Aquellos que tengáis cierta edad recordareis que las botellas de cerveza, agua, gaseosas, refrescos eran retornables. Para los más jóvenes eso consistía en que la primera vez que comprabas unas cervezas, comprabas las botellas más el líquido. A partir de entonces cada vez que ibas a comprar cervezas tenías que devolver las botellas vacías, ya que si no te las volvían a cobrar.
La botella devuelta era enviada a la fábrica donde se limpiaba, desinfectaba y se volvía a utilizar (esto si era ecologico).
El mismo camión que traía las cervezas, se llevaba las botellas vacías en su viaje de regreso.
Ahora el circuito de moda para esto que antes era tan simple es el siguiente:
Se compra la cerveza + la botella. No hay posibilidad de comprarlos por separado.
La cerveza se bebe y la botella que compras unas y otra vez se tira al contener de vidrio.
Vienen los de la basura y se llevan el contenedor a la planta de reciclaje de vidrio ubicada en un complejo llamado Ecopark, eufemismo moderno para el tradicional basurero.
Se descarga el material en inmensas montañas.
Se pasan por una cinta transportadora y un gigantesco imán separa los restos metálicos.
Luego un ejército de operadores separa el vidrio verde del incoloro, así como plásticos, papeles y todo lo que no sea vidrio que se haya “reciclado” por error.
Mediante cribas se separa el vidrio en trozos de tres tamaños: pequeños, medianos y grandes.
Los trozos grandes y medianos son pasados por máquinas trituradoras para convertirlos en pequeños.
A medida que se tritura hay que separar los trozos de etiquetas que van cayendo mediante otra instalación de aspiración y filtrado.
A la final el vidrio se almacena.
Viene un camión y lo carga para transportarlo una segunda vez, esta vez hasta la planta de fabricación de vidrio.
El vidrio reciclado se vuelve a fundir en uno de los procesos industriales que más energía gasta emite por tonelada producida aparte del Acero y el Cemento.
La fábrica produce una nueva botella.
Pasa otro camión (y ya van tres) a recogerla para llevarla a la embotelladora.
La embotelladora la llena para enviarla de nuevo al super y vuelta a comenzar.
Esta es la ecología que existe detrás de substituir un simple proceso de reutilización por otro de “reciclo” donde hay tres veces más transporte, una planta de reciclado con un montón de operarios y que también consume energía y ni hablar del exabrupto energético que implica volver a fundir el cristal cada vez que se va a utilizar, como si el Petróleo fuese gratis. Esta es la gran ecología que existe detrás de este montaje.
Nadie puede ser tan estúpido. ¿ Por que ?
Porque genera negocios, el dinero se mueve y el PIB aumenta mientras nos dedicamos a resolver un problema que hace cuarenta años se encontraba parcialmente resuelto. Hoy lo volvemos a resolver mediante una gigantesca complicación que a la final gasta más recursos y energía. Pero el PIB sube.
Otro aspecto interesante de esta ecología reciclante es lo tocante al packaging utlizado en todo lo que se vende, pero principal y obsesivamente en la alimentación. Hasta la más humilde croqueta viene en una caja de cartón con fotos a todo color de la croqueta. Dentro nos encontramos una bandeja de plástico con doce cuencos hechos a la medida de cada croqueta, donde cada una se encuentra envuelta en más plástico. La caja, a su vez también viene envuelta a plástico. Debe ser más grande la planta de envasado de las croquetas que la planta donde las hacen.
Existe toda una industria de flexografía, tintas homologadas, impresión industrial, etc,etc montada solo para que el consumidor se lleve su croqueta o trozo de pescado desde el supermercado a su casa contemplando la foto de lo que ha comprado. Vida media de todo esto: 10 minutos; del super a la casa y al cubo de basura.
Es de escándalo que casi la mitad de la basura generada en cualquier cocina sea producto de estos benditos “packaging” que los tontos útiles de los departamentos de marketing proclaman como que aumenta el valor del producto. ¿ El valor del producto para quién?, para la empresa que lo produce claro: te está vendiendo el packaging que después tiraras a la basura, perdón: al reciclado.
