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El MIEDO, la criminologia y el provecho que sacan a nuestra costa

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Cuanto mas HOLLYWOOD y cuanta mas TV , MAS DESCONFIANZA , MAS TEMOR a tus conciudadanos.

PORQUE HA DESAPARECIDO EL AUTOSTOP ? 

? Tan comun en los años 70s y ahora practicamente desaparecido.

? Porque hemos plagado nuestras puertas de cerraduras y nuestras casas de alarmas ?
? Porque se ha disparado la industria de guardias jurado, cuidadores, porteros nocturnos, ...
? Porque sobre todo a partir de los años 80s se disparo la violencia en Hollywood y la aparicion de miles de psicopatas en pantalla ?

Quien gana con nuestra desconfianza y miedo ?

EL MIEDO SEPARA A LAS PERSONAS y NOS DEBILITA COMO GRUPO



El investigador británico Keith Haywardanaliza el papel de los medios en la llamada "inseguridad"
“Lo que se hace es crear miedo y luego sacar provecho de eso”

Impulsor de la “criminología cultural”, Keith Hayward critica las corrientes teóricas dominantes, que giran en torno de la policía, las cárceles, la vigilancia y las cámaras. Analiza cómo las dinámicas culturales se articulan con las prácticas del delito y su control. Y en ese marco, advierte, los medios juegan un papel fundamental. Las “soluciones” que se importan sin analizar las características de cada caso. El ejemplo paradigmático de las revueltas londinenses y las llamadas “pandillas”.

¿De qué se trata la criminología cultural?
La criminología cultural tiene que ver con cierta sensibilidad, con un estado de ánimo; no se trata de una simple posición teórica. Cómo entender la noción de criminología cultural o cómo abordarla tiene que ver con la posición que uno toma en lo que hace a cuestiones relacionadas con el crimen, el delito, y el castigo, pero también con la situación política –el capitalismo– y, especialmente, el consumismo, la justicia y la moralidad. Creo que gran parte de la criminología de hoy carece de moralidad.

¿En qué sentido?
En que sólo promueve la justicia criminal. Y creo que  

el mundo necesita menos de justicia criminal y más de justicia social

 Es en ese sentido que la criminología cultural se opone a las corrientes teóricas dominantes: la criminología institucional establecida gira en torno de la policía, las cárceles, la vigilancia, las cámaras, el control.

¿Sugiere, entonces, que la distinción entre las nociones dominantes de criminología y la idea de criminología cultural responde a distintas categorías de justicia social?
Sí, aunque no digo que toda la criminología corriente descarte la justicia, que no se preocupe por ella o que sea inmoral. Creo que el problema es lo limitado de su radio. Por ejemplo, cualquiera puede observar el estado de las cárceles y sostener que es necesario mejorar las condiciones en la prisión. Estoy de acuerdo con la mejora de los regímenes penitenciarios, especialmente en esta parte del mundo, pero la preocupación mayor es estudiar de qué modo promover el cambio social.


Pequeño parentesis: 
EN ESTE pequeño VIDEO TENEMOS UN  EXPLICACION DE LAS VENTAJAS DEL USO DEL MIEDO y el TERROR en el manejo de nuestra fantasia utilizados COMO METODOS DE CONTROL:

  

Desde una perspectiva teórica, ¿de qué modo se relacionan el crimen y su control, con la representación simbólica y la interpretación cultural?
En las últimas dos décadas hemos visto lo que podría describirse como criminología sociológica y el surgimiento de estudios enfocados en la justicia criminal. La criminología cultural está muy alineada con las interpretaciones sociológico-culturales del delito. En distintos lugares se capacita a la policía con el propósito de hacerla más eficiente en un sistema que está contento con funcionar en un marco dado por el incremento en la cantidad de cárceles, el aumento de la población carcelaria y un estado policial presente en muchos sitios. Más que criminología, en algunos de mis trabajos describo este cambio como el aumento de la “contrología”.
¿A qué alude el término?
Que la gente, los sociólogos o criminólogos renuncian a la tarea de buscar las causas que derivan en la ocurrencia de delitos, los fundamentos culturales, sociales y económicos que se esconden detrás de ellos, o aquellas cuestiones que hacen que la delincuencia sea diferente en distintos lugares. La cuestión es tratar de entender las causas del delito en individuos y grupos, y explicar por qué sus niveles son diferentes en diversos lugares, culturas, países y ciudades. Estos son los objetivos originales de la criminología como disciplina. Y creo que en las últimas dos décadas hemos visto que se ha renunciado a ello.

