsky hizo efecto.

El interrogatorio, que se realizó en francés duró desde la medianoche hasta las 7 de la mañana, Kus’min ordenó a Landowsky que tradujera la entrevista al ruso e hiciera dos copias.

El contenido era tan excitante que Landowsky hizo una copia adicional con papel carbón para él.
“No me arrepiento de haberlo hecho”, escribió.
(279)
(Los bolcheviques habían fusilado al padre de Landowsky, un coronel zarista, en la revolución de 1917).
Un voluntario español de la División Azul más tarde encontró el manuscrito en el cadáver de Landowsky en una cabaña en el frente de Petrogrado durante la Segunda Guerra Mundial. Se lo llevó a España y fue publicado con el título de “Sinfonía en Rojo Mayo” en 1949.

El texto completo de “La Sinfonía Roja” fue colgado en la red por Peter Myers.

La traducción fue publicada en Inglés en 1968 como “The Red Symphony: X-Ray of Revolución”. Se puede encontrar en “El IV Reich de los ricos” de Des Griffin (1988). Yo recomiendo este libro y todo lo que este hombre inteligente ha escrito.



REVELACIONES

Rakovsky da a su interrogador una impresionante visión de la historia moderna con el fin de demostrar que sus padrinos controlan el mundo.

“El dinero es la base del poder,” dice Rakovsky y los Rothschilds los fabrican gracias al sistema bancario.

El “Movimiento Revolucionario” es un intento de Meyer Rothschild y sus aliados para proteger y ampliar este monopolio mediante el establecimiento de un nuevo orden mundial totalitario.

Según Rakovsky,
“Los Rothschilds no eran los tesoreros, sino los jefes del primer comunismo secreto… Marx y los más altos jefes de la Primera Internacional … fueron controlados por el Barón Lionel Rothschild [1808-1878], revolucionario cuyo retrato fue hecho por el Primer Ministro inglés, Disraeli, que también fue su criatura, y nos ha llegado en la novela de Disraeli: “Coningsby”.
(250)
Nathaniel, el hijo de Lionel, (1840-1915) necesitó derrocar la dinastía cristiana de los Romanoff. A través de sus agentes Jacob Schiff y los hermanos Warburg, financió a los japoneses en la guerra ruso-japonesa y una fallida insurrección en Moscú en 1905. Entonces instigó a la Primera Guerra Mundial (Trotsky estuvo detrás del asesinato del archiduque Fernando) y financió la Revolución bolchevique de 1917. Rakovsky dice que estuvo presente en la transferencia de fondos en Estocolmo. (251-252)

El movimiento obrero judío o “bund” fue el instrumento de los Rothschild. La “facción secreta” del Bund estaba infiltrada en todos los partidos socialistas de Rusia y proporcionó el liderazgo para la Revolución Rusa. Alexander Kerensky, el Primer Ministro menchevique fue un miembro secreto. (253)

Leon Trotsky se suponía que iba a convertirse en el líder de la URSS. Trotsky, que era judío, se casó con la hija de uno de los colaboradores más cercanos de los Rothschild, el banquero Abram Zhivotovsky y se convirtió en parte del “clan”.

Lamentablemente, un comunista “patriota” como Lenin (que tenía un abuelo judío) se puso en el camino. Lenin se impuso a Trotsky y firmó la paz con Alemania (Tratado de Brest Litovsk en 1918). Este no era el plan de los Rothschild.

Se suponía que la Primera Guerra Mundial acabaría tal y como lo hizo la Segunda Guerra Mundial. Se esperaba que Rusia derrotara a Alemania en 1918 y ayudaría a los “revolucionarios” locales a establecer “repúblicas populares”.

Trotsky intentó asesinar a Lenin en 1918, pero Lenin sobrevivió. Cuando Lenin tuvo un accidente cerebro-vascular en 1922, Trotsky hizo que Levin, el médico judío de Lenin, acabara con él.

En este momento crítico, lo inesperado sucedió. Trotsky se puso enfermo y Stalin fue capaz de tomar el poder. En este momento crucial, los trotskistas fingieron apoyar a Stalin y a su régimen para infiltrarlo con el fin de sabotearlo.

Rakowsky caracteriza a Stalin como “bonapartista”, un nacionalista, en contraposición a un comunista internacionalista como Trotsky.
“Él es un asesino de la Revolución; no la sirve, sino que la utiliza; representa al más antiguo imperialismo ruso; al igual que Napoleón que se identificó a sí mismo con los galos …” (257)