Antes los congelados se vendían a granel. Ahora no: hoy día se venden en una caja con la foto de la merluza, envasados uno a uno con más y más plástico. La mayoría de estas empresas deben vender más kilos de cartón y plástico que de comida.
Con las latas de bebidas, más de lo mismo:
Cada vez que alguien usa una lata hay que fundir, laminar, cortar y extruir de nuevo la dichosa lata.
Si de verdad lo que persiguieran los gobiernos fuese la ecología, lo primero que tendrían que hacer es ponerle un impuesto exagerado a todos los envases no retornables.
En los países del norte de Europa le aplican un impuesto de 0,6 Euros/litro.
Es decir: una botella de agua de cinco litros paga tres Euros de impuesto, eso sin el agua, el envase el transporte y los márgenes de toda la cadena de distribución.
De esta forma el agua embotellada en plan no retornable se convierte en un artículo de lujo y las personas se llevan su botella de vidrio para devolverla en el super cuando compran una nueva. Como se hacía hace décadas.
Con los equipos electrónicos:
tres cuartos de lo mismo. Kilos y kilómetros de plásticos, blisters, inmensos trozos de porexpan, cartón ,etc acompañan a cada una de estas maravillas tecnológicas. Eso sin contar con que la vida útil del cacharro en más bien escasa y con toda probabilidad también acabará en la basura en un corto tiempo.
“reciclar”...
Una especie de lavado de conciencia que a la vez ofrece oportunidades de negocio a todo aquel que tenga el oportuno “enchufe” en los gobiernos de este mundo.
Y para agregar agravio al insulto entonces lo enseñan en la escuela, como si saber cual color de cubo de basura es para qué tuviese algo que ver con sostenibilidad y ecología
Mariela de Ulloa
Podemos hacer pequeños gestos, por ejemplo: NO separes la basura...¿sabes que eso destruye puestos de trabajo en las plantas de reciclaje? Si tú les haces el trabajo gratuito, los de los contenedores, que son amiguetes de Sánchez, se hacen más ricos... twitter.com/AntonioMyc00/s…
¡ Hasta a los países pobres se les quiere “meter” en la onda del reciclado !.
Las empresas del primer mundo necesitan vender su maquinaria a países donde son tan pobres que ni siquiera tienen con que comprar algo para tirar.
En esos países no es como aquí: allá se repara absolutamente todo.
¿Como hemos llegado a semejante situación tan estúpida?: como siempre la historia nos da las respuestas.
Durante la segunda guerra mundial se desarrolló en los Estados Unidos una inmensa industria de envases no retornables que eran consumidos por las tropas. Esa guerra aparte de dejar a Europa cubierta de casquillos de balas, también la cubrió de latas vacías, botellas y envoltorios de comida.
Una vez acabada la guerra viene la pregunta: ¿ ahora qué hacemos con esto ?.
Hasta ese entonces era costumbre utilizar envases retornables por lo que tanto cervecerías como fabricantes de bebidas gaseosas debían de estar cerca de sus consumidores, existía poca competencia nacional debido a la logística de recogida de envases.
Los grandes fabricantes vieron en los envases no retornables la oportunidad de poder competir a lo largo y ancho del país sin preocuparse del retorno, por lo que las grandes cervecerías y fabricantes de bebidas se aliaron con American Can Company (principal fabricante de latas) y con Owen Illinois (principal fabricante de botellas) para comenzar con la orgía de envases no retornables
The American Can Companywas a manufacturer of tin cans.
It was a member of the Tin Can Trust, that controlled a "large percentage of business in the United States in tin cans, containers, and packages of tin."[1]
It was formerly a member of the Dow Jones Industrial Average from 1959–1991, though after 1987 it had renamed itself Primerica, a financial conglomerate which had divested itself of its packaging arm in 1986.
Primerica, after it was merged with Sanford I. Weill's Commercial Credit Company would form the basis of what would become Citigroup.