¿Por qué cree que sucede eso?
Muchos piensan que es demasiado complicado o no están interesados en estas diferencias culturales. Lo que les interesa es controlar el crimen y aceptar el hecho de que tengamos que adjudicar grandes presupuestos para hacer frente a los altos índices de delincuencia, sosteniendo que es parte de vivir en una sociedad capitalista. Esa es la posición oficial, desde la cual se dice: “¿Qué vamos a hacer? No nos vamos a preocupar por las causas del delito o de por qué varía de un lugar a otro. Vamos a controlarlo usando técnicas de vigilancia y prisiones pobladas, ampliando los presupuestos destinados a la prisión, la militarización de la policía, mediante técnicas dirigidas a controlar la situación”. Esta es la razón por la cual marco la distinción entre justicia criminal o penal y criminología. A través de los estudios sobre justicia criminal, podemos observar este aumento en términos de contrología, es decir, el estudio del control.
¿Y en cuanto a la representación simbólica del crimen?
Creo que la comprensión o la interpretación que la gente tiene de la delincuencia viene dada, en gran medida, por dispositivos culturales simbólicos, historias culturales que se producen en los diarios, aparecen en la televisión e, incluso, en la música. La mayoría de las personas no ha estado nunca dentro de una cárcel, por lo que no tiene idea de cómo es, aunque ahora haya programas de televisión que te llevan dentro de las prisiones, que le dan a la gente una idea sobre cómo es la cosa.

¿Cree que realmente logran “dar a la gente una idea” acerca del sistema carcelario?
Estos programas son conducidos ideológicamente. Entonces, lo que quieren mostrar es lo peligrosa que es la cárcel o lo deshumanizante de la gente que las habita. Muchos se niegan a escuchar interpretaciones o explicaciones de manos de expertos porque creen que entienden la situación. En el Reino Unido, por lo menos, cantidades de famosos hablan sobre los problemas de la delincuencia, acerca de “volver a instaurar la pena de muerte”. 
Creen que pueden guiarnos y dar pautas sobre castigos penales. Y esto es muy frustrante. Por lo que uno de nuestros objetivos es desacreditar estereotipos, desafiar esta narrativa mono-ideológica de los medios de comunicación. No es que me interesen sólo los medios, pero la realidad es que los medios son muy importantes, porque cambiar la comprensión de la gente implica atender el modo en que el crimen y su castigo se retratan en los medios de comunicación.
¿Cómo lograrlo?
Elaborar historias que desafíen la norma y, más importante aún, poner de relieve la hipocresía que existe en los medios de comunicación. El delito vende. Así es que de un lado aparecen estas narrativas que demonizan al delincuente y las percepciones de la derecha, y del otro están los medios que utilizan el delito para vender sus productos.

Algunos autores sostienen que la forma en que los medios cubren estos hechos terminan generando cierto “pánico moral” en la gente.
La cuestión del pánico moral tiene cuarenta años, es una vieja teoría, pero buena; aún funciona. Cada tanto, cuando surge una nueva droga o alguna cuestión que sorprende, reaparece nuevamente el pánico moral clásico. Yo creo que los medios de comunicación funcionan más sofisticadamente en estos días, hasta el punto en que el pánico moral resulta bueno para los negocios. 
Así, lo que se hace es crear miedo y luego sacar provecho de eso. Por consiguiente, emergen grandes delitos y se benefician de vuelta del pánico moral en un proceso cíclico al modo de una escalera de caracol que parece hacer referencia a uno y otro constantemente. Hay cientos de reality shows policiales muy populares en televisión que encarnan siempre una misma posición ideológica. Nunca hablan sobre políticas o la situación del delito, sino que se refieren a un particular delito callejero. Entonces, antes teníamos el famoso pánico moral causado por la delincuencia callejera, todavía lo tenemos, pero lo que se estudia ahora es el tipo de miedo que el delito genera en la imaginación.

