Existe hoy una epidemia que está afectando a la salud y calidad de vida de la ciudadanía de un gran número de países a los dos lados del Atlántico No.
Esta epidemia es la epidemia de la obesidad y el sobrepeso. Obesidad es el término que define la condición de una persona que pesa un 30% por encima del peso que una persona debería tener según su altura y otras dimensiones de su cuerpo.
Si su peso es inferior a este 30% pero mayor que el peso normal, entonces se dice que la persona tiene sobrepeso.
Esta epidemia de obesidad comenzó hace treinta años en la mayoría de países que actualmente la sufren.
Así, en EEUU, la obesidad entre las personas de 20 a 74 años fue aumentando lentamente después de los años 60, pasando de un
14% en 1960 a un
18% de la población en 1980.
Subió, sin embargo, a partir de 1980 siguiendo una progresión geométrica, es decir, de una manera mucho más acentuada, alcanzando el
35% en el año 2003, mientras que el porcentaje de personas con sobrepeso (que incluye a los obesos) pasó de un
48% en 1980 a un
68% en 2003 y sigue creciendo
En EEUU los casos de personas con obesidad se dispararon en millones a partir de los años ochenta. Debemos preguntarnos, pues, ¿qué ocurre en los años ochenta en EEUU?
Como bien señala Douglas Kihn en su artículo “The Political Roots of American Obesity”, Truthout (4 de mayo de 2013), durante la década de los ochenta se llevan a cabo las políticas públicas iniciadas por el Presidente Reagan, que crean una gran inseguridad entre las clases populares.
El darwinismo social - "competitividad"- que caracteriza las políticas neoliberales, llevadas a cabo por la administración Reagan, seguidas por las otras administraciones, crea una enorme ansiedad e inseguridad.
El Presidente Reagan inicia su mandato con un ataque frontal a los sindicatos, dificultando la sindicalización de la población trabajadora, obstaculizando el desempeño de su trabajo, apoyando al mundo empresarial para que se deshiciera de ellos y de la protección laboral que proveen. Como consecuencia de estas políticas, solo el 7% de los trabajadores están afiliados (a pesar de que un 52% de los trabajadores desearía afiliarse, sin que lo hagan como consecuencia del miedo a las represalias empresariales). Resultado de ello es que los salarios desciendan, la protección social disminuya y las condiciones de trabajo se deterioren.
Esto implica que no solo la clase trabajadora pierde capacidad adquisitiva, sino que su seguridad en el trabajo queda disminuida de una manera muy acentuada. Como resultado, la inseguridad y la ansiedad caracterizan la vida cotidiana de la clase trabajadora (llamada clase media en EEUU), que es el eje de las clases populares.
Miedo, temor, inseguridad y ansiedad se transforman en el pan de cada día, aumentando a medida que el nivel de cualificaciones y renta disponible disminuye.
Una consecuencia de esta realidad es el aumento del consumo de alcohol, de drogas y del“fast food”, y con ello de la obesidad, generalizada en los sectores de la clase trabajadora sin cualificaciones y en paro. “Fast food” y bebidas azucaradas se convierten en alimentos casi adictivos, que son baratos, fácilmente accesibles y activamente promocionados.
Como bien ha dicho Adam Drewnowski, director del Nutritional Sciences Program de la Universidad de Washington en Seattle, “la obesidad va a empeorar, pues es el resultado tóxico de un ambiente económico que se está deteriorando”.
Dicho programa ha analizado el aumento del diferencial de obesidad entre los distintos barrios urbanos, según la clase social de los barrios. La obesidad está generalizada en los sectores más vulnerables y menos protegidos de la sociedad, cosa que también está ocurriendo en España (incluyendo Catalunya).
La obesidad no es un signo de opulencia, como solía ser,
sino un síntoma de pobreza.
En España por ejemplo el mayor numero de enfermedades se da entre las clases mas pobres....salvo las alergias que azotan a todos por igual.