La reacción de los gobiernos estatales ante semejante atentado a la salud pública y a los servicios de recogida de basuras no se hizo esperar y ya en 1954 estos envases fueron prohibidos en el estado de Vermont.
Entonces la American Can Company, Owen Illinois, Coca Cola, Pepsico y la asociación de fabricantes de cervezas se unieron para crear una campaña maquiavélicamente denominada “Keep America Beautiful”.
La campaña culpabilizaba del problema de tanta lata y botella tirada por todas partes a las personas que las tiran (que es cierto) , pero casualmente no mencionaba al que las fabrica e inunda el mundo de ellas, que también tiene su parte importante de culpa.
Gastaron cientos de millones en publicidad por radio, televisión y medios escritos “concienciando” al pueblo de la necesidad de “no ensuciar”. Inclusive llegaron a repartir millones de contenedores de diferentes colores para poner en la cocina: ¿ a que suena familiar ?.
El lema utilizado era: “Las personas son las que contaminan….las personas lo pueden parar”, equiparando al que tira una lata o una botella con un traidor a la patria o alguien que no quiere a su mamá, mientras las plantas de American Can y Owen Illinois operaban en tres turnos vomitando decenas de millones de botellas y latas no retornables al día. Emanuel Goldstein estaría orgulloso.
Fueron más de veinte años de machacona campaña donde traspasaron a las personas y a los políticos la responsabilidad sobre tanta basura, les hicieron creer que ensuciar o no ensuciar era una cuestión personal o de civismo, mientras que la producción masiva de cosas no retornables o desechables y sobre todo la práctica cotidiana de la obsolescencia planificada en todo lo que se produce nunca fue cuestionada.
Fueron ellos mismos los que establecieron las bases del movimiento ecologista liberal (eufemismo para ecologista gilipollas) que hoy domina el pensamiento del reciclado. De esta forma se desmarcaron del problema, culpabilizaron a la ciudadanía llamándolas poco menos que cerdos y transfirieron el problema a los diferentes gobiernos municipales y sus servicios de recogida de basura a la vez que sus beneficios aumentaban astronómicamente al quedarse con el negocio de las empresas locales que si tenían que recoger sus botellas.
Mejor ejemplo de privatización de beneficios y socialización de costes solo existe en el sector bancario.
Estos envases tenían que haberse prohibido taxativamente, son un atentado contra el medio ambiente, el consumidor y los presupuestos de los servicios de basuras. Lo que pasa en USA pasa en Europa diez años después y en España a los treinta años.
Así que aquí estamos: reciclando botellas, latas y permitiendo que se fabriquen impresoras manipuladas de fábrica para que a las dos mil copias dejen de funcionar con el único objetivo de que la pobre víctima compre una nueva.
Estas impresoras luego son escrupulosamente recicladas en algún ecopark verde donde operarios vestidos con monos verdes trabajan dentro de naves pintadas de verde rodeadas de césped verde regado con agua reciclada mientras un cartel verde anuncia “aquí utilizamos agua reciclada” y “esto se ha construido con fondos FEDER”.
En realidad para reciclar estas impresoras lo único que hace falta es anular el contador de páginas impresas que tienen en su memoria interna.
Pregúntense el por qué se hace tanto énfasis en el reciclado y tan poco énfasis en la obsolescencia planificada; práctica de uso generalizada en la industria donde la totalidad de lo que hoy día se produce se encuentra diseñado para ser tirado a la basura al poco tiempo.
¿ Por qué no se persigue a los de las impresoras ?, ¿ Por qué no se establecen normas mínimas de duración de los electrodomésticos, de los coches, aparatos electrónicos, de todo ?.
Si de verdad queremos ahorrar recursos y generar menos basura este es el camino.
Pregúntele a cualquier persona de más de sesenta años si en su época se generaba tanta basura. ¡ Es que ni había basureros !.
Ahora en Inglaterra se encuentran instalando cámaras en los diferentes “puntos verdes” (término proveniente de la neolengua gili-ecológica, quiere decir:
lugar donde se colocan los contenedores de basura) para vigilar que la gente recicle, y que recicle de forma sumisa y humilde se les olvidó agregar.