¿Qué rasgos tiene la lógica narrativa de esos programas de TV?
Se filma la captura de un individuo, luego estos videos se utilizan como técnicas de promoción para conseguir más fondos para la policía, obtener herramientas de formación y crear nuevos cuerpos policiales. La gente mira programas como SWAT, un show que muestra a una policía altamente militarizada, existente en varias ciudades de los Estados Unidos, y entonces siente el temor que provoca el pánico moral. Luego demanda este tipo de fuerzas policiales militarizadas en su ciudad.
Algunos expertos plantean que el delito y su control son funcionales al sistema político. ¿Cree que la criminología y su abordaje responden a intereses específicos?
El crimen y el delito se han politizado, sobre todo en el Reino Unido y en los Estados Unidos. Allí –y me imagino que en otras partes del mundo también– pareciera que en tiempos electorales los asuntos relacionados con el delito y el crimen, y su castigo, resurgen con fuerza en las agendas. Aparecen los discursos con frases como “necesitamos más policías”,“tenemos que ser duros”, “hay que implementar nuevas medidas como los ataques en Irak”. 
La mayoría de estos modelos no ha funcionado, pero se pretende exportarlos a estas partes del mundo. Lo que es sorprendente es que los políticos alegremente importan modelos de sistemas judiciales de lugares donde el sistema de justicia no funciona. Por ejemplo, los disturbios de Londres del año pasado fueron descriptos inicialmente como un problema de pandillas. Por eso, los políticos inmediatamente fueron a los Estados Unidos para buscar a los expertos en bandas norteamericanas y llevarlos a Londres. Pero lo que se hizo en esos lugares empeoró el problema de las pandillas, que se arraigaron en sus culturas como nunca antes. Por tanto, ¿por qué buscar a alguien que sistemáticamente ha fracasado en eliminar el problema en su país y luego tratar de llevarlo al Reino Unido, una cultura sobre la que no sabe nada? Este es el tipo de cosas que surgen en términos de crimen y castigo, nociones absurdas.

¿Cómo cree que deberían encararse esos episodios desde la criminología cultural?
Se suele tomar la vía más sencilla: “pandillas”, “personas negras marginadas provenientes de zonas pobres causaron los disturbios”. Eso vende votos. Entonces, la criminología cultural trata de poner de relieve este tipo de situaciones y la locura política que las acompaña. Se hacen estas cosas que no siempre han funcionado, aunque es muy difícil hacer otra cosa. ¿Alguien puede imaginar a un político en los Estados Unidos decir: “aquí está mi programa electoral para el problema de la delincuencia: voy a reducir el número de cárceles, voy a tratar de cambiar las clasificaciones de los delitos por drogas? Voy a hacer todo lo contrario del resto”? La historia parece decir que así nadie sería elegido. En este contexto político, el crimen es abordado de una sola manera: ponerse duros y más rígidos, y a los políticos que no lo hacen los matan en las urnas.
¿Usted cree que habría que hacer todo lo contrario?
Bueno, ¿por qué toman ciertas medidas? Porque quieren ser elegidos para gobernar. ¿Y por qué son elegidos? Porque la gente cree algunas de las historias que se le cuentan.  

Muchos creen que existe un problema sistemático de pandillas en Londres, y que la persona que están trayendo ayudará a resolver la situación

Lo que tendríamos que hacer es ver por qué la gente cree estas cosas, de dónde viene esta ideología: de historias difundidas por los medios. 

La criminología cultural se interesa mucho por el modo en que los medios presentan estas historias y por presentar historias alternativas.

¿Qué diría acerca de la relación entre delito, crimen y fanatismo?
Es una pregunta muy compleja. Una de las cosas que diría es que pensar en la delincuencia o en el crimen como un fenómeno unitario, como un “delito” a secas, es muy problemático. Es el modo en que se lo suele considerar al implementar o pensar prácticas de seguridad. Los criminólogos culturales conciben la delincuencia o el crimen como algo muy complicado. Por tanto, tendemos a mirar la delincuencia desde la fenomenología. Así que cuando me preguntan sobre la relación entre crimen y fanatismo advierto que existen diversos tipos de delitos, en momentos, contextos y lugares particulares. Una de las áreas donde el fanatismo se vincula con distintas formas de delito o crímenes sería en el terrorismo. Pero, incluso allí, el terrorista es demonizado por ser visto como este tipo de fanático monomaníaco.

¿Un modo de cerrar la cuestión y evitar mirar a fondo?
Sí: “son fanáticos, a otra cosa”. Este es sólo un ejemplo. Desde la criminología cultural se pretende instar a considerar el crimen desde una mirada cultural, en diferentes contextos. Porque la delincuencia o el crimen son diferentes aquí que en Inglaterra. No hay que limitarse a importar modelos de justicia penal del Norte y las técnicas de la criminología positivista, con métodos criminológicos. Es preciso crear técnicas propias, específicas, y atendiendo a lo cultural, aunque eso no significa ignorar el buen trabajo que se ha hecho en otros sitios, como en los Estados Unidos o Europa.