CONTENIENDO A STALIN

Con el fin de controlar a Stalin, la Internacional Financiara se vio obligada a fabricar a Hitler y el partido nazi. Rakowsky confirma que los financieros judíos financiaron al partido nazi, pero que Hitler no era consciente de ello.
“El embajador Warburg se presentó con un nombre falso y Hitler ni siquiera adivinó su raza … él también mintió acerca de a quien representaba … Nuestro objetivo era provocar una guerra y Hitler era la guerra … [los nazis] … recibieron millones de dólares que se les enviaban desde Wall Street y millones de marcos de los financieros alemanes a través de Schacht; para el mantenimiento de las SA y las SS y también para la financiación de las elecciones … ”
(259-260)
Por desgracia para los banqueros, Hitler también resultó difícil de manejar. ¡Empezó a imprimir su propio dinero!
“Él tomó para sí el privilegio de fabricar dinero y dinero no sólo físico, sino también financiero, se hizo con el control de la maquinaria de falsificación e hizo que trabajara para beneficio del estado … ¿Es usted capaz de imaginar qué habría pasado… si hubiera infectado a cierto número de Estados y se hubiera llegado a la creación de un período de autarquía [norma absoluta en sustitución de la de los banqueros]. Si puede, entonces imagine lo contrarrevolucionario de esto … ”
(263)
Hitler se había convertido en una amenaza mayor que la de Stalin, que no había manoseado el dinero. La misión real de Rakovsky era la de convencer a Stalin para que hiciera un pacto con Hitler y revolver la agresión de Hitler contra el Oeste. El propósito era que Alemania y las naciones occidentales se agotaran antes de abrir otro frente en el este.

[Según Walter Kravitsky, el jefe de la Inteligencia Militar Soviética en Europa, que desertó a Occidente y más tarde fue asesinado en 1941, Stalin estaba decidido a hacer un pacto con Hitler ya en 1934. No se mostró dispuesto a luchar contra los Nazis. ¿Es posible que Rakovsky y sus patrocinadores no lo supieran? Kravitsky en: “Stalin’s Secret Service” (1939)]

Rakovsky instó a los rusos a utilizar la táctica de “engañar con la verdad”. Los rusos debían impresionar a Hitler con su genuino deseo de paz. Hitler no debía sospechar que se estaba preparando una guerra en dos frentes.

A Stalin le dieron dos opciones.
  1. Si se repartía Polonia con Hitler, Occidente le declararía la guerra a un solo agresor: Alemania.
  2. Si se negaba, los banqueros permitirían a Hitler que lo derrocara.
Kus’min exigió que lo confirmara alguien de alto nivel. Rakovsky le dijo que hablara con Joseph Davies, embajador de los EE.UU. en Moscú, un compañero masón y representante ante la Internacional Comunista de la Administración Roosevelt.

Enviaron a alguien para hablar con Davies, que confirmó que “todo el mundo saldría ganando” si se amnistiaba a Rakovsky. El 2 de marzo de 1938, un poderoso mensaje de radio fue enviado a Moscú en el sistema de cifrado de su Embajada en Londres.
“Amnistía o el peligro nazi aumentaría”, decía el mensaje.
Davies asistió al juicio de Rakovsky y le hizo un saludo masónico. El mismo día, el 12 de marzo de 1938, Hitler invadió Austria. La pena de muerte de Rakovsky fue conmutada. Algunos creen que vivió bajo una falsa identidad y otros que lo mataron en 1941.

Se iniciaron negociaciones secretas con Hitler. El resultado fue el Pacto Molotov-Ribbentrop, firmado en agosto de 1939 justo una semana antes de la invasión de Polonia.

El interrogatorio parece que hizo llegar a un acuerdo entre Stalin y los Illuminati.

 

Las luchas de Rusia en el engranaje de los Rothschild

Europa y los Estados Unidos hace mucho tiempo que han sucumbido al control de los Rothschild-Illuminati. En Rusia, todavía hay algunos espasmos de muerte.

Recientemente, Vladimir Putin detuvo a Mikhail Khordordovsky, el jefe de la mayor empresa petrolera rusa: “Yukos” y “el hombre más rico de Rusia.”
Putin anunció que Rusia podría aprovechar sus $12.000 millones, el 26% de las acciones de la compañía petrolera, uno de los muchos bienes nacionales saqueados en la reorganización del comunismo hace 15 años.

Después nos enteramos de que las acciones ya habían pasado a poder del banquero Jacob Rothschild en virtud de un “acuerdo desconocido” diseñado para tal circunstancia. Los dos [Khordordovsky-Rothschild] se habían conocido durante años “a través de su amor por las bellas artes”.

Rakovsky le dijo a Kus’min que los Illuminati nunca toman posiciones políticas o financieras. Utilizan “intermediarios”.
“Los banqueros y los políticos son sólo hombres de paja… a pesar de que ocupan lugares altos y parecen ser los autores de los planes que se llevan a cabo…”
(248-249)
Obviamente Khodordovsky es un “intermediario” de los Rothschild.

También lo son Richard Perle, Henry Kissinger y Ariel Sharon, cada uno de ellos habló en contra de la acción de Putin. Perle, el arquitecto de la Guerra de Irak, pidió la expulsión de Rusia del G-8. Sharon expresó su preocupación por “la persecución de los hombres de negocios judíos”.

Khodordovsky es judío como es su sucesor Simon Kukes, Perle y Kissinger.

http://free-news.org/htm/La_Elite-01.htm

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