Reciclado….nuestra última payasada. Y eso que supuestamente estamos en el primer mundo y somos los listos del planeta.
Por lo pronto yo a mis niños les digo que todo se tira en el contenedor marrón o en el que esté menos lleno, que da igual, que todo esto es un montaje y que lo que hay que hacer es no comprar tanta tontería inutil.
El verdadero destino del "reciclaje" de los productos digitales:
https://ia801503.us.archive.org/29/items/regocijos_04-03-2018/seales_del_fin_del_mundo_-_el_destino_de_la_basura_digital.mp3
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El plástico mata
El reciclaje del plástico no funciona y no es una solución sostenible.
Es un montaje que nos hace sentir bien y
La triste realidad es que cuando pones un plástico en un contenedor de reciclaje nadie se responsabiliza de que vaya a ser empleado para nada.
En realidad las posibilidades de que sea convertido en otro objeto de plástico similar (es decir reciclado de verdad como el metal o el vidrio) son mínimas, por no decir que nulas.
Lo normal es que los plásticos terminen en la basura o en el medio ambiente, con un costo terrible para el planeta y la salud humana, no sólo ahora, sino para muchas generaciones futuras.
El mal uso intencionado de la palabra reciclaje
Poner un plástico en un contenedor especial no es reciclar, ya que nadie garantiza que se vaya emplear para nada y mucho menos que vaya a ser reciclado de verdad.
Por razones técnicas y económicas el plástico es muy caro y complicado de reciclar de verdad, es decir, en ciclo cerrado como el metal o el vidrio.
Salvo algunas excepciones, lo mejor que le puede pasar al plástico que ponemos en un contenedor es que sea convertido en otros objetos no reciclables (lo que se llama downcycling), plásticos de inferior calidad, textiles…
Es decir, que sólo estamos retrasando su llegada al basurero.
Además el downcycling no frena la necesidad de fabricar millones de toneladas de plástico nuevo para fabricar cada vez más objetos desechables. Y en el supuesto de ciencia ficción de que consiguiéramos someter a downcycling el 100 % de los plásticos que se fabrican, ¿qué haríamos con los objetos generados? ¿Tapizar el mundo entero con tejidos de forro polar?
La falacia de los triángulos de reciclaje
Otra falacia notable es los símbolos triangulares de reciclaje con flechas que vemos dibujados o grabados en los plásticos y que llevan un número dentro. Esos triángulos con flechitas en absoluto quieren decir que ese plástico sea reciclable.
Los números son una manera de agrupar en 7 clases las más de 80.000 resinas plásticas que hay en la actualidad y las flechitas no quieren decir absolutamente nada, simplemente están ahí para engañar al consumidor. Muchos grupos llevan años pidiendo que esos símbolos engañosos sean eliminados.
¿Sorprendido? Los secretos sucios del reciclaje del plástico no acaban ahí.
Los ciudadanos ponemos plástico en los contenedores de reciclaje pensando que serán reciclados en objetos similares. Sin embargo la mayor parte del plástico que ponemos en los contenedores es arrojado al basurero, incinerado, o exportado a países como China.
En 2011 la UE exportó 3,4 millones de toneladas de basura de plástico, sobre todo a China, para ser incinerada aprovechando que las normativas ambientales son más laxas, o para que sea convertida en objetos no reciclables (downcycling), todo ello en condiciones ambientales y de salubridad deplorables. Canadá, EEUU y otros países ricos también exportan sus desechos plásticos a Asia.
En algunos de los países con mayores tasas de reciclaje del mundo, como Alemania, más del 50 % del plástico que se recupera es quemado directamente en incineradoras, con un terrible impacto en la salud de las personas y en el medio ambiente.
Mirando todo esto, poner plástico en contenedores especiales no debería llamarse reciclar. Estamos más bien ante un negocio opaco y engañoso, diseñado para que nos quedemos con la conciencia tranquila y sigamos enganchados a los plásticos de usar y tirar, los cuales permiten beneficios millonarios a unos pocos a costa de la salud y del medio ambiente de todos.