¿De qué modo presentaron los medios de comunicación las protestas sociales en Londres y en otras ciudades del mundo?
En efecto, hubo muy buenos artículos que trataron de explicar los disturbios, prácticas como el saqueo o los robos, a partir del consumismo; algo con lo que concuerdo y a lo que he dedicado mi trabajo de los últimos diez años. Lamentablemente, a la vez, hubo otros comentarios muy obvios y predecibles. Y creo que lo más predecible y deprimente fue la respuesta política: en lugar de buscar y entablar un debate serio, en lugar de consultar a los expertos en criminología, hablaron de la decadencia moral y el incremento de las pandillas callejeras. Probablemente se podría discutir esto a través de la lente de la decadencia moral, pero no se refirieron a su decadencia moral, la que los políticos exhibieron cuando estuvieron involucrados en delitos por fraude. De este modo, la decadencia moral es utilizada y rotulada sobre grupos marginados, personas de barrios pobres. En esta decadencia moral de la prensa y de los políticos también estuvo involucrada la policía. No creo que las personas a cargo de escribir las historias no supieran todo esto, conocen bien esta decadencia moral, el tema es que la forma en que la presentan siempre alude a “su” decadencia moral, la de esos fanáticos agitadores. Muchos están enojados, frustrados, y la diferencia entre unos y otros es que algunos, al menos, conocen o tienen las vías para expresar sus preocupaciones políticas a través de protestas no violentas o de organizaciones, e incluso algunos tienen cierto entendimiento en medios de comunicación; entonces pueden presentar bien sus sensaciones de la explotación capitalista. En cambio, estos grupos en Londres no tienen esa habilidad, no tienen ese conocimiento político.

¿Por qué señala esa diferencia?
Muchos de ellos (en Londres) no son capaces de descifrar el modo en que el capitalismo los está explotando porque no cuentan con educación o tienen una mala escolarización. No son capaces de manifestarse si no es a través de la protesta violenta. Lo que resulta interesante es que evidencian sus sentimientos en el mercado, llevándose los artículos que quieren: zapatillas, ropa deportiva, televisores de pantalla plana, etc. A la vez, muchos de los sentimientos que el capitalismo trata de engendrar entre los más jóvenes para hacerlos consumir pueden también utilizarse para explicar por qué provocaron los disturbios. Si se piensa en el consumismo, lo que se requiere en los jóvenes, especialmente, es una demanda constante por tener más, una demanda insaciable. La idea del consumismo está diseñado para que se diga: “lo voy a tener ahora, en realidad no puedo afrontar su costo, pero lo voy a conseguir”. Esta especie de suspensión de la racionalidad normal, las prácticas irracionales, y la excitación consumista y demandante generan excitación y estimulación. En cierto modo, algunos de los rasgos que mostraron los disturbios fueron sentimientos o emociones similares: gente impulsiva, actuando por fuera del proceso de toma de decisiones, sin ser conscientes de que estaban siendo captados por las cámaras. Muchos pueden lidiar con esto y controlar la situación con eficacia. No obstante, algunas personas, y muy a menudo las más pobres dentro la sociedad, reciben la mayoría de los mensajes.

¿Podría ampliar este último aspecto?
Algunos estudios realizados en los Estados Unidos sugieren que las personas más vulnerables de los barrios más pobres son quienes están más expuestas a los avisos publicitarios, porque están mirando televisión todo el tiempo, no leen libros ni van al colegio, constantemente reciben el bombardeo de mensajes publicitarios. Incluso, los habitantes de algunos barrios pobres de los Estados Unidos ni siquiera pueden firmar o escribir su nombre, aunque conocen marcas muy exclusivas como Prada o Gucci, porque son bombardeados seis horas al día con promociones o publicidades. Son los más expuestos a la lógica que marca la cultura del consumo. No siempre, pero muy a menudo, fueron quienes estuvieron involucrados en los disturbios en Londres; con frecuencia, eso estuvo vinculado con lo que denomino la “mercantilización de la violencia” o el “marketing de la transgresión”. Esa mercantilización de la violencia alude a violar la ley o transgredir. No me sorprende que causaran disturbios y saqueos, sí me habría sorprendido si esos grupos hubieran salido a la calle intentado frenar todo para tener una protesta no violenta. Una de las características de estos disturbios fue su forma líquida: irrumpieron aquí, se movieron allá.

Para finalizar, ¿cómo contrarrestar las historias dominantes que se difunden sobre el crimen y la delincuencia?
Los argumentos sobre el consumismo y el crimen aparecen en mi primer libro: City Limits: Crime, Consumer Culture and the Urban Experience (Sobre los límites de la ciudad, la delincuencia, la cultura del consumo y la experiencia urbana). Allí detallo el surgimiento de la cultura del consumo y el incremento del delito. Framing Crime: Cultural Criminology and the Image (Sobre la construcción simbólica del crimen y la imagen), otro de mis escritos, proporciona herramientas orientadas a captar la sensibilidad acerca de lo que es la criminología cultural, su posición y su política. Asimismo, trata de transmitir un mensaje metodológico muy simple: si quieren tratar de hacer lo que digo, esto es, desafiar o cuestionar las percepciones que tienen los medios o la política de la delincuencia, una forma de hacerlo es criticar esos mensajes pero también contrarrestarlos, presentando mensajes diferentes.

¿Como cuáles?
Por ejemplo, documentando la filmación de películas, publicando videos en YouTube con lo que vemos en las protestas. Mientras los medios de comunicación presentan estas protestas de una manera, estas personas tratan de difundir su mensaje de otro modo, para eso utilizan formas de comunicación alternativas. En este libro tomo el caso de una protesta de ciclistas que tuvo lugar en Nueva York hace unos años. En el medio de los reclamos por la recuperación de espacios se dieron fuertes enfrentamientos entre los manifestantes y la policía. Un oficial salió a decir que uno de los ciclistas lo había golpeado. Consecuentemente, arrestaron al ciclista. Pero alguien que filmó el incidente pudo dar cuenta de que había ocurrido lo contrario. Evidentemente, ése fue un ejemplo de cómo invertir el espectáculo de los medios. Hay que asegurarse de contar con las técnicas para presentar las historias, porque si se toma la criminología como disciplina, la voz dominante es en general proporcionada por las técnicas de la metodología criminológica, que son básicamente positivistas: sondeos, encuestas o estudios gubernamentales, que a menudo están erróneamente diseñados y toman el crimen como un paradigma uniforme. En un mundo lleno de imágenes, pleno de ideología y retórica política, deberíamos crear nuestras herramientas para desafiar estas cuestiones.




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Entrevista a Serge Quadruppani, autor del libro  
La política del miedo

"La locura 'securitaria' ha invadido el mundo entero y Francia en particular"


Escritor, ensayista, traductor y periodista, en su obra más reciente, "La Política Del Miedo", Serge Quadruppani analiza la deriva 'securitaria' que se ha apoderado de la política en los países occidentales tras los atentados del 11-S. Según el pensador francés, de origen italiano, Europa y Estados Unidos se han sumergido en una lógica militarista para tratar los asuntos ligados a la seguridad interior. Leyes liberticidas, un Estado policial, la violación de los derechos civiles, la promoción del miedo en la vida cotidiana y la explosión de las industrias ligadas a la seguridad son el caldo de cultivo que lleva al escritor, claramente anclado en la izquierda, a desconfiar del sistema capitalista y de los partidos tradicionales. A unas semanas de las elecciones presidenciales en el país galo, Quadruppani asegura que, tanto en este como en otros temas, la izquierda institucional y la derecha en ese país "no son muy diferentes" y que los grandes cambios en la historia nunca se realizaron a través de un sufragio electoral.


En que consiste "La politica del miedo" de la que habla en su libro?


- La política del miedo es algo tan viejo como la política misma. Consiste en utilizar el miedo como método de gobierno. Sin embargo, la misma ha sufrido una intensificación notable en los últimos años, particularmente después [de los atentados] del 11-S. 


Este método consiste en unificar la población del lado del Gobierno frente al miedo a un enemigo exterior e imposible de eliminar. Este enemigo, presentado hoy como "el terrorista" es una fórmula reproductible infinitamente hacia cualquier tipo de enemigo, como pudimos verlo en Francia con la multiplicación de las leyes contra la inseguridad desde el 2001. 


El enemigo es : el habitante de barrios populares, el inmigrante, la juventud, el niño problemático en la escuela, etc... se trata siempre de lo mismo, provocar miedo a la población para que esta se reagrupe bajo el ala protectora del Estado.