El falso éxito del reciclaje en Europa
Años de adoctrinamiento y de un enorme gasto de dinero público han dado lugar a sofisticados sistemas de recuperación de algunos tipos de plástico (como el PET) en varios países europeos.
La industria menciona estos sistemas como ejemplos de que el reciclaje de plásticos es una solución verdadera y sostenible y los gobiernos la secundan en esta falacia para no tener que dar explicaciones ante los ciudadanos por haberse convertido en basureros al servicio de una de las industrias más poderosas del mundo. Veamos lo que ocurre en realidad.
Según las propias cifras de la industria, en Europa se recuperan sólo en torno al 25 % de los plásticos que se producen. Dentro de ese 25 %, en términos de residuos generados por los consumidores europeos, en 2011 se recuperaron 14,3 millones de toneladas, un 58 %. Parece que no está mal como cifra, pero, ¿a dónde va todo este plástico recuperado? Un 25 % de esa cantidad, 3,4 millones de toneladas, se exportan, casi todo a China.
¿Y qué pasa con el resto? En países como Alemania o los países nórdicos más de la mitad es quemado en incineradoras. O sea, que de cada cuatro plásticos que el consumidor europeo pone en un contenedor “para reciclar”, dos son quemados y uno exportado a China (donde será quemado o usado en downcycling sin garantías ambientales ni laborales). ¿Y qué pasa con el 25 % restante?
Dependiendo del tipo de plástico (¡hay miles!) y del lugar donde sea recuperado, pueden ocurrir tres cosas: que vaya directamente al basurero (lo más normal), que sea convertido en algo no reciclable (textiles, plásticos de baja calidad, etc.) o, lo más raro de todo, que efectivamente sea convertido en un objeto parecido y que, que a su vez, sea reciclable de nuevo.
Este porcentaje mínimo residual sería la verdadera tasa de reciclaje real de Europa. Una realidad muy diferente a lo que quieren hacernos creer cuando nos animan a reciclar.
Esta es la lamentable verdad del reciclaje que nadie, ni los gobiernos, ni la industria, ni los que se lucran con todo esto quieren que sepamos.
¿Qué pasa en los países en vías de desarrollo, donde vive el 85 % de la población mundial?
En EE.UU. el porcentaje de plásticos recuperados (que no es lo mismo que reciclados) frente a los producidos apenas supera el 7 %. En Europa es de un 25 %. Ya hemos visto que dos tercios de estos plásticos se exportan a países pobres o se incineran y el resto, salvo una pequeña parte, terminan en los basureros.
Imagina ahora cuáles son los porcentajes de recuperación de plásticos en los países en vías de desarrollo, donde vive el 85 % de la población mundial.
Estos países se están ahogando en una marea de plástico por carecer de medios para gestionar los desechos generados por la cultura de “usar y tirar”. Además Europa, EE.UU. y Canadá exportan millones de toneladas de sus desperdicios de plástico a países más pobres.
Es hora de despertar del espejismo del reciclaje
Poner cosas en contenedores de colores nunca será reciclar en tanto no existan mecanismos económicos o legales que garanticen un ciclo cerrado para esos productos.
Es hora de tomar decisiones basadas en la realidad de los hechos y en el impacto intolerable de los plásticos sobre el medio ambiente y la salud. Decisiones que también tengan en cuenta al 85 % de la población mundial que vive en países en vías de desarrollo y que se están ahogando en residuos de plástico.
La verdadera solución es usar el sentido común
Romper con nuestra adicción a los plásticos de usar y tirar. Reducir tanto embalaje redundante e inútil, diseñar productos sostenibles, emplear envases reutilizables y elegir materiales realmente reciclables, como vidrio, metal y papel.
En lugar de emplear dinero público para convertir a sociedades enteras en gestoras de basura al servicio de grandes corporaciones, los propios fabricantes deberían ser los responsables legales del ciclo de vida completo de cada producto, incluso tras la venta.