- Francia se encuentra hoy en plena campaña electoral para las elecciones presidenciales de abril. Existe alguna diferencia entre el PS (la izquierda, de François Hollande) y el UMP (la derecha, de Nicolas Sarkozy) en materia de política de seguridad?


- [risas] Mire... hay que recordar que la primera ley de seguridad [despues del 11-S], la Ley de Seguridad Cotidiana [Loi de Sécurité Quotidienne] fue implementada durante un gobierno de izquierda [de Lionel Jospin]. Después llegó [el presidente] Nicolas Sarkozy que sumo muchas más, pero la "izquierda institucional" [PS] a adherido completamente a esta nueva doctrina representada por personajes como Alain Bauer que es uno de los ideólogos de esta "locura securitaria" que ha invadido el mundo entero y Francia en particular. Sobre este tema y muchos otros, la izquierda no es muy diferente de la derecha. Algún tiempo atrás el socialismo frances parecía en ruta hacia una verdadera reforma pero esta posibilidad se desvaneció. Como lo dijo Margaret Tatcher : no hay alternativa dentro del capitalismo. Por eso la única alternativa es salir del capitalismo, y esta solución no está ni en el programa ni en la esencia de la izquierda institucional francesa.



- Pero, a pesar de todas las críticas al "Sistema" que existe hoy desde muchos sectores de la sociedad, en Francia y en el mundo, "salir del capitalismo" no parece ser una opción para ninguno de los dirigentes políticos importantes. Hay candidatos políticos para tal emprendimiento?

- Las revoluciones no se hicieron nunca a través de las elecciones. Los grandes cambios que marcaron la historia nunca fueron resultado de una contienda electoral. La historia prueba que jamas hemos pasado de una sociedad a otra nueva, respetando las reglas de la vieja sociedad. Lo que no quiere decir que yo apoye la violencia, o la idea de imponer por la fuerza una eventual solución ... pero yo soy defensor de los movimientos sociales... voilà! (sic) No tengo ninguna confianza en las fuerzas políticas institucionales.



-Existe en este momento un resurgimiento de las manifestaciones a gran escala y de los símbolos de lucha social, como los Indignados en España, Occupy Wall Street y el grupo cyberactivista Anonymous...

- Si, todo eso es entusiasmante pero no alcanza. Debo decir que por el momento yo constato una inmensa resignación en la sociedad. [...] Tengo la sensación de que la gran mayoría de la gente se siente completmente superada por la situación que estamos viviendo, lo que más me impresiona es el sentimiento de impotencia generalizado. Porque cuando estamos obligados a suplicar a nuestro patrón para que no nos eche [a causa de la crisis] y asi mantener nuestro empleo para seguir siendo explotados [...] Hay rebeliones esperanzadoras, creo que hay esperanza, pero estamos recién en el comienzo del comienzo.



- Volviendo a la política gubernamental, usted habla de "leyes liberticidas" y de medidas que violan los derechos civiles, las cuáles vendrían en aumento en estos últimos años en Francia y el Europa. Podría citar algunos ejemplos?

- Existe hoy una explosión increíble de expedientes, con información que incluye hasta datos genéticos. Estos expedientes, cada vez más numerosos y extensos, tienden además a interconectarse unos con otros. Y para colmo, son consultables por todo tipo de gente, porque al principio solamente las fuerzas policiales tenían acceso a este tipo de "ficheros". Pero hoy, de manera oficial o no, cada vez más sociedades privadas encuentran la forma de acceder a estas fuentes de información.


Eso sin mencionar que la "seguridad informática" es... lo que es. [silencio] Llegamos así a un mundo en el que todo el mundo vigila a todo el mundo. Y no lo digo en sentido figurado, ya que existe en Francia una ley que promueve al ciudadano vigilar a su vecino. Se trata de la operación Voisin Vigilant (Vecino Vigilante), que incluye un delegado vecinal encargado de avisar a la Gendarmería cualquier movimiento extraño en la zona. Esta política [de vigilancia ciudadana] esta muy desarrollada en Inglaterra. Por otro lado hay una voluntad explícita de hacer desaparacer las leyes específicas para los menores de edad. Leyes que apuntan a bajar la edad legal para que un joven pueda ser enviado a prisión, la creación de centros penitenciaros cerrados para los jóvenes. Eso lo vemos hoy en Francia y también en Gran Bretaña. Inglaterra es sin dudas uno de los países con mas detenidos menores de edad en el mundo [1]. No hay que olvidar que hasta unos años antes del comienzo del siglo 20 en Inglaterra se ahorcaban a los niños.

- Justamente en su libro usted cita el ejemplo británico y menciona que la policía inglesa vigila a los niños desde la edad de cuatro años en busca de chicos "vulnerables a la propaganda islamista"


- Eso existe también en Estados Unidos dónde consideran que los niños son como bombas que pueden explotar en el futuro. Se trata sobre todo de chicos de origen musulmán, los cuáles son de gran interes para el FBI. Parte del hecho de tener tal o cual nacionalidad u origen étnico, y luego si éste dice alguna tontería, como puede decir cualquier chico, tales como "viva Ben Laden"... ya ha ocurrido tanto en Inglaterra como en Estados Unidos que la policía se presente en una casa para interrogar a los chicos y sus familias.


- Pero esta política del miedo tiene también un costado económico, la vigilancia cuesta dinero...

- Por supuesto, cuando en países como Estados Unidos se invierte enormemente en fuerzas antiterroristas y se crea constantemente nuevos organismos y agencias de seguridad, esto transforma en una fuerte industria económica. Y esta "industria del miedo" debe después justificar todo el dinero que se invierte en ella, lo cual los ha llevado a invertarse enemigos.


En los últimos dos o tres años, todos los supuestos casos de complots terroristas que el FBI sacó a la luz no se trata más que de individuos aislados, en algunos casos desiquilibrados mentales, a los cuáles el FBI incitó e incluso proveyó de los elementos necesarios para llevar adelante un atentado para así poder detenerlos a último momento "a la luz de las cámaras" y así justificar el dinero que se invierte en ellos [...] nos damos cuenta entonces hoy que el Estado gasta millones de nuestros impuestos para instalar micrófonos y cámaras para vigilar militantes que, según ellos, podría convertirse en terrorista. Se trata de la teoría del "Descubrimiento Precoz", que consiste en identificar a aquellas personas que por sus convicciones políticas podrían, algún día, tal vez, convertirse en terroristas.


- Es la doctrina de la "Guerra Preventiva" de George W. Bush pero aplicada a la propia sociedad occidental...
- Exactamente, se trata de la adaptacion sobre el plano interior del concepto de "Guerra Preventiva".


- Sin embargo, para poder detener un terrorista es necesario hacer un trabajo de inteligencia, para lo cual es necesario un cierto grado de vigilancia de toda la sociedad con el fin de "encontrar" los potenciales peligros. Dónde se encuentra el equilibrio entre la lucha contra el terrorismo y el respeto de los derechos civiles de la ciudadanía?


- Bueno, primero que nada, no está en mi ponerme en lugar de la policía para encontrar la solución a ese dilema. Pero por de pronto me parece que la mejor manera de evitar [un acto terrorista] es impidiendo que esa gente [los terroristas] existan, teniendo una política internacional más justa, no dando la impresión de que existen dos reglas para medir las cosas. Por ejemplo en el conflicto israelo-palestino. Haga lo que haga Israel, siempre tiene razón. Israel puede permitirse bombardear y asesinar, y siempre se encuentra una justificación, mientras que los que estan enfrente [palestinos] son "indudablemente" [ironisa] terroristas. Otro ejemplo es Arabia Saudita, que es uno de los principales semilleros del integrismo pero que nadie puede tocar porque está protegida por Estados Unidos. Por eso repito que la mejor manera de proteger a los ciudadanos [occidentales] es teniendo una política más justa sobre el plano internacional.


- Volviendo a las medidas de seguridad interior. Por las calles de Paris se puede ver hoy cada vez más militares vigilando los puntos estratégicos de la ciudad como la Torre Eiffel. Ya a nadie parece sorprenderle cruzarse en pleno Paris con un soldado ametralladora en mano, se volvió parte del paisaje parisino. Por qué cree usted que la gente aceptó de manera tan natural la militarización de las calles?

- Por todo lo antes dicho. Es a eso a lo que yo llamo "La política del miedo". Se logra que la gente acepte eso haciendo aumentar la sensación de un inminente ataque [2], que en caso de realizarse, según ellos, sería el peor de los horrores al que se puede enfrentar nuestra sociedad . Sin embargo, si hacemos una estadística sabremos muy bien que hay más gente que ha muerto de frío en las calles de Paris que por atentados terroristas. Lo grave de esta situación es la de acostumbrarse a esa presencia, porque el día en que ésta aumente de manera notable no vamos a estar alerta para darnos cuenta de que hay militares en lugares dónde no debería haberlos, y eso en sí mismo sería muy grave.