En la actualidad los fabricantes en general se lavan las manos una vez han vendido el producto y hacen a los ciudadanos y a los gobiernos responsables de gestionar la ingente cantidad de residuos que generan con sus decisiones insostenibles de embalaje y diseño, a costa de la salud y del medioambiente de todos.
Si los fabricantes fuesen responsables de pagar por los residuos que generan veríamos cambios radicales en la manera que los productos se diseñan, envasan y distribuyen.
En Febrero de 2013 un grupo internacional de científicos hizo una petición formal a los gobernantes de todo el mundo para que el plástico sea declarado residuo tóxico y peligroso.
Fuente: http://elplasticomata.com/el-espejismo-del-reciclaje/
El poderoso ecologismo de nuestras abuelas
En la cola del supermercado, el cajero dice a una señora mayor que debería traer su propia bolsa de la compra porque las bolsas de plástico son dañinas para el medio ambienteLa señora pide disculpas y explica: “Es que en mis tiempos no pensábamos en la ecología”
El empleado le contesta:
Ése es el problema que tenemos ahora. La generación de ustedes no se preocupó de preservar el medio ambiente.
Tiene razón –dijo la señora-. En aquellos tiempos no pensábamos en la ecología.
En aquel entonces las botellas de leche, de refrescos y de cerveza se devolvían a la tienda.
La tienda las enviaba de nuevo a la fábrica, donde las lavaban y esterilizaban…… antes de llenarlas de nuevo, de manera que podían utilizar los mismos envases una y otra vez. Así los reciclaban de verdad.
Pero es verdad, en aquellos tiempos no pensábamos en la ecología.
Subíamos y bajábamos escaleras, porque no había artefactos mecánicos en todos los comercios y oficinas. Íbamos andando a la tienda…en lugar de usar el coche de 200 caballos cada vez que teníamos que recorrer dos manzanas.
Pero tiene usted razón. En aquellos tiempos no pensábamos en la ecología.
Entonces lavábamos y reutilizábamos los pañales de los bebés, porque no los había de un solo uso. Secábamos la ropa en tendederos, no en esas máquinas de 200 voltios que consumen mucha energía rugiendo para secar la ropa. Las energías solar y eólica secaban nuestra ropa estupendamente. Los niños usaban la ropa de sus hermanos mayores, no siempre modelitos nuevos.
Pero tiene usted razón: en aquellos tiempos no pensábamos en la ecología.
En aquel entonces teníamos un televisor o una radio en cada casa, no un televisor en cada habitación y un equipo de música de miles de vatios. Y el televisor tenía una pantalla del tamaño de un pañuelo (¿recuerdan?) no una pantalla del tamaño de un campo de fútbol.
En la cocina molíamos, batíamos y desmenuzábamos a mano, porque no había aparatos eléctricos que lo hicieran todo por nosotros. Cuando embalábamos algo frágil para enviarlo por correo usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no envoltorios de burbujas o bolitas de plástico. En aquellos tiempos no encendíamos un motor y quemábamos gasolina sólo para cortar la hierba.
Usábamos unas tijeras cortadoras que funcionaban a músculo.
Hacíamos ejercicio trabajando y no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre pistas mecánicas que funcionan con electricidad.
Pero tiene usted razón: en aquellos tiempos no pensábamos en la ecología.
Cuando teníamos sed bebíamos en una fuente, en lugar de usar vasos y botellas de plástico cada vez que queríamos beber agua.
Recargábamos las estilográficas con tinta, en lugar de tirarlas y comprar otras nuevas.
Y cambiábamos la hoja de afeitar en vez de tirar a la basura toda la maquinilla sólo porque la hoja ya no corta.
Pero entonces no pensábamos en la ecología.
En aquellos tiempos la gente usaba el tranvía o el autobús y los niños iban a la escuela en bicicleta o andando, en lugar de usar a su madre como un servicio de taxi disponible las 24 horas.
En cada habitación teníamos un enchufe, no una batería de enchufes para alimentar una docena de artefactos. Y no necesitábamos ningún aparato electrónico que enviara señales de satélites a kilómetros de distancia…para encontrar la pizzería más cercana.
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