- En su libro cita usted un caso muy llamativo sobre la política de seguridad en Europa. Se trata del joven suizo-tunesino Skander Vogt. En 1999, a la edad de 19 años, fue arrestado por un delito menor. Lo condenaron a 20 meses de prisión, por lo que debería haber salido en 2001. Sin embargo en 2010 seguía aún en prisión sin haber sido condenado de ningún nuevo delito. Cómo explica el caso?

- Este joven fue víctima de esta nueva tendencia que existe a nivel internacional. Se trata de esta figura poco clara de "loco potencialmente peligroso". Es una tendencia que apunta a retener de manera perpetua a personas consideradas "desequilibradas". Actualmente ya hay nuevas leyes en Francia que permiten "conservar" gente en prisión más allá del tiempo de la condena.


- Una persona puede ser detenida si la consideran peligrosa para la sociedad?

- No. Si usted es detenido por un delito cometido podría permanecer en prision más allá de la pena, de manera indefinida, si un juez considera que usted es un peligro para la sociedad. Es una de las numerosas leyes que fueron aprobadas gracias al activismo "sarkozyano" tras el asesinato de una enfermera en un centro psiquiátrico. Esa también es una nueva tendencia: tras cada hecho que atrae a los medios viene una nueva ley por detrás. Cada vez que sucede algo, aparece Nicolas Sarkozy frente a las cámara y nos dice "bueno, ahora vamos a pasar una nueva ley y verán que esto no se va a repetir".


- Cual es el rol de los medios en esta "política del miedo"?

- El rol de los medios es central, aquí llegamos a la relación de complicidad orgánica entre los grandes medios y el poder político. Por un lado, se encuentra el vínculo formado por los intereses comunes entre ambos sectores ligados al hecho de que tanto los propietarios de los grandes medios como los de las encuestadoras pertenecen a la misma oligarquía y en muchos casos son incluso amigos personales de Sarkozy. Por otro lado, se encuentra la dinámica propia de los medios de comunicación que buscan "lo espectacular". Si un gran periodista dice "hay miedo en Francia", atrae mucha más gente frente a la pantalla que si habla una vez más del desempleo.



- En su libro analiza usted las declaraciones oficiales realizadas por Alain Chouet quién asegura que el grupo Al-Qaida esta "muerto operacionalmente" desde 2002 [3]. Por qué cree usted que se lo sigue considerando, al menos mediáticamente, como el mayor de los peligros para Occidente?

- [risas] Porque es un cadaver útil. Porque es útil a la política del miedo. Por una parte, permite seguir alimentando la línea de crédito de los servicios de seguridad. Pero también es cierto que es un símbolo que permite dar notoriedad internacional, es decir que cualquiera que quiera cometer un acto y que pretenda atraer a los grandes medios de comunicación va a reivindicar la "firma Al-Qaida". Toda "banda" que quiera una visibilidad internacional hoy se declara parte del grupo Al-Qaida.

Notas:
[1] Actualmente, el sistema judiciario británico encarcela a los niños a partir de los 12 años de edad. Suicidio, automutilaciones, y prácticas de aislamiento en condiciones inapropiadas le valieron al gobierno inglés, bajo mandato de Tony Blair, una dura crítica de parte de la Comisión de la Naciones Unidas por los Derechos del Niño".
[2] En 2003 se adoptó en Francia un "Código de Colores" para medir el grado de peligro a un ataque terrorista. El mismo va del blanco al rojo. Desde los atentados del 7 de julio del 2005 en Londres el código nunca se movió del rojo (peligro inminente).
[3] Ex jefe del servicio de inteligencia, DGSE (el espionaje frances), el 29 de enero del 2010, Alain Chouet declaró en un coloquio denominado "El Medio Oriente en la hora nuclear", organizado por la Comisión de asuntos extranjeros del Senado de Francia. "Como muchos de mis colegas profesionales a través del mundo, yo estimo sobre la base de serias informaciones que Al-Qaida murió en el plano operacional en los agujeros de rata de Tora Bora en 2002" aseguró. http://videos.senat.fr/video/videos/2010/video3893.html (en francés).




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